En los años sesenta se vivió en Europa y América una auténtica paranoia nuclear. Muchos departamentos de psicología fueron consultados para determinar si era mejor que los ciudadanos tuvieran mucha información acerca de lo que pasaría si llegara a declararse de forma real una guerra nuclear, o si por el contrario sería mejor que la población ignorara qué podría ocurrirles en un momento semejante, confiando en que nunca llegaría ese momento. La mayor parte de los gobiernos transmitían a los ciudadanos la idea de que una guerra nuclear sería muy mortífera pero no tan letal como para que se destruyera la organización social. La BBC encargó a Peter Watkins rodar un documental para mostrar los efectos de una guerra nuclear, y en el año 1965 lo terminó con el nombre The war game, y la BBC no lo transmitió porque el documental rodado mostraba cómo era realmente una guerra nuclear y tuvieron miedo del miedo.
Hace una semana el New York Time publicó una noticia sobre el documento gubernamental para adiestrar a la población sobre qué hacer en caso de una explosión nuclear, esta vez motivada por un posible taque terrorista. El documento se puede encontrar en la red en la dirección siguiente http://hps.org/hsc/documents/Planning_Guidance_for_Response_to_a_Nuclear_Detonation-2nd_Edition_FINAL.pdf
Parece que vuelve a plantearse la misma pregunta que en los años sesenta, esto es ¿qué decir a los ciudadanos sobre los resultados de un ataque terrorista nuclear? En apariencia los gobernantes desean ofrecer esperanza a las víctimas de un ataque nuclear con un documento como el mencionado. Se supone que ha habido psicólogos, aparte de médicos, y otros muchos científicos, que han ayudado a elaborar el informe y se sigue percibiendo el mismo síndrome que hace décadas, los responsables de ofrecer información siguen teniendo miedo al miedo.
Doctora en Psicología. Profesora de Evaluación Psicológica, Psicodiagnóstico y Psicogerontología en UDIMA, Universidad a Distancia de Madrid.