Suele aparecer por primera vez en alguna asignatura de grado universitario. El TFG puede empezar a abrirnos las puertas, pero quizás siga siendo «un poco desconocida». En realidad, según la doctora en psicología Lorena Lobo, la investigación no comienza hasta que no se llega al máster. Primero descubriremos conceptos y temáticas que nos interesan, pero será a partir del Trabajo Final de Máster (TFM) cuando podremos empezar a «aportar nuestros propios resultados». ¿Cuál es el siguiente paso para ser investigador?
La profesora del Departamento de Psicología y Salud de la UDIMA cogía las riendas para responder a esta pregunta en una nueva sesión del ciclo de conferencias de Y después de graduarme en psicología qué. Acompañada por Pablo Santamaría (departamento de I+D+i en TEA Ediciones), ofreció una clase de cómo funciona el camino investigador que se abre para los egresados a través del programa de Doctorado.
De primeras, Lobo recuerda que el propio TFM puede servir ya como «carta de presentación» en busca del necesario contrato para iniciar el Doctorado. Ahí podría decirse que empieza la etapa predoctoral, y que incluye otras actividades más allá del propio trabajo de investigación. Cursos específicos, escuelas de verano, congresos sobre el tema de la tesis, sociedades científicas… todo suma para tener un currículum «competitivo», señala.
Ya durante el desarrollo de la tesis, Lobo destaca especialmente las estancias de investigación. Trabajos bastante paralelos al nuestro o que pueden aportar, y que descubrimos durante la investigación. «Merece la pena hacer la visita» o «formarse» con sus autores, dentro o fuera del país, abriendo la posibilidad de hacer una estancia y colaboración de investigación internacional, comenta.
Financiación, contrato y méritos
Antes de detallar el sistema de baremos y las opciones de financiación para costear la investigación, Lobo explicó a los estudiantes interesados algunas características importantes del Doctorado. Además del grado (240 ECTS) y el máster oficial universitario (60 ECTS), hay que contar con que esta etapa de nuestra vida implica tres o cuatro años mínimo, de media. «Es habitual necesitar prórrogas en función de la dedicación», recuerda la doctora.
Ya sea a tiempo completo o a tiempo parcial, el Doctorado requiere, sí o sí, una financiación. Este aspecto tan importante varía en función de las entidades que la conceden. La Unión Europea es la de mayor rango para investigaciones en España, seguida por los ministerios de Educación y Ciencia, y los contratos con universidades (públicas y privadas), fundaciones y asociaciones.
La FECYT (Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología -del Ministerio de Ciencia-), la Agencia Española de Investigación (con programa propio de formación de doctores) o el Instituto de Salud Carlos III (también con programa propio), son algunos ejemplos. Quizás el programa «más conocido» entre los que inician su carrera de investigación es la FPU (Formación de Profesorado Universitario) del Ministerio de Universidades, pues para los docentes universitarios el Doctorado se convierte en requisito en algún momento, desgranó Lobo.
En cualquier caso la mayoría de universidades y comunidades autónomas tiene su propio programa. Por ejemplo, Lobo recordó que Madrid ha restablecido el suyo este año, para públicas y privadas. En ese primer momento de búsqueda del contrato se mirará con más lupa casi siempre lo mismo: la nota media de grado y máster del doctorando, su currículum y el de su director doctoral, así como el impacto y la proyección de la tesis, entre otros.
Posdoctorado y vía metodológica
Una vez defendemos la tesis y obtenemos el título de doctores, no sólo no dejaremos de aprender, sino que concretamente podremos optar por una de estas cuatro opciones principales: más investigación, docencia, gestión investigadora, consultoría… Si seguimos investigando debemos saber que en esta etapa posdoctoral se valoran sobre todo las redes internacionales de colaboración (estancias fuera, entidades colaboradoras previas…) así como los méritos clásicos (impacto, CV, historial científico-técnico del grupo…).
Pero, además, se tienen en cuenta otros aspectos como el proyecto a desarrollar en el futuro, ser editor o revisor de artículos, pertenecer a consejos editoriales, sociedades científicas… «Es un campo atractivo, pero largo y exigente», advierte Lobo. El doctor estará siempre en contacto con lo último de su campo, pero debe contar con el impacto habitual de los desplazamientos (congresos, estancias…) y cómo puede afectar toda esa exigencia a su salud mental: «No es raro ver problemas de ansiedad; pidamos ayuda».
También la temporalidad y el cierto sexismo que todavía planea por el camino investigador son elementos a tener valorar. Y es que para investigar «no siempre se produce esa -necesaria- coordinación entre la matrícula del Doctorado y el contrato de investigación. A veces pasa un año matriculados cuando llega ese contrato», matiza Lobo. Respecto al seximo, cree que en el área de psicología van «mejor» que en otras como las STEM «típicas».
Por su parte, Santamaría desarrolló la cuarta opción: la metodología. Para aquellos acostumbrados a manejar la burocracia investigadora puede ser una buena alternativa. Especialmente si «nos gusta la psicología, pero no tanto el trato directo con la persona», sino que tenemos «un patrón más analítico y de pensamiento lógico».
Desde un punto de vista «más alejado de la trinchera», la vía de la metodología sirve para determinar el diseño óptimo para responder a una pregunta de tesis. «Es una habilidad transversal para casi cualquier cuestión de investigación», valora Santamaría, por lo que puede ser buena opción. Sobre todo si contamos con la «alta» calidad de la formación en España al respecto, y que hay «muy pocos» que entren en este campo de la investigación «realista». «Para mí es como dominar el inglés», comenta; «una lengua franca» como margen diferenciador».
Periodista y miembro del equipo de comunicación del Grupo Educativo CEF.- UDIMA