Estudiante matriculando al máster de abogacía

El máster de la abogacía es una auténtica garantía para quienes van a desempeñar la profesión de representante jurídico. Ya sea como abogados o como procuradores de los tribunales.

Supone, como te señalamos, una garantía sobre todo para los clientes o representados. La formación teórica y práctica que posibilitan estos estudios de posgrado se convierte en una barrera frente al intrusismo laboral. Asimismo, dota a quienes van a formar parte de las relaciones jurídicas de los conocimientos oportunos para que el sistema en el que se enmarcan funcione correctamente.

A continuación, te contamos por qué es tan relevante contar con este curso. Sigue leyendo.

Una formación obligatoria para ejercer la abogacía

En primer lugar, tenemos que destacar que cursar este máster es un requisito indispensable para quienes tienen pensado dedicarse a la profesión de abogado. En este sentido, vale la pena repasar cómo se estructura esta cadena de requisitos sin los cuales no será posible representar los intereses de las personas físicas o jurídicas en los distintos casos en los que tomen parte.

La condición de partida para ser abogado es haber completado la carrera de Derecho, que consta de 240 créditos ECTS divididos en cuatro cursos. Durante estos años de estudio, los futuros licenciados en Derecho aprenderán las nociones básicas acerca de las principales ramas del Derecho (procesal, penal, administrativo, etc.). Asimismo, podrán aprovechar los últimos cursos para especializarse en otras ramas más específicas. Como, por ejemplo, el Derecho internacional o el tributario.

Pero esta formación no es suficiente para quienes deseen trabajar como abogados, aunque sí puede serlo para puestos de asesoría jurídica en empresas. Los perfiles que ambicionen trabajar en la abogacía han de completar el grado en Derecho con la realización del conocido como máster de acceso a la abogacía.

En este sentido, ha sido clave la vigencia desde el 1 de octubre de 2011 de la Ley 34/2006, sobre el acceso a las profesiones de abogado y procurador de los tribunales. Por consiguiente, los futuros abogados deberán completar los 90 créditos (60 teóricos y 30 prácticos) de este curso de posgrado, el cual se estructura en cuatro cuatrimestres.

Pero no es este el último requisito que ha de cumplir uno de estos futuros abogados, puesto que, antes de ejercer, todavía deberá colegiarse. Lo que le permitirá hacerlo no solo en nuestro país, sino en toda la Unión Europea. Tendrá que superar un examen de setenta y cinco preguntas de test, el cual será convocado por el Ministerio de Justicia. Una vez conseguida la calificación de apto, adquirirá la condición de abogado mediante la obligatoria colegiación.

Los másteres forman al mejor abogado

Como hemos avanzado, la carrera de Derecho permite adquirir las nociones básicas acerca de las ciencias jurídicas. Pero la formación de un futuro abogado no tendría la misma competencia si este no tuviera que aprender las enseñanzas que se le proporcionan en los diferentes másteres.

Por una parte, en los cursos complementarios que puede realizar para enriquecer su especialización en algunas de las materias del grado. Un letrado puede realizar tantos másteres como pueda permitirse. Llevarlos a cabo le proporcionará expertise en áreas concretas, lo que supondrá un importante espaldarazo a su inserción laboral. Por poner dos ejemplos concretos, hoy en día son muy buscados los especialistas en Derecho digital y familiar.

Por otra parte, el máster de acceso a la abogacía sobresale, aparte de por recalcar los conceptos teóricos fundamentales de la carrera de Derecho, por aportar unas experiencias que no se consiguen a lo largo del grado. Nos referimos a las prácticas, que siempre estarán tutorizadas por expertos en el ámbito jurídico. Estas prácticas se realizan, en un gran porcentaje, en casos reales, lo que ayuda a los futuros abogados a conocer de cerca situaciones parecidas a las que tendrán que afrontar en su vida laboral.

Los aprendizajes de estos másteres sirven como una preparación imprescindible a la hora de aprobar el examen que habrá de dar paso a la colegiación. Se refrescan conceptos del grado de Derecho cuya adquisición por parte de los candidatos a letrado va a ser puesta a prueba en la citada prueba. No en vano, las universidades y los centros de formación que ofrecen estos másteres suelen esgrimir sus elevadas proporciones de aprobados, sobre los matriculados, como muestra de la calidad de estos proyectos formativos.

Pero sobre todo valen para curtir a quienes ejercerán como abogados en situaciones reales para las que los conocimientos adquiridos durante los años de la carrera no son suficientes. Todos estos másteres cuentan con acreditados profesionales del Derecho que guían a los letrados del futuro en su aprendizaje y examinan si sus evoluciones son las oportunas para llegar a este trabajo de representación.

En definitiva, el máster de la abogacía, además de obligatorio, es básico para el desempeño en condiciones de las funciones de un letrado.