Archivos de Autor: Ana Lacasa

TOC, qué pasa en el cerebro de una persona con este trastorno

Seguir a rajatabla rituales, hasta el punto de no poder descansar o volver a empezar de nuevo si es que se ha perdido alguno de los pasos. Esa es la vida de una persona que sufre del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y que está condicionado por una serie de obsesiones con diferentes aspectos de la vida que generan una ansiedad extrema. 

Y es que el TOC es un trastorno mental que se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones recurrentes y persistentes. Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos no deseados que generan ansiedad intensa y que se experimentan como intrusivos e inapropiados. Por otro lado, las compulsiones son comportamientos repetitivos o actos mentales que se realizan en respuesta a las obsesiones con el fin de reducir la ansiedad o prevenir un evento temido.

Este trastorno no tiene edad, ni género, ya que puede afectar a personas de todas las edades, generando un impacto significativo en su funcionamiento diario, relaciones interpersonales y calidad de vida en general. Los casos más conocidos tienen que ver con el miedo a cualquier tipo de contaminación, ya sea de bacterias como de virus, algo que se acrecentó con la pandemia del coronavirus, pero también hay gente que experimenta obsesiones excesivas por el orden o la simetría, pensamientos agresivos o sexuales no deseados, y dudas constantes. Las compulsiones más frecuentes son la limpieza excesiva, el lavado de manos repetitivo, el orden compulsivo, la comprobación constante de puertas o aparatos eléctricos, y la repetición de palabras o frases en la mente.

Un equipo liderado por los investigadores de la Universidad de Cambridge, Marjan Birria y Trevor Robbins, han dado algunas claves más sobre este trastorno que puede afectar seriamente a las personas. En concreto, estos investigadores han publicado un artículo titulado “Cortical glutamate and GABA are related to compulsive behaviour in individuals with obsessive compulsive disorder and healthy controls” en la revista Nature Communications.

En este artículo, los científicos han encontrado un desequilibrio en los niveles de dos neurotransmisores, glutamato y GABA, en dos áreas concretas del cerebro, por lo que puede ser la base de estos comportamientos compulsivos.

Se espera que este descubrimiento pueda ser utilizado para buscar nuevos tratamientos que puedan ayudar a las personas que sufren este trastorno a mejorar su calidad de vida, centrándose en tratamientos neuromoduladores destinados a reequilibrar los niveles de neurotransmisores. 

Pero hasta ahora, el tratamiento del TOC se basa en enfoques terapéuticos combinados, que incluyen terapia cognitivo-conductual (TCC) y medicación. La TCC es una forma de psicoterapia que se centra en identificar y desafiar los pensamientos distorsionados y las creencias irracionales asociadas con el TOC. Esto se logra a través de técnicas como la exposición y prevención de respuesta (EPR) y la reestructuración cognitiva. La EPR implica exponer gradualmente a la persona a situaciones que desencadenan sus obsesiones, mientras se les enseña a resistir la realización de las compulsiones. La reestructuración cognitiva se enfoca en identificar y cambiar los patrones de pensamiento negativos o poco realistas.

La medicación también puede ser parte del tratamiento del TOC. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son los medicamentos más comúnmente recetados para el TOC. Estos medicamentos aumentan los niveles de serotonina en el cerebro, lo que puede ayudar a reducir los síntomas obsesivo-compulsivos. Sin embargo, cada individuo es único y la respuesta a la medicación puede variar, por lo que es importante trabajar de cerca con un médico para encontrar el medicamento y la dosis adecuada.

Algunas personas pueden beneficiarse de otros enfoques complementarios, como la terapia de grupo, la terapia familiar o técnicas de relajación, como la meditación y la respiración profunda. Estos enfoques pueden brindar apoyo adicional y ayudar a las personas a desarrollar estrategias para manejar el TOC en su vida diaria.

