La teoría de los “Seis grados  de separación” establece, o mejor dicho establecía, que la distancia entre dos personas que no se conocen en el planeta es de seis grados, es decir, cualquiera de nosotros puede estar conectado con cualquier otra persona del planeta, a través de una cadena de desconocidos de no más de cinco intermediarios.

La teoría fue inicialmente propuesta en 1929 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy en una corta historia llamada «Chains» y el concepto está basado en la idea que el número de conocidos crece exponencialmente con el número de enlaces en la cadena, y sólo un pequeño número de enlaces son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en la población humana entera. Pero es el sociólogo Duncan Watts quien la recoge de una manera más científica en su libro «Six Degrees: The Science of a Connected Age”

Pero ayer el País publicaba una noticia, basada en otra de The New York Times sobre un estudio de Facebook en colaboración con la Universidad de Milán que demuestra que esa distancia se ha acortado a 4,74 grados.

El experimento se realizó durante un mes. Los investigadores usaron una serie de algoritmos desarrollados por la Universidad de Milán, para calcular la distancia media entre dos personas, computando un número extenso de las trayectorias de la muestra entre los usuarios de Facebook. Así averiguaron que el promedio de enlaces entre una persona elegida arbitrariamente y otra era de 4’74. En Estados Unidos donde más de la mitad de la población mayor de 13 años tiene perfil en Facebook, es incluso menor: 4’37 grados.

Aunque el estudio que publica Facebook resalta que lo más curioso es que en la experiencia real, la mayoría de nuestros amigos en la red pertenecen a nuestro mismo país, e incluso la mayoría de ellos viven muy cerca de dónde vivimos.

Y eso precisamente, concluye el estudio, es lo que hace a las redes sociales  algo único,  que ambos factores, lo global y lo local, estén conectados. Porque cualquiera puede conectar con cualquier otra persona en un número pequeño de saltos, pero al mismo tiempo se agrupan, se entrelazan, de forma muy local, con una gran mayoría de conexiones entre distancias muy cortas. El 84% de todas las conexiones están entre los usuarios  de un mismo país. Pero ésta no es la única dimensión en la que  la gente tiende a agruparse. También se ha descubierto que la gente tiende a tener un número parecido  de amigos en categorías más pequeñas, como sus vecinos, por ejemplo, y de edades muy similares.

Así se demuestra que Facebook es global y local, porque conecta a personas que están muy separadas, pero que también tiene una densa estructura local similar a las de las pequeñas comunidades.

¿Por qué no aprovechar esa dualidad en la educación? Una red social permite a nuestros alumnos conectarse entre ellos, trabajar, compartir, pero al mismo tiempo les da la posibilidad de relacionarse con estudiantes de edades similares que están a miles de kilómetros de distancia,  e intercambiar experiencias y formas de trabajar. Conocimiento, al fin y al cabo. Lo acaba de afirmar el propio creador del concepto 2.0 Tim O’Reilly, en FICOD, el Foro Internacional de Contenidos Digitales : «Las redes sociales nos permiten sacar partido del conocimiento de otras personas». Según él, Facebook se está convirtiendo en una especie de sistema operativo social que está transformando internet y piensa que los medios sociales no deben servir únicamente para retransmitir las ideas propias, sino para crear comunidad.

Creo que no ver las posibilidades educativas de las redes sociales es negarse a salir de la senda establecida y no explorar las posibilidades de un paseo por el bosque.

Los trabajos en los que se ha basado este estudio de Facebook están disponibles en:

J. Ugander, B. Karrer, L. Backstrom, C. Marlow.

The Anatomy of the Facebook Social Graph,

http://arxiv.org/abs/1111.4503

L. Backstrom, P. Boldi, M. Rosa, J. Ugander, S. Vigna.

Four Degrees of Separation,

http://arxiv.org/abs/1111.4570