Archivos de Autor: Ana Lacasa

Información auténtica en un mundo de desinformación: estrategias inteligentes para evaluar la credibilidad de las fuentes

Todos recibimos información. Lo queramos o no. Estamos en un momento de la historia en el que las noticias vuelan. En solo unos minutos, un acontecimiento o suceso puede dar la vuelta al mundo. Y no lo hace solo a través de los medios de comunicación, sino que las redes sociales ayudan a transmitir esa información prácticamente al instante. Pero no todo lo que se encuentra en Internet es fiable, y mucho menos si estamos hablando de las redes sociales. Los ciudadanos, hoy en día, deben tener espíritu crítico para poder discernir, dudar y preguntarse sobre cómo acceden a la información, ya que hay información auténtica y desinformación engañosa que tiene un objetivo de manipulación del pensamiento social colectivo. La diferencia entre información y desinformación fundamental radica en la precisión y la intención. La información es un conjunto de datos o hechos verificables que se presentan de manera objetiva y equitativa, mientras que la desinformación es información falsa o engañosa creada y difundida con la intención de engañar, confundir o manipular a las personas.

La clave está en saber identificar las noticias falsas que, muy a nuestro pesar, aparecen en nuestros tablones de las redes sociales. Por eso, hay que verificar siempre la fuente de la que procede. Se sabe que es una fuente fiable si es una web con renombre, periódicos, revistas y organizaciones de noticias establecidas. Hay que desconfiar, por tanto, de las fuentes desconocidas o sospechosas.

Aún así, hay veces que, en las redes sociales, se puede encontrar información que, aparentemente, procede de un medio de comunicación oficial, pero en realidad se trata de algo diseñado para que parezca como tal. En esos casos, el lector o consumidor de noticias ha de tener el espíritu crítico como para desconfiar de algo que no le cuadra y comprobar, a través de otras fuentes fiables, que es verdad lo que se está diciendo. La repetición de la historia por fuentes diferentes aumenta la credibilidad. 

Los titulares sensacionalistas y exagerados son señales de advertencia. La desinformación a menudo utiliza titulares llamativos para atraer la atención sin respaldar sus afirmaciones con hechos.

La pregunta está en cómo saber si una fuente es fiable o no. Para eso, hay que examinar el historial de la fuente. Las organizaciones de noticias respetadas tienen una larga trayectoria de informar sobre noticias veraces y precisas.

También es importante conocer al autor y verificar su experiencia sobre el tema. Los artículos escritos por expertos en el campo suelen ser más fiables que aquellos escritos por personas sin credenciales. Asimismo, hay que ver cómo son las webs que visitamos. Las webs profesionales y fiables están bien organizadas y libres de anuncios y ventanas emergentes excesivos.

Del mismo modo, es importante analizar el tono en el que se presenta la noticia. Los mensajes excesivamente emotivos, agresivos o provocativos pueden indicar una intención oculta. La desinformación a menudo apela a las emociones extremas para manipular las opiniones. La desinformación puede carecer de pruebas o contexto adecuado para respaldar sus afirmaciones. Las fotos o videos fuera de contexto también son señales de alerta.

Los ciudadanos también tienen en su mano estrategias para poder diferenciar entre información y desinformación. Es importante que se cuestionen siempre la información que se encuentra en la Red. Hay que analizar los argumentos, buscar pruebas y considerar múltiples perspectivas antes de aceptar una afirmación como verdadera.

En temas de salud, política y ciencia, las fuentes gubernamentales, académicas y científicas suelen proporcionar información precisa y actualizada. Hay que recordar todo lo que pasó con el coronavirus, cuando hubo mucha información en Internet que no se sostenía por ningún lado y que incluso causaba un poco de pánico entre la población, al ser muy exagerada y manipulada. 

En última instancia, la capacidad de distinguir entre información y desinformación es esencial para tomar decisiones informadas y mantener una sociedad informada y democrática. Al desarrollar habilidades para evaluar críticamente la información que encontramos en línea, podemos contribuir a un entorno digital más seguro y confiable para todos.

La desinformación es un problema serio que puede tener un impacto negativo en la sociedad. Al ser críticos con la información que consumimos, podemos ayudar a combatir la desinformación y protegernos de sus efectos.

