El pasado 15 de mayo, Javier Valdez, periodista y fundador del semanario Riodoce, era asesinado, en la calle y a plena la luz del día, en la ciudad de Culiacán. 12 disparos que ponen un punto y final a sus crónicas contra la violencia del narcotráfico. 12 disparos que pretendían liquidar su compromiso con la libertad de expresión, de contar la verdad sobre lo que está ocurriendo en el estado de Sinaloa. Porque hay temas que, al parecer, la ciudadanía no necesita conocer, porque los periodistas valientes no saben callar…

Sin embargo, Javier Valdez, consciente del riesgo que corría su vida, decidió seguir informando a la población, denunciando y luchando contra las presuntas tramas corruptas de su México natal con su mejor arma: la palabra. Autor de libros sobre el narcotráfico (Miss Narco, Huérfanos del narco y Malayerba) había publicado recientemente Narcoperiodismo, en el que relata las dificultades con las que se encuentran los periodistas mexicanos para informar sobre el narcotráfico.

prensa viva y libre. Notimex

(Imagen de Notimex)

Con Valdez ya son 6 los periodistas mexicanos asesinados este año; todavía no hay ningún detenido por estos crímenes. 107 periodistas asesinados en el país desde el año 2000 cuyas muertes pueden ser relacionadas con los cárteles del narcotráfico. Según Reporteros Sin Fronteras (RSF) y el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), México ocupa uno de los primeros puestos entre los países más letales para periodistas, ránking encabezado por Siria, y el 6º puesto en el Índice Global de Impunidad que cada año elabora el CPJ para conmemorar el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas.

Otros muchos informadores son secuestrados y torturados, encarcelados o se encuentran desaparecidos en cualquier rincón del planeta. Ser periodista se ha convertido en una profesión de alto riesgo, sobre todo para los informadores locales, pues de los 74 periodistas muertos o asesinados en todo el mundo en el ejercicio de su profesión durante el año 2016, tan solo el 5% eran informadores extranjeros, según el balance anual elaborado por RSF. Las cifras son alarmantes. 74 vidas sesgadas que, sin embargo, suponen un descenso significativo respecto a las 101 que se perdieron en 2015. RSF atribuye este descenso al cierre deliberado de medios de comunicación y a la autocensura fruto del terror.

Hoy, más que nunca, necesitamos que las instituciones y organismos internacionales tomen medidas reales para proteger a los periodistas de esta “caza” que sufren mientras ejercen su labor. Sigue siendo necesaria una prensa libre que transmita a la ciudadanía lo que está pasando dentro y fuera de nuestras fronteras.

Porque la información nos hace libres…