Todo el mundo tiene claro que hay un derecho a la información y a la libertad de expresión. Y los que mueven el hilo de estos derechos son aquellos que manejan habitualmente la información, es decir, los periodistas, que desempeñan un papel fundamental en la protección de esta libertad de expresión que es un derecho humano básico consagrado en numerosas constituciones y tratados internacionales. Su función principal es informar de manera objetiva y veraz, proporcionando a la sociedad información crucial para el funcionamiento democrático. Los periodistas actúan como guardianes de la verdad y la transparencia, destapando hechos, exponiendo la corrupción y dando voz a los marginados.

Sin embargo, este rol vital no está exento de desafíos significativos. Uno de los desafíos más prominentes es la censura gubernamental. En muchos países, los periodistas enfrentan amenazas, intimidación y represalias por parte de las autoridades, lo que limita su capacidad para informar con libertad. Además, la violencia y la persecución física contra periodistas son una preocupación constante en diversas partes del mundo, lo que socava la libertad de prensa y, por ende, la libertad de expresión. 

En este sentido hay que recordar lo que está pasando en países como México, donde todos los años asesinan a muchos profesionales por motivos de trabajo, por hacer su labor como informante, como emisor de hechos noticiables que todo el mundo debe conocer. 

Otro desafío importante es la propagación de la desinformación y las noticias falsas en plataformas digitales. La era de internet ha democratizado la información, pero también ha facilitado la difusión masiva de contenido engañoso. Los periodistas se enfrentan a la tarea de verificar la veracidad de las noticias en un mar de información, lo que pone a prueba su credibilidad y la confianza del público en los medios de comunicación. A esto hay que añadir aquellos hackers y grupos delictivos que se encargan de propagar información falsa en páginas web que parecen oficiales o que se parecen a otros medios de comunicación fiables. La labor del periodista es también la de denunciar este tipo de situaciones.

Para superar estos desafíos, es esencial fortalecer las instituciones democráticas y el estado de derecho. Las administraciones públicas tienen la responsabilidad de proteger y promover la libertad de prensa, garantizando un entorno seguro y propicio para que los periodistas realicen su trabajo. La creación y aplicación efectiva de leyes que salvaguarden la libertad de expresión son fundamentales. Además, la educación pública sobre alfabetización mediática puede ayudar a la audiencia a discernir entre noticias creíbles y desinformación, fortaleciendo así la democracia.

Los medios de comunicación también tienen un papel crucial en la autorregulación. Los códigos éticos y las normas profesionales pueden ayudar a mantener altos estándares en el periodismo, promoviendo la precisión y la imparcialidad. Además, las organizaciones periodísticas y los periodistas individuales pueden colaborar para resistir las presiones externas y defender su independencia, contribuyendo así a la protección de la libertad de expresión.

Los periodistas desempeñan un papel fundamental en la protección de la libertad de expresión. Su trabajo es esencial para el funcionamiento de una democracia, y las administraciones públicas deben adoptar medidas para garantizar su seguridad y su labor.