Más allá de las palabras: la comunicación interna como motor del rendimiento empresarial

La comunicación es clave para llevarnos bien entre los seres humanos. Sin comunicación, no hay entendimiento y, por tanto, pueden salir a la luz algunos problemas. Pues lo mismo pasa con la comunicación empresarial. Y no estamos hablando sólo de la comunicación externa, que se utiliza para mejorar la reputación empresarial, conseguir clientes y desarrollar un negocio en redes sociales, sino también la comunicación interna, que es muy importante para el éxito y estabilidad a largo plazo de la empresa. Y es que los flujos de información son como el sistema circulatorio del cuerpo humano, asegurando que cada parte funcione en armonía con las demás. Es un proceso mediante el cual se comparten y se reciben mensajes dentro de una organización, involucrando a todos los niveles jerárquicos y departamentos. La eficacia de la comunicación interna tiene un impacto significativo en el ambiente laboral, la productividad y, en última instancia, en el rendimiento financiero de la empresa.

Las organizaciones implementan diversas estrategias para fortalecer la comunicación interna. Una práctica común es la creación de plataformas digitales internas, que incluyen intranets y aplicaciones móviles, facilitando el intercambio de información entre los empleados. Las reuniones regulares, tanto individuales como en grupo, proporcionan un espacio para discutir objetivos, desafíos y logros. Además, las encuestas de satisfacción laboral y los buzones de sugerencias brindan a los empleados la oportunidad de expresar sus opiniones de forma anónima, fomentando así la transparencia y la confianza en el entorno laboral.

Una comunicación interna efectiva conlleva una serie de ventajas para las organizaciones. En primer lugar, promueve la cohesión entre los empleados, ya que todos comparten una comprensión clara de los objetivos y las políticas de la empresa. Esto a su vez fortalece la cultura organizacional y mejora el trabajo en equipo. Además, una comunicación interna transparente y abierta fomenta la motivación y el compromiso de los empleados, ya que se sienten valorados y escuchados. Esto puede traducirse en una mayor productividad y en la retención de talentos, elementos cruciales para el crecimiento sostenible de cualquier organización. Pero también puede favorecer a que los empleados tengan menos estrés y absentismo, ya que si se sienten informados y apoyados por su organización, su espíritu cambia. Una comunicación interna fluida permite que los empleados compartan ideas y conocimientos, lo que facilita la innovación y el cambio en la organización.

Por otro lado, una comunicación interna deficiente puede acarrear numerosos problemas. La falta de información clara y precisa puede dar lugar a malentendidos, conflictos internos y desconfianza entre los empleados y los líderes. Esto puede afectar negativamente el clima laboral, disminuir la moral de los empleados y reducir la eficiencia operativa. Además, la falta de comunicación interna puede dar lugar a decisiones empresariales erróneas, ya que los líderes pueden no estar al tanto de las preocupaciones y conocimientos de los empleados en primera línea.

En el proceso de comunicación interna, tanto los líderes como los empleados tienen roles y responsabilidades específicas. Los líderes deben establecer canales claros y efectivos para la transmisión de información, fomentar un ambiente abierto y receptivo, y estar dispuestos a escuchar las preocupaciones y opiniones de los empleados. Por otro lado, los empleados tienen la responsabilidad de participar activamente en los procesos de comunicación, expresar sus ideas y preocupaciones de manera constructiva, y colaborar con sus colegas para alcanzar objetivos comunes.

Para mejorar la comunicación interna, las organizaciones pueden implementar una serie de prácticas efectivas. En primer lugar, es crucial establecer políticas claras de comunicación interna y asegurarse de que todos los empleados estén al tanto de ellas. La formación regular en habilidades de comunicación puede ayudar a los empleados a expresar sus ideas de manera efectiva y a resolver conflictos de manera constructiva. Además, se pueden realizar encuestas periódicas para evaluar la eficacia de los canales de comunicación interna y hacer ajustes según sea necesario.

La responsabilidad de la comunicación interna suele recaer en el departamento de comunicación o de recursos humanos. Sin embargo, es importante que la comunicación interna sea un esfuerzo transversal que involucre a todos los miembros de la organización.

Este equipo tiene que hacer una estrategia que se base en una serie de puntos, como la importancia de ser transparente y honesto, que los empleados tengan la posibilidad de compartir sus opiniones y sugerencias, y que la información que se comunica sea relevante para los empleados y su trabajo. Tampoco hay que olvidar que los trabajadores tengan la posibilidad de acceder a la información que necesitan de forma fácil y rápida. 

