No me resisto a glosar yo también la obra que tuve el honor de presentar en Teruel el 19 de abril. Doña Blanca: una reina sin corona bajo el carlismo, del historiador Miguel Romero, académico correspondiente de la Historia, sumerge al lector en el estudio de la tercera guerra carlista (1872-1876) y en el imaginario que inspiró las hazañas de los correligionarios de Carlos VII y su hermano Alfonso Carlos I.

Ese pretendido país carlista, con sus bandos y sus símbolos, con sus libros y sus canciones, con su Estado y su leyenda, es recreado con sutileza en la obra. Tal vez, durante el proceso de investigación, el autor haya viajado en cuerpo y mente a la casita de Estella, típicamente navarra, donde D. Carlos fijó su corte. Un cuartel real sin protocolo, sin etiqueta y sin camarillas, cabeza de un Estado central, sustentado en un disciplinado ejército, con academias militares, castillos, fábricas, hospitales y hasta Universidades en sus tres frentes: Cataluña, el Norte (País Vasco-Navarro) y el Centro (Bajo Aragón, Valencia, Maestrazgo y zona oriental de Castilla la Nueva).

El profesor Romero sondea en los archivos y analiza exhaustivamente las memorias de dos portavoces privilegiados de aquel tiempo: don Carlos y doña Blanca, el pretendiente y su cuñada. Primero teje una urdimbre en la que recrea los fondos del tapiz y, sobre ellos, dibuja a las personas. De este modo, nos transmite con veracidad lo que hubieron de ser, sus dolores y sus esperanzas, hilvanados en esa desgarradora estela del exilio.

María Lara Martínez