Es importante destacar que el TOC es un trastorno crónico, como si fuera un círculo vicioso, ya que se va retroalimentando. El tratamiento, por tanto, puede requerir tiempo y paciencia. Sin embargo, muchas personas con TOC pueden lograr una reducción significativa en sus síntomas y mejorar su calidad de vida con el tratamiento adecuado. Es fundamental buscar ayuda profesional si se sospecha de la presencia de TOC, ya que un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado pueden marcar una gran diferencia en la vida de las personas que padecen este trastorno.

Es fundamental que el tratamiento del TOC sea llevado a cabo por profesionales capacitados en salud mental, como psicólogos o psiquiatras, que tengan experiencia en el tratamiento de trastornos de ansiedad. Estos especialistas realizarán una evaluación exhaustiva de los síntomas y trabajarán en estrecha colaboración con el individuo para desarrollar un plan de tratamiento personalizado.

Además del tratamiento profesional, el apoyo y la comprensión de familiares y amigos son fundamentales para las personas con TOC. La paciencia, la empatía y el respeto son clave para brindar un entorno de apoyo y comprensión. La educación sobre el trastorno puede ayudar a los seres queridos a comprender mejor los desafíos que enfrenta la persona con TOC y les permite brindar un apoyo significativo en su proceso de recuperación.

Pirómanos, qué lleva a una persona a provocar incendios forestales

Este año ha sido un año de grandes incendios forestales. Durante el verano, en las orillas del Mediterráneo, han ardido miles de hectáreas en diferentes partes, desde Grecia, hasta Italia y Argelia. En muchos casos, los incendios forestales son causados por causas que se desconocen, pero otros se sospecha de la actividad humana al encender barbacoas en el bosque o incluso algún desaprensivo que se encarga de encender diversos focos para que así el incendio sea incontrolable. Estas personas podría decirse que sufren de un trastorno psicológico específico conocido como pirómano. 

De hecho, a finales de julio, en la región italiana de Calabria, un dron consiguió grabar e identificar la actuación de un pirómano que causó un incendio en medio de un cañaveral. fue en la localidad de Curinga, en los campos junto a la playa y el hecho fue dado a conocer por el presidente de la región, Roberto Occhiuto, que compartió un video en redes sociales grabados por los drones del Proyecto Tolerancia Cero de Calabria en donde se ve al hombre encender el fuego entre los matorrales e incluso atacando al dron cuando se dio cuenta de que lo tenía encima. 

Pero ¿qué mueve a un pirómano para actuar como lo hace? El término «pirómano» proviene del griego «pyr» (fuego) y «mania» (locura), y se refiere a una persona que experimenta una compulsión incontrolable y recurrente de provocar incendios intencionadamente. Los pirómanos presentan una tendencia a sentir una atracción patológica hacia el fuego, lo que los impulsa a encenderlo repetidamente, independientemente de las consecuencias devastadoras que puedan resultar.

El perfil de un pirómano puede variar, pero generalmente involucra a individuos que enfrentan trastornos psicológicos subyacentes, como la conducta antisocial, trastornos de personalidad, problemas de control de impulsos y, en algunos casos, antecedentes de abuso de sustancias. Estos individuos a menudo experimentan un aislamiento social y una incapacidad para relacionarse con los demás, lo que puede empeorar sus impulsos destructivos.

La motivación detrás de los actos de un pirómano puede ser compleja. Algunos buscan una sensación de poder y control sobre su entorno, mientras que otros pueden utilizar el fuego como una vía para expresar frustraciones o liberar tensiones emocionales. La excitación que experimentan al ver las llamas arder puede actuar como un refuerzo para su comportamiento, reforzando así su deseo de encender más incendios.

Cuando un pirómano enciende un fuego y ve las llamas propagarse, puede experimentar una sensación de euforia o gratificación, lo que a su vez alimenta su necesidad compulsiva de repetir el acto. A menudo, se sienten fascinados por la destrucción y la belleza destructiva del fuego, lo que puede aumentar su atracción hacia este comportamiento.

