El pasado 21 de marzo visitó nuestra universidad el profesor Gian Vittorio Caprara, de la Università La Sapienza, de Roma, experto internacionalmente reconocido en psicología de la personalidad, que estos últimos años se dedica especialmente a la psicología de la economía y la política. En esta ocasión habló ante los profesores de la UDIMA sobre la relación entre los rasgos de personalidad y las ideas políticas, en una conferencia que despertó vivo interés y alguna que otra crítica.
La tesis fundamental del profesor Caprara era que la acción política (incluyendo tanto las ideas como la participación) depende más de variables de personalidad, como los rasgos y los valores, que de las variables sociológicas que tradicionalmente venían teniéndose en cuenta a la hora de predecir la orientación política de la población: edad, sexo, educación, clase social, creencias religiosas, afiliación sindical, etc. Puso además de manifiesto, sobre la base de numerosos estudios, que la percepción que se tiene del político (del personaje público en general) es extremadamente simplificada, reteniéndose por lo común solo dos de los cinco grandes rasgos en que se suele enmarcar la personalidad (extraversión, apertura, responsabilidad, amabilidad, estabilidad emocional), y que se vota según los valores con los que nos identificamos (apertura al cambio, transcencencia, autoafirmación, conservación), que reconocemos sumariamente en nuestro candidato preferido. Todo ello ilustrado con numerosos ejemplos de la política italiana y española.
Además de sus estudios estrictamente psicológicos, el prof. Caprara compartió con el profesorado de la UDIMA algunas reflexiones personales sobre la evolución de la democracia en los últimos años, afirmando que, en su opinión, había disminuido notablemente la distancia que antaño separaba (como tipos humanos) a los electores de los candidatos, y que, paradójicamente, la menor participación política que en muchos lugares podía observarse no significaba necesariamente falta de madurez democrática, ya que la abstención no suponía en muchos casos mera ignorancia o indiferencia, sino que era fruto del desengaño, y estaba por tanto cargada de intencionalidad y significación.
En la ronda de preguntas los participantes hicieron observaciones relativas a la importancia de la adscripción religiosa o sindical y otras variables sociológicas, la influencia ejercida por los líderes en sus propios partidos, e incluso la validez de ciertas estadísticas utilizadas.
El acto nos dejó con ganas de repetir. Esperamos volver a contar de nuevo con su presencia.