Todos recibimos información. Lo queramos o no. Estamos en un momento de la historia en el que las noticias vuelan. En solo unos minutos, un acontecimiento o suceso puede dar la vuelta al mundo. Y no lo hace solo a través de los medios de comunicación, sino que las redes sociales ayudan a transmitir esa información prácticamente al instante. Pero no todo lo que se encuentra en Internet es fiable, y mucho menos si estamos hablando de las redes sociales. Los ciudadanos, hoy en día, deben tener espíritu crítico para poder discernir, dudar y preguntarse sobre cómo acceden a la información, ya que hay información auténtica y desinformación engañosa que tiene un objetivo de manipulación del pensamiento social colectivo. La diferencia entre información y desinformación fundamental radica en la precisión y la intención. La información es un conjunto de datos o hechos verificables que se presentan de manera objetiva y equitativa, mientras que la desinformación es información falsa o engañosa creada y difundida con la intención de engañar, confundir o manipular a las personas.

La clave está en saber identificar las noticias falsas que, muy a nuestro pesar, aparecen en nuestros tablones de las redes sociales. Por eso, hay que verificar siempre la fuente de la que procede. Se sabe que es una fuente fiable si es una web con renombre, periódicos, revistas y organizaciones de noticias establecidas. Hay que desconfiar, por tanto, de las fuentes desconocidas o sospechosas.

Aún así, hay veces que, en las redes sociales, se puede encontrar información que, aparentemente, procede de un medio de comunicación oficial, pero en realidad se trata de algo diseñado para que parezca como tal. En esos casos, el lector o consumidor de noticias ha de tener el espíritu crítico como para desconfiar de algo que no le cuadra y comprobar, a través de otras fuentes fiables, que es verdad lo que se está diciendo. La repetición de la historia por fuentes diferentes aumenta la credibilidad. 

Los titulares sensacionalistas y exagerados son señales de advertencia. La desinformación a menudo utiliza titulares llamativos para atraer la atención sin respaldar sus afirmaciones con hechos.

La pregunta está en cómo saber si una fuente es fiable o no. Para eso, hay que examinar el historial de la fuente. Las organizaciones de noticias respetadas tienen una larga trayectoria de informar sobre noticias veraces y precisas.

También es importante conocer al autor y verificar su experiencia sobre el tema. Los artículos escritos por expertos en el campo suelen ser más fiables que aquellos escritos por personas sin credenciales. Asimismo, hay que ver cómo son las webs que visitamos. Las webs profesionales y fiables están bien organizadas y libres de anuncios y ventanas emergentes excesivos.

Del mismo modo, es importante analizar el tono en el que se presenta la noticia. Los mensajes excesivamente emotivos, agresivos o provocativos pueden indicar una intención oculta. La desinformación a menudo apela a las emociones extremas para manipular las opiniones. La desinformación puede carecer de pruebas o contexto adecuado para respaldar sus afirmaciones. Las fotos o videos fuera de contexto también son señales de alerta.

Los ciudadanos también tienen en su mano estrategias para poder diferenciar entre información y desinformación. Es importante que se cuestionen siempre la información que se encuentra en la Red. Hay que analizar los argumentos, buscar pruebas y considerar múltiples perspectivas antes de aceptar una afirmación como verdadera.

En temas de salud, política y ciencia, las fuentes gubernamentales, académicas y científicas suelen proporcionar información precisa y actualizada. Hay que recordar todo lo que pasó con el coronavirus, cuando hubo mucha información en Internet que no se sostenía por ningún lado y que incluso causaba un poco de pánico entre la población, al ser muy exagerada y manipulada. 

En última instancia, la capacidad de distinguir entre información y desinformación es esencial para tomar decisiones informadas y mantener una sociedad informada y democrática. Al desarrollar habilidades para evaluar críticamente la información que encontramos en línea, podemos contribuir a un entorno digital más seguro y confiable para todos.

La desinformación es un problema serio que puede tener un impacto negativo en la sociedad. Al ser críticos con la información que consumimos, podemos ayudar a combatir la desinformación y protegernos de sus efectos.