El tratamiento de los pirómanos puede variar según la gravedad del trastorno y las circunstancias individuales. En muchos casos, se requiere una intervención psicológica intensiva que incluya terapia cognitivo-conductual para abordar los patrones de pensamiento disfuncionales y aprender habilidades de control de impulsos. El uso de medicación puede ser considerado en ciertos casos para ayudar a tratar problemas subyacentes, como la ansiedad o la depresión.

En cuanto a la legislación, en la mayoría de los países existe una regulación específica para castigar los delitos relacionados con incendios provocados. Las penas varían según la jurisdicción y la gravedad del delito, pero pueden incluir sanciones económicas, servicio comunitario, libertad condicional o penas de prisión significativas. En España, en concreto, las penas por piromanía varían según la gravedad del delito, que está tipificado como tal en el Código Penal. Las penas para los pirómanos pueden ser de prisión de entre uno y cuatro años, dependiendo de la gravedad del incendio o si causa daños materiales o personales. En los casos más graves, la legislación estipula penas de diez años o más. Además de las penas de prisión, las personas condenadas por piromanía también pueden ser condenadas a pagar multas y a ser inhabilitadas para ciertos trabajos.

La pregunta está ahora en cómo se pueden prevenir los incendios forestales causados por estas personas. Lo primero sería la educación de la población en general, sobre los peligros del fuego y los riesgos de la piromanía, así como vigilar los bosques y zonas de riesgo de incendio. También es importante que si se conoce a alguien que pueda tener este trastorno que busque ayuda de profesionales para tratarlo adecuadamente.

Asimismo, es importante que se dispongan de equipos de extinción de incendios y de personal entrenado para su uso, y desarrollar planes de evacuación en caso de incendio. 

En cualquier caso, hay que recordar que los pirómanos sufren de un trastorno psicológico y que como tal requieren de atención médica especializada. 

Ansiedad, estrés y depresión son los trastornos más afectados por las altas temperaturas

Cuando el verano aprieta, cuando el calor se hace insoportable, el carácter de las personas irremediablemente cambia. Y eso que el verano suele ser una época muy positiva para el ánimo de las personas, ya que se sale más al aire libre, hay más horas de luz y mejora el humor en general. Pero el calor puede conducir al malestar psíquico e incluso actuar de manera negativa en determinadas personas, que se vuelven más irascibles al estar incómodas por las altas temperaturas o al tener que estar más tiempo en casa por no poder salir a la calle con el calor que hace. Los trastornos que se ven más afectados por las altas temperaturas estarían relacionados con la ansiedad y el estrés, así como los vinculados a estados de ánimo, como la depresión.

Según el doctor Víctor Navalón, psiquiatra del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre, “el calor elevado y duradero en el tiempo, típico de una ola de calor, afecta a nivel psíquico al disminuir las emociones positivas e incrementar las negativas como la irritabilidad, apatía, mal humor, confusión, estrés y desánimo”.

El doctor ha recalcado la importancia de que “en el caso de que la persona que sufra algunos de esos trastornos se vea especialmente afectada, la recomendación es que acuda a su especialista para que lo evalúe y adopte las decisiones terapéuticas que pueda considerar adecuadas para reequilibrar su estado”.

Para el profesional, “la salud mental con temperaturas superiores a los 35 grados cambia, aumentando la irritabilidad, la frustración, el mal humor e incluso los crímenes y la violencia”, añadiendo que “casi un 20 por ciento de la población se siente más irritada, fatigada y menos productiva”.

El calor extremo afecta a la calidad del sueño. Con las altas temperaturas, dormir por la noche es una misión imposible, y se producen despertares debido a la incomodidad que se pueda estar sufriendo. El doctor ha señalado que “la pérdida del sueño es otro efecto de la temperatura alta y la falta de sueño puede empeorar la depresión, la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo y afectar profundamente la cognición”. El profesional también ha señalado que puede tener el potencial de disminuir las habilidades de afrontamiento.

