En mi anterior entrada en este blog traje una teoría nacida de la psicología académica, la teoría de las emociones básicas, que plantea una aproximación a la función comunicativa del comportamiento no verbal. Desde esta teoría se propone la existencia de un vínculo estrecho entre experimentar una emoción y la exhibición de patrones de comportamiento no verbal específicos o «expresiones faciales». Si bien esta idea es popular e intuitiva, una aproximación científica al comportamiento humano requiere recoger evidencias que sirvan de apoyo -o de falsación- a las teorías.
Durante las últimas décadas se han ido realizando estudios que aportan información sobre el grado en el que experimentar una emoción viene acompañado de las expresiones faciales predichas por la teoría de las emociones básicas. La progresiva acumulación de evidencias aportadas por estos estudios ha abierto la puerta a hacer síntesis con las que llegar a una conclusión más sólida de la que podría aportar un único estudio.
Técnicamente, esto es posible gracias al desarrollo de la metodología del metaanálisis, propuesta originalmente desde la psicología, pero muy popular en otros ámbitos como el de la medicina. Con frecuencia recurre a esta herramienta para valorar, por ejemplo, el impacto del consumo de un determinado tipo de alimentos en el riesgo de desarrollar cáncer o patologías cardiovasculares.
¿’Leemos’ correctamente la expresión facial?
Una investigación recientemente publicada ha aplicado esta metodología para estimar el grado en el que podemos confiar en que las expresiones faciales acompañan a determinadas emociones atendiendo a la evidencia recogida en estudios científicos. En ella se encontró que al elicitar o promover una emoción básica, únicamente se puede esperar que aparezca la expresión facial correspondiente entre un 9% y un 23% de los casos.
O, lo que es equivalente, que si confiamos sólo en la expresión facial de una persona para “leer” la emoción que está experimentando fallaríamos en un porcentaje de casos entre un 77% y un 91%. Si en vez de fijarnos en la expresión facial completa atendemos a la acción de músculos faciales específicos “el porcentaje de aciertos” esperado aumentaría a un 29%.
Estos resultados implican que la noción intuitiva de que las emociones “se expresan a partir del rostro” no se ve apoyada por la evidencia científica de la que disponemos actualmente. Del mismo modo, invitan tomar con cautela propuestas como las de programas con los que conocer las emociones que oculta un individuo a través del análisis de su comportamiento facial.
Sin embargo, esto no quiere decir que el comportamiento no verbal no tenga ningún valor informativo. Probablemente el rostro sea una herramienta que el ser humano utiliza de forma natural para comunicarse, pero los resultados de las investigaciones realizadas hasta el momento invitan a considerar la posibilidad de que las expresiones no constituyan un “lenguaje emocional”.
De acuerdo con esta idea, la información que se transmite de forma no verbal podría no ser exclusivamente de naturaleza emocional; del mismo modo, las expresiones podrían no funcionar como las palabras del lenguaje escrito convencional, en el sentido de que no contarían con referentes independientes del contexto en el que se usan. Esta noción alternativa ofrece una mayor flexibilidad a los investigadores, ayudándoles a plantear nuevas teorías sobre el papel que cumple el rostro en un fenómeno tan complejo y fascinante como es el de la comunicación humana.