Los cambios y las mejoras a nivel sanitario, social y económico en una población son el sustrato fundamental que subyace al descenso en la mortalidad y el incremento en la esperanza de vida de un país. Este incremento de la esperanza de vida, añadido a la disminución de la natalidad lleva consigo emparejado un envejecimiento progresivo y veloz de la población a nivel mundial. En los países más desarrollados se ha venido experimentando un crecimiento exponencial de la población de las personas mayores.
España, tanto a nivel europeo como a nivel mundial, representa uno de los países más longevos. Según el Padrón Continuo del Instituto Nacional de Estadística (INE), y con datos del 2014, el porcentaje de la población de personas mayores de sesenta y cinco años representa el 18.1% de la población total. En este sector poblacional, la población de personas que ya han cumplido los ochenta años es la que mayor crecimiento ha experimentado, con un 5.7 % de la población total (Abellán y Pujol, 2015).
Las últimas estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE, 28-10-2014) sobre las proyecciones de la pirámide de población española, nos ofrecen unos cambios drásticos, si llegan a cumplirse sus predicciones. El principal cambio se deberá, fundamentalmente, al extraordinario incremento de la esperanza de vida, pero también, al alto descenso de la fecundidad, aunque también tendrá un peso importante el descenso de la inmigración de personas de edad intermedia, contribuyendo todos estos factores a un aumento relativo del porcentaje total de las personas mayores.
Figura 1 Pirámide poblacional de España en 2014 (por edad y sexo)
Fuente: INE: INEBASE. Padrón Continuo a 1 de enero de 2014. Consulta en enero de 2015
Nota: El sombreado corresponde a la posición de la generación del baby-boom (1958-1977)
En la pirámide poblacional del año 2014 (figura 1), se puede observar la fuerte caída de la fecundidad que siguió a los años del «baby-boom». Los grupos centrales corresponden a las cohortes del “baby-boom” y a la fuerte oleada de inmigrantes. Otro aspecto que llama la atención y que puede verse entre las edades 72 y 75 años, es la denominada ”huella de las clases huecas”, es decir, los no nacidos como consecuencia de la guerra civil 1936-1939. El escalonamiento de los estratos superiores corresponde al impacto normal de las tasas de mortalidad que ha modelado esa forma típica de la pirámide. (Puyol y Abellán, 2014).
El aspecto que más destaca en estas proyecciones de la estructura piramidal es el envejecimiento exponencial que se prevé para los próximos 50 años. Para el año 2064 se espera que la población de personas mayores en la población española represente un 38,7%, es decir, un total de 15,8 millones de personas de 65 y más años (en los últimos datos poblacionales del 2014 la población de personas mayores de 65 años representa el 18,1 % del total de la población).
Pero otro dato preocupante de esta estimación es el relacionado con el porcentaje de personas de 85 y más años, dado que se quintuplicará en ese período de cincuenta años, representando el 40% de todos los mayores, dato relevante que habrá que tenerse en cuenta por las repercusiones socioeconómicas y sanitarias que se derivarán de esta potencial estructura poblacional.
A nivel demográfico estos cambios suponen un gran desafío para la sociedad, dado que para lograr que ese incremento en la esperanza de vida en la población puedan vivirse de la manera más satisfactoria, la sociedad debe prever y planificar los servicios y prestaciones necesarias para que las condiciones de vida de los mayores puedan desarrollarse con el mayor bienestar posible.
Por todo ello, los gerontólogos ya estamos en situación de comenzar con una nueva planificación y diseño de los servicios de atención sociosanitarios de un futuro próximo, pues se prevén cambios importantes y, sobre todo, una gran demanda que superará las necesidades actuales. Es competencia de los responsables políticos poner en manos de los diferentes profesionales gerontólogos la investigación y el diseño de un plan de futuro. Este plan tendrá como principal objetivo concienciar y preparar a la sociedad para adaptarse a estos futuros cambios, además de ir adecuando los servicios que se ofrecen a sus ciudadanos de mayor edad.
Los profesionales gerontólogos contamos con las herramientas de investigación y de planificación suficientes para ofrecer nuestros conocimientos y dar cobertura a esta nueva estructura social que nos deparara el futuro, en el que habrá que contar con un gran número de personas mayores, que mayoritariamente tendrán unos hábitos saludables, lo que retrasará en gran medida sus necesidades y prestaciones sanitarias básicas (siempre que las campañas y programas de promoción de la salud y de un envejecimiento con éxito ofrezcan un modelo y un estímulo para los ciudadanos en general).
Pero desde un punto de vista no sólo sociosanitario, habrá que dar cobertura a otras necesidades sociales, como las culturales, las de ocio y tiempo libre y las de fomento de las relaciones intergeneracionales, entre otras, y todo ello representa hoy todo un reto y un estímulo profesional para las personas que nos dedicamos a estudiar y a entender el fenómeno de envejecer.
Mariagiovanna Caprara
Bibliografía:
– Abellán, A.; Pujol, R. (2015). “Un perfil de las personas mayores en España, 2015. Indicadores estadísticos básicos”. Madrid, Informes Envejecimiento en red nº 10. [Fecha de publicación: 22/01/2015].
< http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/enred-indicadoresbasicos15.pdf>
– Pujol, R., Abellán, A. y Vilches, J. (2014) Las pirámides de la población española en un click (2ª edición). Madrid, Informes Envejecimiento en red [Fecha de publicación: 30/10/2014].
Doctora en Psicología. Profesora de Evaluación Psicológica, Psicodiagnóstico y Psicogerontología en UDIMA, Universidad a Distancia de Madrid.