La evaluación de la creatividad es una tarea ardua debido a la complejidad del constructo, que implica varios rasgos no sólo de personalidad, sino también cognitivos. Al no acotarse a un solo ámbito, la creatividad puede ser evaluada a través de distintos métodos, uno de los más conocidos es el empleo de test estandarizados. Antiguamente solían utilizarse e incluso equipararse los resultados obtenidos en pruebas de inteligencia, pero sobrada es la experiencia que ha demostrado que no siempre las personas con puntuaciones altas en este tipo de pruebas resultan altamente creativas, mediando en estas puntuaciones factores como la motivación o la habilidad y experiencia en tareas similares, por ello existen actualmente varios formatos de pruebas, tanto nacionales como internacionales, que centran su evaluación en este constructo.

Torrance creó un test desde la perspectiva psicométrica, el Torrance Test of Creative Thinking TTCT (Torrance, 1966), destinado a la evaluación del pensamiento divergente dentro del contexto escolar, Antes Guilford (1950), con la Prueba de Habilidades de la Estructura del Intelecto, o el Test de Wallach y Kogan (1965) y el Test de Asociaciones Remotas de Mednick (1967), como ejemplos de otras de las pruebas internacionales más conocidas y fiables para la medición del constructo, aunque no para población española. Al no verse cumplido este objetivo, al menos en nuestro país, estas pruebas han sido de gran utilidad para continuar con las investigaciones sobre creatividad, sirviendo de inspiración para algunas medidas no formales de la creatividad, como son:

- Situaciones inusuales

– Previsión de consecuencias

– Utilización no común de objetos

– Componer narraciones

– Completar dibujos a partir de unas líneas

– Asociación de palabras

En España, también han sido varios los intentos de evaluar, de manera formal, la creatividad. Aunque ha sido recientemente cuando se ha conseguido elaborar una prueba fiable y dedicada por entero a las características de la población española. Entre las pruebas más conocidas y comercializadas se encuentran tres:

– Test de Abreación para la Evaluación de la Creatividad (TAEC): Creada por De La Torre (1996), es el primer test baremado de creatividad que existe en España, se puede obtener una fiable puntuación de creatividad gráfica, aunque pasando por una complicada corrección.

– Test de Inteligencia Creativa (CREA), elaborada por Corbalán, F. J., Martínez, F., Donolo, D., Alonso, C., Tejerina, M. y Limaña, M. R. (2003) y baremada con un espectro amplio de edades (desde los seis años hasta adultos). Se trata de una prueba sencilla que nos permite conocer, de manera fiable, tan solo el índice de fluidez verbal de las personas evaluadas, tratándose de un aspecto concreto de la creatividad verbal.

– Prueba de Imaginación Creativa (PIC) de Artola, T., Ancillo, I., Mosteiro, P. y Barraca, J. (2004, 2008 y 2012) cuya fundamentación teórica se encuentra más en consonancia con los trabajos de Torrance. Supone un instrumento completo y fiable para la medida de la creatividad, tanto verbal como gráfica y consta de tres niveles separados por las edades de los sujetos:

· PIC – N (2004): Destinada sujetos de 8 a 12 años

· PIC – J (2008): Elaborada para sujetos de de 12 a 18 años

· PIC – A (2012): Destinada a sujetos adultos de más de 18 años.

Otra de las posibilidades existentes para determinar el grado de creatividad que posee una persona es la evaluación mediante expertos, también llamada CAT (Consensual Assesment Technique). Consiste en determinar la medida de la creatividad a través de expertos en un tema concreto, por ejemplo en arte o narrativa. Uno de sus handicaps puede considerarse que la evaluación se centra tan solo el producto, dejando a un lado el proceso de elaboración, siendo este factor de gran importancia en la creatividad ya que no importa tan solo el resultado, sino el camino elegido para llegar a él, pudiendo ser éste el elemento creativo de la tarea según la teoría de las cuatro “P” (Rhodes, 1961). Otro de los inconvenientes que tiene esta técnica de evaluación, es que sirve principalmente para comparar sujetos dentro de un mismo grupo, por lo que no resulta útil para valorar sujetos individuales.

Como alternativa a esta técnica, se encuentra la evaluación por parte de terceros, que aunque suele ser utilizada habitualmente dentro del contexto escolar, también puede darnos unos resultados fiables fuera de éste. Se trata de una técnica que utiliza cuestionarios, escalas de calificación o nominaciones por parte de terceros, de forma que la creatividad del sujeto es evaluada por parte de unos terceros que, se da por supuesto, que conocen y tienen una visión ajustada sobre lo que están evaluando. La validez de esta técnica recae, generalmente, en la objetividad del evaluador y la adecuación de los ítems de los instrumentos utilizados. Este hándicap convierte la técnica en una buena base de apoyo o complemento para la evaluación, pero no en un instrumento completamente útil para evaluaciones que requieran una validez de criterio y predictiva aparente.

Tras esta visión panorámica de las distintas herramientas, recaerá en el el evaluador la responsabilidad de elegir el instrumento más adecuado para el sujeto que pretende evaluar. Todos son instrumentos factibles y recomendados, como hemos visto, pero deberemos tener en cuenta las posibilidades y nuestros propios objetivos para poder elegir la o las mejores herramientas para nuestro caso.