En el último número de la revista Investigación y Ciencia, correspondiente al mes de marzo de 2011, Manuel Area, Catedrático de Tecnología Educativa de la Universidad de La Laguna (España) publica un breve artículo que comienza con la siguiente reflexión:
La investigación de los últimos años ha demostrado que el aprendizaje mediante tecnologías de la información y la comunicación (TIC) constituye un fenómeno complejo en el que intervienen factores de distinta naturaleza. Sabemos, desde hace casi ya treinta años, que lo que aprendemos las personas a través de cualquier tipo de técnica de información (impresa, audiovisual o digital) depende fundamentalmente de la interacción de tres factores o dimensiones: el perfil del estudiante (conocimiento previo, motivación, estilo cognitivo, edad, contexto cultural); las características del material utilizado (diseño pedagógico, contenido, interfaz, organización hipertextual y eficiencia tecnológica, entre otros); y el contexto (tipo de actividad o tarea escolar que se realiza con dicho material, organización social de la clase, demandas evaluativas, interacción comunicativa con otros alumnos, etcétera).
Como respuesta, Area indica que: Sin una renovación del modelo pedagógico, el beneficio de las tecnologías educativas es mínimo.