A medida que aumenta la temperatura en el ambiente, la duración de los ciclos del sueño se acorta. Además, una mayor temperatura corporal hace que el cerebro genere menos melatonina, la hormona que segrega el cuerpo humano y que actúa como reguladora y precursora del sueño, fundamental para dormir bien. “Por tanto, el dormir bien afecta al rendimiento físico y cognitivo, por lo que la productividad disminuye con las altas temperaturas siendo menos eficaces y mostrando déficits para mantener la atención y la concentración”, ha afirmado el doctor.

Entre las recomendaciones que comenta el doctor Navalón la primera es favorecer a los colectivos más vulnerables la adaptación a las altas temperaturas y que el calor interfiera lo menos posible en la vida y rutina del individuo.

Descansar con frecuencia a la sombra y realizar actividades al aire libre a primera o a última hora del día, cuando la temperatura es más propicia, evitar la exposición al sol y la práctica de deportes al aire libre en las franjas centrales del día son los otros consejos que ofrece el especialista.

Asimismo, el doctor Navalón apuesta por “mantenerse hidratado constantemente, llevar ropa adecuada de tejidos naturales, ligera y holgada, así como usar ropa de colores claros, sombrero, gafas de sol y cremas protectoras solares”.

Del mismo modo, ha aconsejado que se permanezca en “espacios ventilados o acondicionados y evitar comidas copiosas tomando alimentos frescos y ligeros propios de la dieta mediterránea: mucha fruta y verdura, ya que todo esto ayudará de manera positiva a afrontar las temperaturas y disminuir ese malestar emocional que generan”.

Mejorando la capacidad de creatividad: explorando estrategias efectivas

Ser creativo no es sólo tener habilidades artísticas o musicales, sino que significa tener la mente abierta para poder enfrentarse a cualquier situación y buscar, de una manera consciente e inteligente, la mejor solución para, por ejemplo, un problema. De hecho, la creatividad es cada vez más valorada en el sector empresarial, ya que una mente creativa puede hacer que un problema difícil en la empresa se pueda ver desde otro prisma diferente. La creatividad además no está sólo vinculada a un don, sino que se puede entrenar y trabajar para que así sea más fácil ponerla a trabajar en el día a día para cualquier situación que lo requiera. Para alguien que no se considera creativo seguro que tiene la idea de que jamás lo podrá ser, pero existe una serie de recomendaciones para mejorar y desarrollar la creatividad. 

En primer lugar, es importante mantener una mente abierta y curiosa. Fomentar la curiosidad permitirá explorar nuevas ideas, perspectivas y enfoques. Leer libros de diferentes géneros, sumergirse en la música de diversos estilos y visitar lugares inexplorados son solo algunas de las formas de estimular tu mente y alimentar tu creatividad. Además, el aprendizaje continuo a través de la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades puede ampliar el horizonte y generar ideas frescas.

Otra estrategia clave para potenciar la creatividad es el fomento de la diversidad en las experiencias. Al exponerse a diferentes culturas, tradiciones y formas de vida, se podrá expandir los horizontes y se tendrá una oportunidad de ver el mundo desde perspectivas únicas. Viajar, interactuar con personas de diferentes orígenes y participar en actividades creativas diversas, como la pintura, la escritura o la fotografía, pueden ser fuentes de inspiración y desencadenar nuevas ideas.

La capacidad de observación también desempeña un papel crucial en el desarrollo de la creatividad. Aprender a prestar atención a los detalles en el entorno permitirá descubrir patrones ocultos, identificar conexiones inesperadas y encontrar soluciones innovadoras. Hay, por tanto, que cultivar la práctica de la atención plena y dedicar tiempo a la reflexión y la contemplación. En estos momentos de tranquilidad, la mente puede procesar información de manera más eficiente y generar ideas creativas.

