En el estudio de los templarios se fusionan la ciencia histórica y la leyenda. La Orden del Temple, que nació en 1119-1120 con el objetivo de salvaguardar a los peregrinos que viajaban a los Santos Lugares, estuvo muy ligada a las sociedades peninsulares desde todas las vertientes. Por el Camino de Santiago se puede seguir la huella al estandarte blanco pues, de su paso por nuestras tierras, ha quedado constancia en los documentos, en la arquitectura y en las tradiciones orales que mantienen la memoria de la cruz y de la espada. Así lo atestiguan de norte a sur Eunate, Sepúlveda y la Vera Cruz segoviana, Torija, Yuncos, Lepe…

Hablar de los templarios supone acercarse al misterio y a la mística. El mito estaba gestado cuando, en pleno apogeo, el gran maestre Jacques de Molay sucumbió en la hoguera parisina mirando a Notre Dame. Así, frente a la extenuación provocada por una decisión arbitraria, el Romanticismo los exaltó y el ocultismo inyectó al devenir de estos guerreros nuevas notas enigmáticas, haciéndolos protagonistas de hazañas de ficción. Actualmente su fuerza simbólica es tal, que casi pudiéramos hablar de una identidad recíproca entre el Temple y la Edad Media.

En mi nuevo libro, Enclaves templarios, ofrezco un viaje por más de 500 monumentos españoles que fueron regentados por los caballeros pobres. Os dejo el booktrailer.

María Lara Martínez

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