Roma es una de las ciudades por excelencia cuando se habla de turismo. Es el lugar preferido de muchos para los que quieren hacer visitas culturales, ya que la ciudad está llena de monumentos históricos que recorren la historia desde los antiguos romanos hasta las maravillas del Renacimiento y del Barroco. A esto hay que añadir la deliciosa gastronomía, con la pizza y la pasta a la cabeza, que se puede encontrar en cada rincón de la ciudad. Pero precisamente por eso, Roma está llena de turistas, independientemente de la estación del año que sea. Hay gente en verano, invierno, primavera u otoño, incluso en las temporadas más bajas. Pero hay una manera de evitar el “turisteo” y aún así disfrutar de los atractivos históricos que tiene la ciudad eterna, como el Coliseo, la Fontana di Trevi o el Vaticano. 

Visitar temprano en la mañana o tarde en la noche

Una de las formas más efectivas de evitar las multitudes en Roma es madrugar o quedarse hasta tarde. Muchos turistas optan por visitar los lugares icónicos durante las horas centrales del día, lo que significa que hay muchas más aglomeraciones en esos momentos del día. Si se quiere visitar un monumento importante como los antes mencionados y evitar que haya mucha gente, siempre es mejor hacerlo a primera hora de la mañana o después del atardecer. Habrá gente, por supuesto, pero quizás menos de la que habría en plena hora punta del turismo.

Explorar barrios menos conocidos

Roma es una ciudad llena de encanto y rincones. Todos son maravillosos y aunque no sean los más populares, siempre son interesantes para visitar. Así que hay que aprovechar y visitar esas zonas menos frecuentadas, como el barrio del Trastevere, Testaccio y Monti, que ofrecen una vista más auténtica de la ciudad y en donde se encontrarán más personas locales y menos turistas, lo que significa una mayor experiencia de vida en esa visita. 

Evitar las temporadas altas

Los meses de verano en Roma son los meses donde hay una mayor afluencia de turistas, sin olvidar los momentos del año que coinciden con las vacaciones escolares. Si es posible, hay que evitar viajar a Roma en estos momentos del año ya que estará llena de gente y de turistas por todos lados. En cambio, hay que considerar visitar la ciudad durante la primavera u otoño, cuando las multitudes son más manejables y la temperatura más agradable. En Roma hace mucho calor en verano también, aunque los inviernos son más templados. Además, los precios de alojamiento y billetes de avión suelen ser más asequibles fuera de la temporada alta.

Planificar con anticipación

La planificación cuidadosa puede ayudar a evitar multitudes innecesarias. Hay que investigar y descubrir los horarios de apertura y cierre de los lugares turísticos que se desean visitar. Algunos lugares ofrecen horas de acceso exclusivo temprano en la mañana o después del horario normal, lo que puede ofrecer una experiencia más tranquila. Además, hay que considerar reservar entradas con anticipación para evitar largas filas en los puntos de venta.

Explorar los alrededores de Roma

Si hay tiempo y ganas y se quiere estar lejos de las multitudes, se puede considerar explorar los alrededores de Roma. Hay encantadores pueblos y sitios históricos cerca de la ciudad que son igualmente interesantes pero menos concurridos. Tívoli, Ostia Antica y Castel Gandolfo son destinos populares para aquellos que desean escapar del bullicio de Roma y descubrir tesoros menos conocidos.

Y ya en la ciudad, hay un lugar que está en el mapa del turisteo pero no es tan conocido. Se trata de la iglesia de Santa María della Concezione dei Cappucchini. Aunque no es tan conocida como el Coliseo o el Vaticano, esta iglesia es famosa por albergar un macabro y fascinante secreto: las capillas de los Capuchinos, decoradas con los restos óseos de aproximadamente 4.000 monjes. 

La iglesia fue construida en el siglo XVII y pertenece a la orden religiosa de los Capuchinos. Su fachada modesta y austera no revela la sorprendente decoración que se encuentra en su interior. Al ingresar, los visitantes se encuentran con un ambiente sombrío y misterioso, adornado con huesos humanos dispuestos en formas artísticas y simbólicas.

Las capillas de los Capuchinos están compuestas por cinco pequeñas criptas, cada una de ellas dedicada a un tema diferente: la cripta de los cráneos, la cripta de los huesos largos, la cripta de los hombros, la cripta de las vértebras y la cripta de las tibias y los fémures. Estas criptas están decoradas con cráneos, huesos y otros restos óseos, creando una estética macabra pero cautivadora.

Si bien puede parecer morboso, la intención detrás de esta decoración única es recordar a los visitantes la fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte. La iglesia y sus capillas son un recordatorio visual de la vanidad y la transitoriedad de la existencia humana.

Más allá de su intrigante decoración, Santa María della Concezione dei Cappuccini también alberga una iglesia principal con hermosos frescos y un altar impresionante. Los visitantes pueden admirar obras de arte religioso y experimentar una atmósfera de recogimiento y reflexión.