Se acaba un largo día de trabajo, de familia, de responsabilidades, de listas interminables de cosas que hay que hacer… En teoría, debes estar exhausto, pero a la hora de ponerse a dormir… los ojos siguen como platos. Y la desesperación se apodera de nuestra mente y, por tanto, se tarda aún más en conciliar el sueño, y cuando se hace, nos da la sensación de que no ha sido tan reparador como esperábamos. Es una situación más habitual de lo que creemos, y no pasa nada.

Solo hay que ser consciente y tomar medidas para intentar cambiar esta situación, buscando así el descanso reparador que tanto nos hace falta. El sueño es la clave, a mayor descanso nocturno, mejor bienestar físico y mental se tiene. Y sino, solo hay que pensar en esos días en los que, por lo que sea, no se ha podido dormir lo suficiente. Aparte de tener mucho sueño, nuestro carácter se agría y estamos más irascibles. Es normal, no hemos descansado lo suficiente. Pero esto se puede cambiar, podemos adoptar prácticas saludables que pueden marcar la diferencia, y que se consigue siguiendo una serie de consejos.

La National Sleep Foundation sugiere que, en general, los adultos deben apuntar a dormir entre siete y nueve horas por noche. Sin embargo, la necesidad individual puede variar, siendo crucial identificar la cantidad óptima que garantice un rendimiento óptimo durante el día y promueva una salud a largo plazo.

El establecimiento de rutinas antes de acostarse puede desempeñar un papel crucial en la calidad del sueño. Se aconseja crear un ambiente propicio para dormir, manteniendo una temperatura adecuada y reduciendo la exposición a pantallas electrónicas al menos una hora antes de acostarse. Además, actividades relajantes, como la lectura o la meditación, pueden ayudar a preparar la mente y el cuerpo para el descanso.

Diversos remedios caseros han sido respaldados por la investigación como métodos efectivos para mejorar la calidad del sueño. La infusión de valeriana, por ejemplo, ha mostrado propiedades sedantes que pueden contribuir a conciliar el sueño. Asimismo, la aromaterapia con aceites esenciales relajantes, como la lavanda, ha demostrado beneficios para inducir el sueño.

Ajustar el entorno en el que se duerme puede tener un impacto significativo. Mantener la habitación oscura y silenciosa, así como invertir en un colchón y almohadas de calidad, son prácticas esenciales. Controlar la temperatura ambiente también es clave, ya que un ambiente fresco suele ser más propicio para un sueño profundo y reparador.

Reducir la estimulación antes de dormir es crucial. Evitar alimentos y bebidas estimulantes, como la cafeína, al menos cuatro o seis horas antes de acostarse, puede facilitar el proceso de conciliación del sueño. Además, limitar el consumo de alcohol, que puede interrumpir el ciclo del sueño, es aconsejable para una óptima calidad del descanso nocturno.

La actividad física regular está vinculada a un mejor sueño. La realización de ejercicios moderados, preferiblemente en las primeras horas del día, puede contribuir a regular el ciclo del sueño. Sin embargo, es importante evitar entrenamientos intensos justo antes de acostarse, ya que pueden tener un efecto contrario.

En casos de trastornos del sueño persistentes, es imperativo buscar la orientación de profesionales de la salud. Un diagnóstico adecuado por parte de médicos especializados en sueño puede revelar condiciones subyacentes y proporcionar tratamientos personalizados, como la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (CBT-I), que ha demostrado ser eficaz en muchos casos.

Siguiendo estos consejos, se puede mejorar la calidad de su sueño y disfrutar de los beneficios de un buen descanso.