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La ciencia también es cosa nuestra

¿Qué mujeres científicas, tecnólogas o inventoras relevantes conoces? He planteado esta pregunta decenas de veces en los últimos meses y la respuesta nunca deja de sorprenderme. De forma prácticamente unánime – y salvo en contadas excepciones – la lista empieza y acaba con la célebre investigadora Marie Curie, dos veces laureada con el Premio Nobel y primera mujer científica en obtener este galardón. Pero si se formula esa misma pregunta en masculino, la respuesta ya no es unánime, ni el factor sorpresa un impedimento para que casi cualquier persona, independientemente de su bagaje académico, pueda rememorar un variado elenco de personalidades masculinas del mundo de la Física, la Biología, la Química, las Matemáticas o la Ingeniería. Os invito a hacer la prueba.

La razón por la que no nos vienen a la cabeza nombres femeninos en el marco de la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (o STEM, por sus siglas en inglés) es sencilla: no nos los enseñaron. Los hallazgos de brillantes mujeres como Rosalind Franklin, cuyos descubrimientos permitieron describir la estructura en doble hélice del ADN, o Hedy Lamarr, inventora de la tecnología en la que se basan las actuales redes wifi, han sido invisibilizados a lo largo de la historia, y ellas sistemáticamente excluidas de los libros de texto.

Así lo denuncia la Asociación de Mujeres Científicas y Tecnólogas (AMIT) con su reciente campaña #NoMoreMatildas, que se hace eco del fenómeno de exclusión histórica de las mujeres tanto de la esfera científico-tecnológica como de sus narrativas. La iniciativa #NoMoreMatildas pretende que se reconozcan las aportaciones e innovaciones de las mujeres a lo largo de la historia y revindica la inclusión de estos referentes en los libros de texto, para contrarrestar los estereotipos de género y promover la vocación científica entre las niñas.

Lo cierto es que, a pesar de los esfuerzos por la participación plena de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad, el sector STEM sigue estando altamente masculinizado. Los prejuicios y los estereotipos de género continúan segregando las vocaciones profesionales de niños y niñas, manteniendo a las niñas y mujeres alejadas de los sectores relacionados con la ciencia y la tecnología. En la actualidad, las mujeres representan menos del 30% del personal investigador a nivel mundial y tan solo un 30% de mujeres cursan estudios superiores en el ámbito STEM, porcentaje que cae en picado si consideramos carreras en Ingeniería (8%) o Tecnologías de la Información (3%).

En España, la proporción de mujeres en el conjunto del personal investigador se mantiene desde el 2009 en el 39%, siendo esta representación aún más escasa si consideramos las categorías de mayor rango (21% en el rango de Catedrático, 8% entre los rectores), según revela el informe “Científicas en cifras 2017”. Los datos también evidencian una baja representación femenina en las áreas científico-tecnológicas en todos los niveles educativos, que se manifiesta ya en la educación secundaria, con menores porcentajes de matriculadas en el bachillerato de ciencias (“Igualdad en Cifras MEPF 2020”).

Estos datos son el síntoma de una realidad que necesitamos transformar, si aspiramos a vivir en una sociedad más libre e igualitaria. Incorporar una mirada de género en el mapa educativo es esencial para lograr esta transformación. La actualidad nos está invitando a estar presentes y ser artífices de esos cambios que, desde la educación, promuevan la igualdad de oportunidades y reviertan los estereotipos de género y la segregación vocacional. La educación es un excelente motor de cambio y tiene sentido actuar en todos los niveles educativos, también en la educación superior.

Ello cobra especial relevancia si consideramos los estudios superiores en formación de docentes (Magisterios, Máster en formación del profesorado), dada la profunda influencia que estos futuros docentes pueden ejercer en las expectativas académicas y profesionales de su alumnado (Sáinz y Meneses, 2018). Reflexionar sobre nuestros propios sesgos y prejuicios, trabajar activamente por moldearlos, e incorporar de forma equitativa modelos femeninos y masculinos de referencia en la enseñanza de nuestras respectivas disciplinas, son algunas de las iniciativas que podemos tomar para desencadenar ese “efecto dominó” que contribuya a mejorar las cotas de equidad en el sistema educativo y en la sociedad en su conjunto.

El proyecto de innovación docente recién puesto en marcha en la UDIMA, liderado por las profesoras Coral González y Estíbaliz Pérez, es un buen comienzo en esta dirección. Este proyecto aspira a visibilizar el trabajo de las mujeres en STEM y a proporcionar modelos de referencia femeninos para el alumnado, a través de la introducción en las aulas virtuales de contenidos y estrategias de dinamización en clave de género.

El pasado 11 de febrero se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, auspiciado por la UNESCO y ONU Mujeres. Esta celebración es un recordatorio de la importancia de la igualdad de género y de la necesidad fortalecer la presencia de mujeres y niñas en los campos de la ciencia y la tecnología. Los desafíos globales a los que nos enfrentamos, desde el cambio climático hasta la pandemia de COVID-19, requieren de la visión, la creatividad y el talento de todas y todos.

¿Pueden las nuevas tecnologías desplazar a los libros de texto en la educación de las Ciencias?

