La Directiva Europea de Eficiencia Energética 27/2012/UE, de obligado cumplimiento a partir del 1 de enero de 2017, fue traspuesta parcialmente en nuestro país, a través del Real Decreto 56/2016.

Sin embargo, en lo relativo a los sistemas de ahorro individualizado sigue pendiente de desarrollo a través de un Real Decreto. A pesar de ello, la mayoría de las Comunidades de Propietarios han adaptado estos sistemas ante el temor de ser sancionados.

La Directiva indica que “en los edificios existentes que cuenten con una instalación centralizada de calefacción/refrigeración o estén abastecidos por una red de calefacción urbana o una instalación centralizada que de servicios a varios edificios, se instalarán contadores de consumo individuales que midan el consumo de calor o refrigeración o agua caliente de cada vivienda o cliente final”.

Más concretamente, el Artículo 9. D. 27/2012/EU indica que se instalarán contadores siempre que “técnicamente sea posible, financieramente razonable y proporcionado en relación con el ahorro potencial de energía, los Estados miembros velarán por que los clientes finales de electricidad, gas natural, calefacción urbana, refrigeración urbana y agua caliente sanitaria reciban contadores individuales a un precio competitivo, que reflejen exactamente el consumo real de energía del cliente final y que proporcionen información sobre el tiempo real de uso.(…)”

Las instalaciones centralizadas de calefacción suelen estar realizadas en anillo o por columnas.

En el primero de los tipos, la instalación de un contador de calorías suele ser sencillo, y el cálculo que realiza el equipo es relativamente claro. Basta con instalar un contador en la entrada de la vivienda con dos sondas, una en la ida y otra en el retorno. El equipo contará el caudal de entrada del circuito, y atendiendo a la diferencia de temperatura entre ambas sondas, calculará las calorías cedidas en la vivienda.

El problema surge con las instalaciones por columnas, donde una misma columna de calefacción, reparte a radiadores de distintos pisos. En estos casos, los equipos a instalar son los llamados repartidores de coste.

Repartidor de coste instalado en un radiador

Repartidor de coste instalado en un radiador

¿Son realmente fiables y precisos estos equipos? ¿Es razonable su instalación atendiendo a lo indicado en el Artículo 9. D. 27/2012/EU?

La mayoría de los fabricantes tienen unas pautas comunes en relación a su funcionamiento y forma de cálculo.

Los repartidores son equipos autónomos de fácil instalación, alimentados por una pila de larga duración y relativamente económicos. Se instalan en el propio radiador mediante un precinto antifraude, y emiten en remoto la lectura del emisor térmico (unidireccional o bidireccional).

Los repartidores con un solo sensor, disponen de una sonda que registra la temperatura media del radiador, de manera que para el cálculo del ∆t, consideran una temperatura ambiente constante de 20 ºC.

Los repartidores con dos sensores, mejoran la medición al disponer de un sensor adicional que mide la temperatura media del aire que circula por convección en la proximidad del radiador, corrigiéndolo en el cálculo.

En ambos casos es fundamental realizar una correcta instalación y parametrización del equipo.
Se montará en la posición indicada por el fabricante, normalmente en la zona media del radiador y al 75% de su altura.
En cuanto a la parametrización, es necesario programarlo con el valor de potencia del radiador instalado, que a su vez se calculará de acuerdo con la norma EN442. La mayoría de los equipos ya tienen preinstalados distintos modelos de radiador y bastará con seleccionar el adecuado.
Respecto a los errores del aparato, la norma europea EN834 establece unos requisitos mínimos, para la estimación de las lecturas de los equipos, en función del diferencial de temperatura entre la temperatura media del radiador y la temperatura ambiente.

Un algoritmo interno, realiza el cálculo entre ambas temperaturas, teniendo en cuenta la potencia de nuestro emisor, proporcionando la lectura del equipo.
Sin embargo, estos equipos tienen limitaciones y errores en el cálculo, cuando nos acercamos a la realidad.
A veces la potencia suministrada por el radiador puede ser menor a la teóricamente calculada por el repartidor, al existir bolsas de aire, atranques del circuito o entre elementos, etc. La temperatura media será correcta, pero la potencia real del radiador será inferior a la calculada por el equipo, perjudicando al usuario.
Además en la mayoría de estos equipos no se indica el algoritmo de cálculo aplicado, siendo el inicio y paro de la medición variable, en función de la temperatura y la estación. Normalmente, comienzan a medir cuando la diferencia de temperatura entre la superficie del radiador y el ambiente es mayor de 4º C. Durante el verano la temperatura del radiador deberá ser mayor a 40 ºC mientras que en invierno será superior a 29 ºC.
Por último, durante la instalación y parametrización del equipo también pueden producirse errores, pues dependen directamente de los conocimientos del instalador.
Otras situaciones habituales como el uso de cubre radiadores o la existencia de cortinas junto al radiador, limitan la circulación del aire afectando al cálculo del calor cedido y al uso de cabezales termostáticos.
No entramos aquí a valorar otras problemáticas en el reparto de costes en la instalación, como el porcentaje de gastos fijos y gastos variables, las viviendas situadas en los primeros pisos o áticos con mayores pérdidas de calor, uso de toalleros con resistencias internas, etc.
Indicar que estos elementos de medición no tienen ninguna utilidad si no van acompañados de equipos de regulación y control, como cronotermostatos y válvulas termostáticas, que nos faciliten la regulación del sistema de calefacción a la temperatura de confort deseada.
Es indudable que el reparto de parte de los gastos variables de una instalación centralizada de calefacción, reduce el consumo de energía e incrementa el ahorro; ya que cada usuario pagará en proporción a su consumo. Pero a su vez es importante destacar la limitada fiabilidad de algunos sistemas de medición, que pueden generar al usuario final respecto la exactitud del cálculo de sus lecturas.

Autor de la entrada: Félix A. Navarro Díez (Alumno del Grado en Ingeniría de Organización Industrial)