Todos tenemos una visión de cómo será nuestro futuro. Esa visión va cambiando conforme nos vamos haciendo mayores y vamos conociendo el mercado laboral. Cuando se es joven, las aspiraciones son muy altas, se quiere llegar muy lejos y según van pasando los años, ese futuro imaginado, esa fantasía laboral, va cambiando, sobre todo al cambiar las prioridades y las situaciones vitales. En algunos casos, la esperanza es llegar aún más lejos de lo que se había imaginado. Otros, en cambio, se dan cuenta de que el trabajo es otro pilar más de una persona y que va acompañado de la familia y de las amistades. Pero eso no significa perder de vista las metas para la carrera profesional. De una manera u otra, establecemos objetivos laborales para así seguir desarrollándonos como personas. La clave es hacer una planificación de estas metas profesionales de manera cuidada para así conseguir metas alcanzables y motivadoras. Parece una cuestión simple, pero a veces no es tan fácil como parece, por lo que hay que tener en cuenta una serie de estrategias.
En primer lugar, es importante definir claramente lo que se quiere lograr en la carrera profesional. Esto significa identificar tanto los objetivos a corto plazo como los de largo plazo. Los objetivos a corto plazo son metas que se pueden lograr en un período de tiempo relativamente corto, como uno o dos años, mientras que los objetivos a largo plazo pueden abarcar cinco años o más. Tener una visión clara de lo que se busca permite una planificación más efectiva.
Cuando se han establecido los objetivos, es fundamental evaluar las habilidades y recursos disponibles. Esto incluye analizar las habilidades actuales, la educación, la experiencia laboral y los contactos profesionales. Identificar las brechas entre las habilidades actuales y las necesarias para alcanzar los objetivos es esencial para saber qué es necesario mejorar o adquirir.
La siguiente etapa es asegurarse de que las metas sean específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con un plazo de tiempo determinado (conocido como el acrónimo SMART). La especificidad ayuda a definir claramente lo que se quiere lograr, la medibilidad permite evaluar el progreso, la alcanzabilidad garantiza que las metas sean realistas, la relevancia asegura que estén alineadas con los intereses y valores personales, y el plazo de tiempo brinda un marco temporal para el logro de las metas.
Además, es importante ser flexible y estar dispuesto a ajustar las metas a medida que cambian las circunstancias y las oportunidades. La carrera profesional no siempre sigue un camino lineal, por lo que la capacidad de adaptación es esencial.
La búsqueda de retroalimentación y consejos de mentores y colegas también puede ser beneficiosa. Obtener diferentes perspectivas puede ayudar a refinar las metas y proporcionar orientación adicional sobre cómo alcanzarlas.
Por último, es esencial establecer un plan de acción detallado que incluya pasos concretos para lograr cada objetivo. Esto puede incluir la identificación de oportunidades de capacitación, la construcción de una red de contactos o la búsqueda de experiencias laborales relevantes. Un plan sólido proporciona dirección y estructura a la búsqueda de metas profesionales.
Hay varias razones por las que es importante establecer metas realistas. En primer lugar, nos ayudan a mantenernos enfocados y motivados. Cuando tenemos metas claras y específicas, es más probable que nos mantengamos en el camino correcto. En segundo lugar, nos brindan un sentido de logro. Cuando alcanzamos nuestras metas, nos sentimos satisfechos y motivados para seguir adelante. En tercer lugar, nos ayudan a crecer y desarrollarnos profesionalmente. Cuando nos desafiamos a nosotros mismos, nos obligamos a aprender y mejorar.