Fotografía: María Coral González

La noche europea de los investigadores, que ha tenido lugar recientemente en Madrid y en más de 370 ciudades europeas, es un proyecto de divulgación científica que entra dentro del Programa Horizonte 2020. El principal objetivo de este proyecto es acercar la Ciencia a los ciudadanos, para que conozcan el trabajo de los científicos y vean su repercusión en la vida cotidiana.

La Ciencia es un instrumento imprescindible para el desarrollo de cada individuo. No es algo que corresponda únicamente a los científicos. Sino que está dirigida a responder las preguntas que cualquiera de nosotros podamos hacernos sobre los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor, ayudándonos a descubrir el mundo que nos rodea.

La enseñanza de las Ciencias es necesaria desde las primeras etapas de la educación y no debe centrarse únicamente en la transmisión de conocimientos ya establecidos. Es fundamental que los docentes fomenten en sus alumnos el pensamiento crítico. Para ello, el profesorado debe ser capaz de utilizar nuevos materiales, recursos y estrategias para diseñar una gran variedad de actividades que motiven y despierten la curiosidad de los alumnos sobre el quehacer de la Ciencia.

Las actividades experimentales son un recurso esencial, mediante el cual los escolares pueden aprender sobre los fenómenos que nos rodean de manera práctica. Sin embargo, esto no siempre se puede llevar a cabo en el aula, debido a la falta de recursos, espacio, financiación… En este caso, una buena alternativa a la experimentación es la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Dentro de las competencias clave que la Unión Europea considera de indispensable adquisición para que los individuos alcancen un pleno desarrollo personal, social y profesional, encontramos la competencia matemática y las competencias básicas en ciencia y tecnología. Estas competencias son esenciales para el desarrollo del pensamiento científico, ya que combinan metodología científica con adquisición de destrezas tecnológicas.

Por todo esto, resulta de vital importancia que los docentes aprendan a combinar la enseñanza de las Ciencias con los recursos que nos ofrece la era de la tecnología. Los alumnos de casi cualquier etapa, en este momento, puede decirse que son nativos digitales: han nacido en la era de la inmediatez, del fácil acceso a la información y están acostumbrados a utilizar las nuevas tecnologías.

Para el profesorado, aunque menos acostumbrado a la tecnología que sus alumnos, esto puede ser una ventaja, ya que es más fácil captar la atención de los mismos, gracias a la interactividad que nos ofrecen estas nuevas herramientas tecnológicas.Además, al tener un rápido acceso a la información, los alumnos son capaces de encontrar cualquier cuestión que se les plantee en el aula, siendo ellos los principales protagonistas de la construcción de su conocimiento, algo esencial en el proceso de aprendizaje.

Algunas de las herramientas tecnológicas que podemos encontrar fácilmente y que favorecen el acercamiento a la Ciencia son aplicaciones móviles, entre las que destacan las de realidad virtual para aprender partes del cuerpo (Cardio VR) o diferenciar los distintos seres vivos (iNaturalist). Otras son páginas web, como Kids CSIC, desarrollada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, donde se pueden encontrar películas, juegos e incluso recursos para el aula, gracias a los cuales se puede motivar a los estudiantes de una manera más eficaz que con la única utilización de libros de texto.

Sin embargo, a pesar de sus múltiples beneficios, la utilización de las TIC puede conllevar algún que otro problema entre el alumnado, como la fácil dispersión de sus tareas o la búsqueda de información poco fiable. Además, los dispositivos necesarios para la utilización de las TIC no están disponibles en todos los centros, ni todas las familias pueden tener acceso a ellos. Por esto es necesario tener otras herramientas disponibles en las que apoyarse a la hora de enseñar Ciencias.

Aunque la enseñanza de las Ciencias ha de estar basada en la experimentación, siempre es necesaria una base teórica sobre la que trabajar. Los investigadores leen cientos de artículos científicos sobre un tema determinado antes de empezar a trabajar en un proyecto concreto. De igual manera, tanto el docente como el alumnado han de tener una sólida base teórica sobre la que comenzar su trabajo experimental. Aunque la base teórica no necesariamente ha de provenir de libros de texto, un docente menos experimentado en Ciencias Naturales verá un apoyo en este formato.

Los libros de texto pueden servir de apoyo para estructurar lo que se ha visto en el aula. Sin embargo, lejos de fomentar la indagación o experimentación por parte de los alumnos, suelen ofrecer las soluciones a los problemas planteados. Es decir, suelen ser textos donde se explica cada uno de los contenidos de Ciencias sin esperar que el alumno recapacite demasiado sobre ellos.  Como se decía al principio, el docente ha de impulsar en sus alumnos, el pensamiento crítico que no suelen ofrecer los libros. Ha de prepararlos para que sean aprendices ágiles y capaces de afrontar el cambio. Por esto es primordial que el profesorado llegue a un equilibrio a la hora de utilizar todas estas herramientas disponibles para el aprendizaje y sepa guiar a sus alumnos en la utilización de las mismas.

Esto nos lleva a una labor docente dura, complicada y llena de trabajo de investigación. Aunque en un principio pueda parecer una labor vacía o una pérdida de tiempo, la preparación de materiales o la búsqueda de herramientas es muchas veces la semilla que germinará dando lugar a un ambiente propicio para fomentar el aprendizaje significativo entre nuestros alumnos.