En el siglo pasado, el miedo de los ciudadanos de Europa y en gran parte del mundo, se concentraba en las guerras, sobre todo con dos guerras mundiales devastadoras y varias guerras civiles, como las sufridas por España y la antigua Yugoslavia. Hoy por hoy parece que, en parte, hemos superado el miedo a la guerra, por lo menos en Europa y los países implicados en esas horribles contiendas del siglo pasado. En estos días que corren parece haberse instalado en  “el alma” de la mayoría de los ciudadanos,  otro tipo de miedo, el miedo a perderlo todo y desposeerse lentamente de su estatus social y económico. Este es un miedo distinto a la muerte, es un miedo que “va calando” poco a poco hasta inundar y paralizar por completo a las personas. No es un miedo real, sino algo que nos bombardea a diario con imágenes, noticias y sentencias que nos van generando, por anticipación, una serie de situaciones desagradables. Si analizamos el miedo, sabemos que es una respuesta psico-emocional que anticipa acontecimientos desastrosos para la persona y que suele actuar como un bucle que se retroalimenta paralizando y anulando más y más a la persona. A lo largo de la historia de la humanidad ha existido “un poder establecido” cuyo objetivo era mantener a los ciudadanos bajo el yugo del miedo, ya sea con artimañas de poderes ocultos del más allá, o mediante la doblegación, a través del terror de las armas, en manos de “un ser humano”, más humano que nunca, y que obedecía a su innata tiranía de poder sobre los demás. Hoy por hoy ha emergido un tipo de miedo que se ejerce de otra forma, con un estilo de tiranía distinta, pero sin dejar de ser puramente humano, es un miedo que se impone a través de la especulación económica en los mercados bursátiles, blandiendo un escudo de armas muy particular, en el que aparece un mundo sin fronteras, sin límites y sin reglas y, lo que es peor aún, sin ningún tipo de escrúpulo que pueda frenar la práctica de un “libre mercado” que se expande a una velocidad vertiginosa, más rápidamente que cualquier forma de cruzada que pretendiese aniquilar, a lo largo de la historia, al infiel, en este caso económico, y cuya única consigna es enriquecerse sin escrúpulos empobreciendo a personas y países, sin remordimiento alguno y sin reparar en las consecuencias.

El infiel de esta nueva cruzada no puede hacer nada para hacer frente y luchar, y no doblegarse ante el nuevo poder sociopolítico universal, el neoliberalismo extremo, que le ha generado una nueva sensación de indefensión ante uno de los grandes miedos del siglo XXI.

Julio Íñiguez Martínez, 20 de mayo de 2012.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/05/19/actualidad/1337446569_992887.html