En Internet podemos encontrar multitud de artículos que aconsejan sobre los atributos que hay que buscar en la elección de un máster en dirección y administración de empresas, más conocido por sus siglas en inglés MBA, y que explican a su vez las cualidades que se deben potenciar mediante el estudio del mismo. Entre dichos atributos y cualidades ocupan lugar obligado la transmisión de conocimiento empresarial que se produce en el mismo, la calidad del profesorado volcado en la práctica privada, la capacidad de generar networking con los compañeros y profesores del máster, las dotes analíticas, el liderazgo y toda la pléyade de las llamadas habilidades blandas o emocionales que, supuestamente, determinan la diferencia entre los perfiles de candidatos a puestos de dirección y que, por lo tanto, mejoran definitivamente la empleabilidad del sujeto “masterizado”.

Se echa en falta en los programas al uso la cualidad principal en el entorno multicultural cambiante que rige la economía actual: la capacidad de pensar por sí mismo. La individualidad de un candidato se representa por medio de su capacidad de razonar por sí mismo, interpretando los datos con que cuenta para tomar las mejores decisiones posibles para su organización, y presentar las mejores ideas para llevarla a buen puerto.

De hecho, si observamos atentamente los programas académicos de los mejores másteres en la especialidad, de las más prestigiosas universidades y escuelas de negocio del mundo, generalmente en el mundo anglosajón, podemos ver como materias del estilo de la epistemología o la lógica se incluyen entre las asignaturas troncales de sus programas de másteres MBA.

Y es que no nos engañemos, lo más valioso de la cadena de valor de una organización o de un modelo de negocio son las ideas. Porque, aunque se nos diga que lo crucial es la ejecución de la idea, lo cierto es que esta ya no es cuestión más que de seguir el plan trazado, siempre que su diseño sea acertado. Ya lo decían los creadores del cuadro de mando integral: “Lo más difícil es inventar una estrategia, para lo demás ya inventamos nosotros el cuadro de mando”.

Un ejemplo real de la importancia de la capacidad de pensar por sí mismo que define al librepensador moderno es el llamado “método del caso”, utilizado por numerosas escuelas de negocio como mejor herramienta para el desarrollo intelectual práctico del alumno en su pugna por realizar una exégesis lo más acertada posible de la realidad.

En dicho método de estudio, se analiza un caso real, que puede ser de éxito, fracaso, o de cualquiera que sea la lección o “moraleja” que se pretenda inculcar en la mente de los alumnos, para posteriormente extraer las conclusiones de dicho caso e intentar aplicarlas en la resolución de problemas de sus propias organizaciones, o planteados a modo de ejercicio práctico hipotético, con la finalidad de trazar una estrategia empresarial exitosa teniendo en cuenta la enseñanza del caso.

Se trata de pulsar las necesidades latentes del mercado y convertirlas en ventajas diferenciadoras para nuestra organización.

Y si analizamos la mayoría de empresas tecnológicas que han irrumpido en la economía digital provocando la disrupción de sus respectivos modelos de negocio, todas ellas parten de una idea brillante que se apoya en dispositivos tecnológicos para hacerse realidad, pero lo crucial es la idea, no el dispositivo.

Por ejemplo, lo verdaderamente brillante de Uber no es la aplicación geolocalizadora, sino el darse cuenta del deseo latente de los usuarios de taxi de obtener un toque de distinción en sus desplazamientos urbanos, a semejanza del chófer privado en coche negro de alta gama que se estila en los segmentos superiores del transporte privado de pasajeros (chófer de lujo).

Siguiendo esta lógica, lo que verdaderamente cada uno aportamos a una empresa proviene de nuestro seno interno, la manifestación de nuestros talentos naturales que son irrepetibles en la individualidad.

Por todas estas razones entendemos que un MBA debe potenciar los talentos y habilidades individuales de los alumnos, ayudándoles a usar las herramientas de análisis a su disposición para generar las mejores ideas que servirán de base a estrategias disruptivas para ganar mercado en sus respectivos sectores.

Por ello el MBA del CEF.- se distingue de sus competidores en que hace pensar a los alumnos por sí mismos, obligándoles a generar ideas únicas de ellos mismos que no hayan sido aprendidas en ninguna lección, aparte de la de aprender a pensar.

El CEF.- lleva formando expertos en Dirección y Administración de Empresas más de 20 años, y desde un primer momento supo que la diferencia la pones tú.