No es mi intención con el título de este post contradecir a la opinión popular (ni a la fundación del español urgente) sobre lo adecuado de la adopción del término drone para designar a estos pequeños dispositivos aéreos de control remoto. En cualquier caso, el término zángano (¡ojo!, en su 2ª acepción de la RAE), traducción literal del inglés drone, describe figurada pero perfectamente el diseño, el ruido y las maneras de volar de estos pequeños chismes que tan de moda se han puesto últimamente por todo tipo de razones.

Aeryon Scout micro VTOL UAV (imagen enlazada desde Wikipedia)

Por si alguien se está preguntando aún qué es un drone o dron: es un dispositivo aéreo no tripulado (UAV en sus siglas en inglés), una aeronave dirigida por control remoto. Realmente, un avión o helicóptero teledirigido no es algo nuevo, y el propio término drone ya se usaba en los años 30 del pasado siglo. Como suele pasar con muchos desarrollos tecnológicos de nuestros días, lo que empezó siendo un dispositivo pensado principalmente con fines militares, se ha popularizado y acercado al gran público, no sólo para el entretenimiento entre aficionados al radiocontrol y la fotografía aérea, sino para infinidad de usos industriales y científicos innovadores.

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Drone con cámara – Imagen de pixabay

 

Existen infinidad de noticias al respecto en los medios de comunicación y la red, tanto para el bien como para el mal de esta nuestra querida humanidad. Y es que ya se sabe que los avances tecnológicos proporcionan un gran poder, y, como dijo el sabio dibujante del trepamuros (Stan Lee), un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Pero aún así, rompamos una lanza por el lado luminoso de la fuerza de la I+D+i para opinar con seguridad que los drones están sirviendo de catalizadores de innovación en numerosos campos científicos e industriales, ofreciendo soluciones a problemas como la movilidad, ruptura de barreras geográficas, reducción de costes, uso eficiente de recursos y energía y el aumento de la productividad. Esta explosión de nuevos usos ha surgido ayudada por el contexto actual en el que la tecnología electrónica y mecánica para fabricarlos, tiene precios asequibles, incluso para el “maker” particular que puede fabricarse uno con una impresora 3D y electrónica de bajo precio (con tiempo y ganas hay muchos manuales en la red como éste) en casa.

Estructura de un minidrone impresa con impresora 3D – via Thingiverse

También han contribuido a ello el abaratamiento, miniaturización y reducción de consumo de baterías y de otros dispositivos y sistemas de comunicación coexistentes, que dotan a los drones de mayores posibilidades: las cámaras de video y fotos que suelen llevar a bordo, las memorias flash y los interfaces de comunicaciones (sobre todo interfaces de red WiFi y Bluetooth) que permiten la conexión desde un smartphone (o incluso llevar uno a bordo), para transmitir en directo, tanto la señal de control (como en el rolling-Spider de Parrot) como el contenido multimedia que van grabando en el vuelo (como en este conocido modelo de la misma marca). Existen infinidad de ellos en el mercado, desde las ya enlazadas soluciones comerciales, hasta proyectos de diseño innovador financiados mediante campañas de crowfunding (como el nanodrone Zano).

Hay infinidad de noticias en los medios de comunicación internacionales y nacionales sobre los usos militares, (para reconocimiento y vigilancia, por supuesto). Y son de sobra conocidas las intenciones de usos industriales, de interés para grandes compañías como Amazon (donde incluso contratan pilotos … ), o de investigación, como la propia NASA que los propone como la próxima generación de drones robots exploradores en Marte. Incluso algunos no tan conocidos como este drone que imita a un pájaro pudiendo posarse en una rama o esta propuesta de drone justiciero para la policía. Su uso comienza a estar muy extendido en aplicaciones e industrias muy diversas relacionadas con exteriores: por ejemplo en agricultura (incluso en viticultura),  ganadería, control de incendios o incluso en arqueología.

La investigación nacional no se queda atrás en idear innovadores usos de los drones, de los cuales os voy a enlazar aquí algunos de los que me han parecido más relevantes entre los más actuales:


Drones en trasplantes (via @rtve)

  • también tenemos representantes patrios al otro lado del océano dentro del proyecto BeaglePilot, que propone el primer drone con sistema operativo Linux para democratizar los desarrollos de drones y ofrecer un drone educacional a investigadores y centros educativos.


Erle-Robots


Ranger Drone Project

Sin embargo, la normativa actual, en casi todos los países donde mayor desarrollo de los drones existe, es compleja y en muchos casos contradictoria, ya que aunque los propios gobiernos consideran la tecnología basada en drones como un sector puntero y beneficioso, pero luego nos encontramos con que el marco regulatorio es complejo. Aún así, la legislación vigente española parece que deja espacio a los usos civiles abiertos de los mismos siempre que cumplan las consideraciones de tamaño y autonomía oportunas, lo que permite que actualmente sean uno de los campos con más potencial en I+D+i en todos lo sectores.

Después de convertirse en uno de los gadgets de moda en las últimas fiestas navideñas para acompañar al móvil de turno, seguro que se os ocurre alguna razón más innovadora para poner un zángano así en vuestra vida, empresa o institución.


Drones bailando sincronizados en la última edición de la feria CES2015

(las referencias enlazadas han sido consultadas por última vez el 01/02/2015)