El pensamiento lateral, una técnica desarrollada por Edward de Bono, puede ser una herramienta valiosa para mejorar la creatividad. Consiste en romper con los patrones de pensamiento convencionales y explorar nuevas vías de pensamiento. Para practicar el pensamiento lateral, se puede hacer uso de técnicas como la lluvia de ideas, donde se fomenta la generación de ideas sin restricciones y se busca la mayor cantidad de opciones posibles, incluso las más inusuales. Estas ideas pueden luego ser refinadas y adaptadas para resolver problemas o generar propuestas creativas.

Además, es fundamental no tener miedo al fracaso y aprender a abrazar la incertidumbre. La creatividad implica asumir riesgos y experimentar con nuevas ideas sin temor a equivocarse. Hay que aceptar que los errores son oportunidades de aprendizaje y que cada intento fallido acerca más a la solución o idea creativa que buscas. Cultivar una mentalidad abierta y flexible te permitirá superar obstáculos y aprovechar el poder de la creatividad.

Y es que cuando la creatividad está en el mundo personal de alguien, se aprende a salir de la zona de confort y así vivir experiencias que normalmente no se hacen por diferentes miedos, la mayoría de ellos infundados que paralizan a las personas para no hacer lo que realmente siente, lo que realmente quieren.

En la Universidad UDIMA se imparte el Grado en Psicología.

Mejorando la capacidad de toma de decisiones: estrategias efectivas

El día a día está lleno de decisiones. Hay que elegir si tomar café o colacao, si desayunar una tostada o galletas, si coger el coche o el autobús o incluso si llevarse el paraguas al trabajo en caso de que llueva. Son pequeñas decisiones y estas no son difíciles de tomar, pero hay otras que sí son más difíciles y a muchas personas se les atraganta, incluso algunas que son más fáciles. La calidad de nuestras decisiones puede tener un impacto significativo en nuestros resultados y bienestar general. Afortunadamente, mejorar nuestra capacidad de toma de decisiones es posible mediante la adopción de estrategias efectivas respaldadas por investigaciones en psicología y ciencias cognitivas.

En primer lugar, es esencial recopilar información relevante antes de tomar una decisión. La toma de decisiones informadas requiere investigar, analizar y evaluar todas las opciones disponibles. Esto implica buscar fuentes fiables de información, consultar a expertos en el campo pertinente y considerar múltiples perspectivas. Al tener una base sólida de conocimientos, se aumentan las posibilidades de tomar decisiones más acertadas y fundamentadas.

Además, es importante desarrollar habilidades de pensamiento crítico. Esto implica cuestionar suposiciones, evaluar evidencias y considerar diferentes puntos de vista antes de llegar a una conclusión. Un enfoque crítico ayuda a evitar sesgos cognitivos y a tomar decisiones más imparciales y lógicas. Al cuestionar nuestras propias creencias y buscar posibles problemas en nuestro razonamiento, se puede fortalecer nuestra capacidad para tomar decisiones más efectivas.

Otra estrategia clave es aprender a gestionar la incertidumbre y el riesgo. La mayoría de las decisiones conllevan algún grado de incertidumbre, ya que no se puede prever con certeza todos los resultados posibles. En lugar de temer a la incertidumbre, se puede aprender a manejarla mediante la evaluación de los posibles riesgos y beneficios asociados con cada opción. Esto implica considerar los escenarios más probables y prepararse para diferentes resultados. Al estar preparados para enfrentar situaciones inciertas, se está en mejores condiciones para tomar decisiones racionales y adaptarnos a las circunstancias cambiantes.

Asimismo, la gestión emocional desempeña un papel crucial en la toma de decisiones efectivas. Las emociones pueden influir en nuestros juicios y sesgar nuestras elecciones. Es esencial reconocer nuestras emociones y comprender cómo pueden afectar nuestras decisiones. En ocasiones, puede ser útil tomar distancia emocional y considerar los hechos de manera objetiva. Además, practicar técnicas de relajación y autocontrol emocional nos ayuda a tomar decisiones más racionales y a evitar reacciones impulsivas o basadas en el estrés.