La comunicación interna es, por tanto, un elemento esencial para el buen funcionamiento de cualquier organización. Una buena comunicación interna ayuda a los empleados a estar informados, motivados y comprometidos con la organización, lo que se traduce en beneficios para la empresa, como una mayor productividad, una mejor satisfacción laboral y una reducción del riesgo de conflictos.

¿Cómo sería el futuro sin periodismo?

Siempre se ha dicho que las noticias vuelan. Y ahora, con las redes sociales, esa rapidez de transmisión de información se ha multiplicado por mil. Lo que hace tan solo tres décadas tardaba unas horas en contarse, ahora se realiza en tan solo unos minutos. Sin contar con la presencia del periodismo ciudadano, que tanto se ha utilizado en los últimos tiempos, ya que los acontecimientos pueden ser contados al minuto, casi en tiempo real, gracias a la presencia de un usuario de Internet que esté transmitiendo en vivo algún acontecimiento, como puede ser una tormenta espectacular o incluso un concierto de música.

Pero los medios de comunicación siguen siendo imprescindibles. Está claro que su función ha cambiado un poco, pero continúan siendo importantes para transmitir información, ya que su fiabilidad no está en entredicho, independientemente de su ideología. Los medios siguen siendo intermediarios entre la información y el público. Su función principal es informar, educar y entretener a la población, contribuyendo así al tejido social y al funcionamiento democrático.  La diversidad de plataformas, desde periódicos y televisión hasta redes sociales y sitios web, ha transformado la forma en que consumimos información, pero su impacto sigue siendo innegable.

La razón fundamental de la importancia de los medios de comunicación es su capacidad para proporcionar información objetiva y verificada. Actúan como un cuarto poder, vigilando a las instituciones y garantizando la transparencia en la toma de decisiones. La sociedad confía en los medios para acceder a datos fiables que les permitan tomar decisiones informadas y participar en el proceso democrático. Por eso, es importante siempre informarse a través de ellos, ya que la información que transmiten siempre tendrá la fiabilidad necesaria, al menos en teoría, aunque siempre se tendrá que tener en cuenta la ideología que tiene cada medio. 

Imaginar un futuro sin medios de comunicación plantea desafíos significativos. La falta de acceso a información verídica y fiable podría generar una sociedad desinformada y polarizada. La función de los medios en la formación de opiniones y la construcción de consensos es esencial para la cohesión social. Sin esta influencia mediadora, la sociedad podría enfrentarse a una crisis de confianza y a una creciente desconfianza en las instituciones.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que las redes sociales, los influencers y los youtubers están cambiando el paradigma. En la actualidad, los jóvenes apenas consumen medios de comunicación y se informan a través de las redes sociales y de estos ‘influyentes’, que no ofrecen información fiable, sino sesgada, basada en su opinión. También se ha de saber que las redes sociales se basan en algoritmos determinados que ofrecen contenido dependiendo de los gustos y de los intereses de cada usuario. Por lo que si, por ejemplo, son seguidores del Real Madrid, siempre recibirán información positiva sobre este equipo e incluso algunos mensajes en contra de sus rivales, por lo que lo que van consumiendo es totalmente sesgado, con un solo punto de vista que hará que los usuarios sean cortos de miras.

La otra gran pregunta es qué pasaría si los medios de comunicación fueran controlados por una sola compañía. En este caso, surgirían preocupaciones sobre la concentración del poder informativo. La diversidad de perspectivas y voces es esencial para un debate saludable y una sociedad democrática. La monopolización de los medios podría resultar en la manipulación de la narrativa, limitando la pluralidad de ideas y restringiendo la libertad de expresión. Este escenario podría erosionar la esencia misma de la democracia.

Un ejemplo destacado en España es el Grupo Prisa, propietario de medios como El País y la Cadena SER. Su influencia en la opinión pública y la información es significativa. La relevancia de estos medios radica en su capacidad para abordar una variedad de temas, desde la política hasta la cultura, ofreciendo una visión integral de los acontecimientos que impactan a la sociedad española.

Otros medios importantes en España son RTVE, la televisión pública, que ofrece información veraz aunque siempre hay que tener en cuenta que puede tener un sesgo político dependiendo de quién gobierne. El Mundo también es una fuente importante de información sobre temas de actualidad y se considera uno de los grandes medios españoles, por su tenacidad y veracidad en los contenidos que publica. 

Los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental en la sociedad. Tienen un impacto significativo en la forma en que los ciudadanos se informan, forman su opinión y participan en la vida pública.

