Texto: Raquel García Revilla y Olga Martínez Moure
Uno de los problemas que más preocupa hoy en día a la sociedad española es la ‘España Vacía’, es decir, esos lugares y áreas en los que, como consecuencia de las nuevas dinámicas demográficas, han ido quedando despoblados. Esta realidad, entronca directamente con un factor poblacional del primer orden, que es el creciente envejecimiento de la población. La población envejecida afecta a España y también a otros países del entorno europeo. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), estas son las proyecciones de población para el año 2033:
Tal y como se muestra en la figura que se acaba de exponer, el INE calcula que nuestro país tendrá 49 millones de habitantes en 2033. Si nos fijamos en la distribución por edades, el recurso que mejor nos puede dar esta información es, precisamente, la pirámide de población.
Siguiendo nuevamente al INE, la pirámide sería la siguiente:
Como muestra el INE, la proyección demográfica de la pirámide de población española en 2033 arroja dicha forma. En resumen, España envejece y este proceso demográfico ha venido acompañado de dos factores explicativos clave, por un lado, un incremento de la población mayor (unido, como no podía ser de otra manera, al incremento de la esperanza de vida) y a un descenso de la natalidad.
En muchas zonas de la España interior estos dos factores se producen de manera especialmente intensa y, en la mayor parte de las veces, al mismo tiempo. Es especialmente constatable la ausencia de niños en muchas parroquias del interior de Galicia, pudiéndose observar el cierre de muchas escuelas rurales.
La ausencia de población tiene muchas implicaciones también desde la perspectiva puramente económica, porque el trasvase poblacional del campo a la ciudad también ha conllevado la pérdida de tejido empresarial y recursos. En este contexto el turismo -concretamente el turismo rural– se ha erigido como un importante revulsivo económico, consiguiendo revitalizar zonas inicialmente despobladas.
Dentro del escenario descrito el turismo rural se ha convertido en un revulsivo económico muy importante. Además, como consecuencia de la reciente crisis económica mucha población, que estaba en las ciudades, ha retornado al campo, revitalizándose la economía local y, con ella, las tradiciones vinculadas a la tierra.
Ser protagonistas de su propio desarrollo es un factor que resulta fundamental para que los empresarios tengan iniciativas de turismo rural y un ejemplo claro de ello, es la gran cantidad de casas rurales que desarrollan su actividad en la Galicia de interior y de costa. Estas casas rurales generan puestos de trabajo, infraestructuras y contribuyen en gran medida a la generación de la sostenibilidad, en su vertiente económica, social y ambiental.
Doctora en Sociología. Profesora en UDIMA, Universidad a Distancia de Madrid.