También hay que aprender de las experiencias pasadas. Reflexionar sobre las decisiones anteriores, tanto las acertadas como las equivocadas, puede brindar valiosas lecciones para mejorar nuestras habilidades de toma de decisiones. Evaluar el resultado de nuestras elecciones y analizar los factores que influyeron en ellas nos permite identificar patrones y estrategias efectivas. Al aprender de nuestros errores y éxitos previos, estamos en una mejor posición para enfrentar futuros desafíos de toma de decisiones con mayor confianza y sabiduría.

Y es que, la toma de decisiones tiene que ser algo incluso interesante, vivirlo como un reto, como una nueva oportunidad, y no estar basado en el miedo de que pueda sentar mal a alguien o que pueda perjudicar al puesto de trabajo, si es que está relacionado. Así que con pequeños pasos se puede conseguir al final lo que se pretende sin necesidad de perjudicar a nadie. 

En la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, se imparte el Grado en Psicología, donde se abordan cuestiones como esta.

¿Qué es la terapia cognitivo-conductual y cómo funciona?

Cuando se habla de psicología, lo primero que se viene a la mente es la terapia, pero hay muchas clases de terapia, muchas maneras de afrontar los problemas de la mente dependiendo de las necesidades y de cómo son los usuarios. Pues bien, una de las terapias es la cognitivo-conductual (TCC) que es una forma de tratamiento psicoterapéutico ampliamente utilizada que se basa en la premisa de que los pensamientos, las emociones y los comportamientos están interconectados y pueden influenciarse mutuamente. Esta terapia se ha convertido en una de las formas más efectivas de intervención psicológica y ha demostrado su eficacia en una amplia gama de trastornos mentales y problemas emocionales.

La TCC se basa en dos componentes principales: el cognitivo y el conductual. El componente cognitivo se enfoca en identificar y modificar los patrones de pensamiento negativos o distorsionados que pueden contribuir a problemas emocionales. Estos pensamientos a menudo se conocen como «distorsiones cognitivas» y pueden incluir el pensamiento catastrófico, la generalización excesiva o el filtro mental, entre otros. El objetivo es ayudar al individuo a reconocer y reemplazar estos pensamientos negativos por otros más realistas y adaptativos.

El componente conductual de la TCC se centra en cambiar los comportamientos problemáticos que pueden estar contribuyendo a los síntomas del individuo. Esto implica identificar conductas específicas que se desean cambiar y trabajar para reemplazarlas por comportamientos más saludables y adaptativos. También se pueden utilizar técnicas de exposición gradual, donde la persona se enfrenta progresivamente a situaciones que le generan ansiedad o miedo, para reducir su respuesta negativa y aprender nuevas formas de afrontamiento.

La TCC se basa en la idea de que nuestros pensamientos influyen en nuestras emociones y comportamientos, y que al modificar nuestros patrones de pensamiento podemos generar cambios positivos en nuestras vidas. Esta terapia se centra en el presente y en encontrar soluciones prácticas a los problemas actuales, en lugar de enfocarse únicamente en el pasado.

Durante las sesiones de TCC, el terapeuta trabaja en colaboración con el individuo para establecer metas terapéuticas específicas y desarrollar estrategias para alcanzarlas. Esto implica la enseñanza de habilidades de afrontamiento, técnicas de relajación y el fomento de la autorreflexión para que el individuo pueda adquirir un mayor control sobre sus pensamientos y comportamientos.

La duración de la terapia cognitivo-conductual puede variar según las necesidades individuales, pero generalmente consta de un número específico de sesiones estructuradas y focalizadas. Es una terapia de tiempo limitado y se basa en la idea de que los individuos pueden aprender habilidades y estrategias para enfrentar sus problemas y mantener los cambios a largo plazo.

La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de una amplia gama de trastornos, como la depresión, la ansiedad, los trastornos de pánico, los trastornos de alimentación y muchos otros. También se ha utilizado con éxito en el manejo del estrés, la mejora de la autoestima y el desarrollo de habilidades de afrontamiento.

En la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, se imparte el Grado en Psicología.