Rostros y apuntes forman cada fin de cuatrimestre la historia particular de las instalaciones de la UDIMA. Madrid, Barcelona, Sevilla, Las Palmas y un largo etcétera son sedes donde se dan cita los miedos, las ilusiones y los conocimientos de miles de estudiantes que confían que noventa minutos puedan dar fe de sus esfuerzos y méritos.

Sábado. Tres de la tarde. El primer examen de la temporada ocupa la hora de la siesta, pero pocos se acuerdan. Los ojos revelan falta de sueño. Las manos estrangulan los apuntes que, si bien no los leerán, su contacto les hace sentir confianza y seguridad. Todavía treinta minutos para enfrentarse a la prueba final, a la soledad del estudiante.

Durante los últimos cuatro meses, el alumno ha estado arropado y asistido por profesores y compañeros. Hoy, mientras algunos descansan y otros tapean con los colegas, los de la UDIMA ocuparán cientos de salas donde, por un instante, sentirán que se la juegan a “todo o nada”.

Se acerca la hora del examen y en las cafeterías colindantes los más tranquilos disfrutan de un café; otros apuran sus cigarrillos con profundas caladas a las puertas de la sede; la boca del metro cercana escupe estudiantes que llegan tarde y que, sin saberlo, van al mismo lugar. Una escena que, rápidamente, se transforma en una búsqueda nerviosa y torpe en la que el estudiante intenta identificar en un rudimentario sistema de listas, el aula asignada a su grado. El hall del centro acoge a esos que, por arte de magia, han terminado sus cafés, han pisado sus colillas y han corrido los doscientos metros que separan el metro de la sede en un suspiro.

Da comienzo otra época de exámenes, toda una experiencia en la que confluyen los novatos y los veteranos. Días en los que la plana mayor de la UDIMA se hace persona y los profesores adquieren movimiento y forma. Parte del staff de la Universidad da las indicaciones pertinentes: “Aula de Periodismo, primera planta y a la derecha. La E-16; Derecho, en el aula principal (…)”, aclara Victoria Jimeno, directora del departamento de Gestión Académica de la institución.

Por fin las tres y media. Los estudiantes ocupan los asientos. Un “boli” y el DNI descansan encima de sus mesas. Saludos y deseos de última hora: “Suerte con el examen” le desea Regina a su compañera de Periodismo. Esta, le contesta con una mirada cómplice: “Para ti también”. Y llega el silencio. El temido silencio que precede al reparto de los “sobres”. Se presentan los profesores de la sala y cuando parece que todo va a dar comienzo una agradable pero, quizá, “inoportuna” visita irrumpe en el aula: ¡Bienvenidos otro cuatrimestre! ¿Quién se presenta por primera vez? Para los que no me conozca me presento (…)”. Es Eugenio Lanzadera, secretario general de la UDIMA. Para los primerizos la causa del incremento de su agonía. Para nosotros, una cara amiga.

Patricia Vilar

¡Mucha suerte a todos!