El poder y el derecho a estar bien informado

Todo el mundo tiene derecho a estar informado. Y a estar bien informado. Y para ello, los medios de comunicación tienen que ser libres para poder informar y comunicar lo que ellos consideren. Son los transmisores de la verdad, de los asuntos cotidianos que transcurren en el mundo y que son dignos de ser contados. Incluso cuando los medios de comunicación tienen ciertas tendencias ideológicas, que predispone de un lado u otro el tipo de información que cuentan y cómo lo cuentan, es indispensable que sean libres para hacerlo como quieran. Y eso es lo que prevalece en el derecho a la libertad de prensa, un principio fundamental que juega un papel crucial en la sociedad democrática, respaldando la transparencia, la rendición de cuentas y la libre circulación de información. 

Este derecho está respaldado en numerosas constituciones y tratados internacionales de derechos humanos, incluyendo la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. 

En esencia, el derecho a la libertad de prensa garantiza que los individuos y los medios de comunicación tengan el derecho de buscar, recibir y difundir información sin interferencias indebidas por parte de gobiernos u otras autoridades.

Este derecho se basa en la premisa de que una prensa libre es esencial para el funcionamiento efectivo de una democracia. Los medios de comunicación desempeñan un papel crítico al actuar como contrapartes y controladores del poder gubernamental y corporativo. Proporcionan información a la ciudadanía, lo que les permite tomar decisiones informadas en cuestiones de interés público y ejercer presión sobre sus líderes políticos y empresariales.

El derecho a la libertad de prensa no se limita a la mera publicación de noticias. También abarca la libertad de buscar información y opiniones, así como la libertad de expresar y difundir pensamientos y opiniones a través de cualquier medio de comunicación, ya sea impreso, online o transmitido por medios electrónicos. Esto incluye no solo a los periodistas profesionales, sino también a los ciudadanos comunes que desean expresar sus opiniones y críticas a través de blogs, redes sociales y otros medios.

Sin embargo, es importante destacar que el derecho a la libertad de prensa no es absoluto. Puede estar sujeto a restricciones legítimas en ciertas circunstancias. Estas restricciones deben estar claramente definidas por la ley y ser necesarias en una sociedad democrática para proteger otros derechos o intereses legítimos, como la seguridad nacional, la salud pública o la protección de la reputación de individuos. Sin embargo, cualquier limitación debe ser proporcionada y no excesiva, y no debe utilizarse como un pretexto para reprimir la crítica legítima o controlar la información.

La independencia de los medios de comunicación es un componente esencial de la libertad de prensa. Los periodistas deben poder llevar a cabo su trabajo sin temor a represalias o interferencias indebidas por parte de gobiernos o empresas. La autocensura y la presión sobre los medios son amenazas significativas para la libertad de prensa, ya que pueden socavar la capacidad de los medios de comunicación para informar con imparcialidad y exactitud.

La tecnología también ha desempeñado un papel importante en la evolución de la libertad de prensa. La era digital ha democratizado la capacidad de difundir información, permitiendo que una amplia gama de voces se escuche online. Sin embargo, también ha planteado desafíos en términos de la proliferación de noticias falsas y la desinformación. Los gobiernos y las plataformas online han tenido que abordar estas cuestiones sin socavar la libertad de prensa y la libertad de expresión. Y sigue siendo un desafío, sobre todo cuando los más jóvenes, y los no tan jóvenes, están utilizando las redes sociales como medio de información. Y no estamos hablando de la información que se transmite por parte de los medios de comunicación fiables en sus propias redes sociales, sino que se cree en lo que cualquier persona con un perfil en una red social puede estar diciendo, sin tener claro exáctamente quién es, si es real o si es simplemente un bot que está transmitiendo alguna desinformación con un fin escondido. 

Los ciudadanos podemos defender la libertad de prensa, sólo hay que exigir a los gobiernos que la protejan, adoptando leyes y políticas que así lo aseguren, además de apoyar a los medios de comunicación independientes, mediante la donación o la suscripción, para que así los medios no dependan de la publicidad para sobrevivir. 

Por supuesto, hay que saber expresar la oposición a las amenazas a la libertad de prensa mediante manifestaciones, peticiones o campañas en redes sociales. Lo que está claro es que no podemos estar callados mientras se ve alguna injusticia como esta y lo mejor es manifestarse y protestar.