El museo del siglo XXI
En este siglo XXI, nos encontramos ante un turista cultural cada vez más exigente. Éste, además, demanda nuevas formas de experimentar el arte que vayan más allá de la tradicional visita al museo. Por ello, es necesario la búsqueda de nuevos espacios de difusión, además de técnicas y soportes innovadores. La ciudad en sí misma, sus calles, sus fachadas o sus jardines brindan numerosos espacios abiertos. Si éstos se utilizan de forma adecuada y eficientemente, consiguen ofrecer nuevos contenedores expositivos innovadores y poco usuales que logran conectar con el nuevo perfil del visitante cultural.
Nuevas experiencias y soportes
Cientos de obras de arte permanecen dentro de cuatro paredes, estando su acercamiento limitado por un cordón que asegura su seguridad. Sin embargo, las exposiciones y performances en la calle permiten una mayor conexión entre arte y espectador. Se da así, un sin fin de experiencias que permiten una mayor retroalimentación y protagonismo en ambos sentidos.
El arte en la calle ofrece un gran abanico de acciones. Nos encontramos desde la exposición de determinadas obras junto a la observación por parte del público, hasta acciones más activas como la participación, la creación, el diálogo y la interacción con la obra y su autor. La interactividad es una de las principales acciones que caracterizan esta nueva perspectiva museística. Se crean así espacios inmersivos que dan la posibilidad de que el público pase de ser mero espectador a creador.
Además, hay que tener en cuenta que el medio urbano, como el natural, son objetos expositivos en sí mismos. La arquitectura es a la vez soporte y objeto, es decir, contenedor y contenido. Cada fachada puede funcionar dentro del medio urbano como un panel dentro de una exposición, ofreciendo soportes permanentes en un espacio abierto y cambiante.
Tiempo ilimitado
Frente al horario limitado de los museos tradicionales, la calle brinda un tiempo ilimitado. No obstante, hay que tener en cuenta que las obras de arte expuestas al aire libre dependen de las condiciones meteorológicas. Debido a ello, el estado de su conservación no será tan idóneo como el de las obras que se encuentran en el interior de un edificio. Por lo tanto, la duración de las exposiciones en estos espacios abiertos puede ser menor que la que se puede dar en un museo tradicional.
A ello hay que añadir la posibilidad de poder disfrutar de las diferentes tonalidades, iluminaciones y sombras que una obra de arte en la calle puede ofrecer. En el espacio abierto, ésta puede experimentar cambios no sólo durante el transcurso del día, sino a lo largo de las diferentes estaciones del año. La luz natural del sol, la luna, los fenómenos meteorológicos como la niebla, la lluvia o el viento además de otros factores como la iluminación de los focos o las farolas que se pueden encontrar en la vía pública son sólo algunos de los elementos que influyen en su presencia.
Génesis, de Sebastiao Salgado
Profesora Doctora. Departamento de Turismo y Marketing. Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA)