La literatura está llena de leyendas, pero también de historia. Algunas novelas o dramas teatrales reflejan una realidad social de una época determinada pero los personajes que están incluidos en esa realidad son inventados, ficticios. Pero en otros casos, la realidad no solo está en el espacio y en el tiempo, sino también en los protagonistas de la acción. Gracias a estos libros, que llevan un pedacito de historia, podemos saber algo más sobre ese momento, sobre esa época, sobre esa sociedad en concreto y ese personaje del que habla. Ese es el caso del Cantar del Mio Cid, un cantar de gesta que relata las hazañas de un héroe histórico, Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como El Cid Campeador que vivió y luchó en importantes batallas con la intención de recuperar la honra perdida, al ser desterrado por el rey Alfonso VI tras haber perdido su confianza en él. Fue un noble castellano que sirvió a varios reyes cristianos y musulmanes durante el siglo XI en la Península Ibérica. Fue un valiente guerrero, muy leal con los suyos, y muy bueno en el campo de batalla. 

Tanto es así, que sus hazañas se reflejaron en el Cantar del Mio Cid, un cantar de gesta anónima escrita supuestamente poco después de la muerte de El Cid. La obra está inspirada en eventos reales, pero lleva consigo elementos fantásticos y dramatizados para crear un relato épico, como el momento de la visita del arcángel o de la lucha contra el león. Y es que hay que recordar que este cantar se empezaría a recitar poco después de la muerte del valiente guerrero, siendo los juglares los encargados de contarla a un público ávido de noticias de fuera de su pueblo o ciudad. Con el transcurso de los años, los juglares empezarían a adornar el relato para así facilitar que el pueblo o los espectadores se quedaran prendados de este personaje.

A lo largo de los siglos, la figura de El Cid ha sido distorsionada y mitificada. En algunas representaciones, se le ha retratado como un héroe impecable y virtuoso, mientras que en otras, se ha enfocado en aspectos más oscuros de su personalidad. Estas interpretaciones divergentes han contribuido a la creación de una imagen compleja y multifacética de El Cid, que varía según la época y el contexto cultural en el que se le representa.

Rodrigo Díaz nació en Vivar del Cid, un pueblo de Burgos, alrededor del año 1048. Era un infanzón, es decir, un hidalgo de la categoría social menos elevada. A pesar de su origen humilde, Rodrigo Díaz se convirtió en uno de los caballeros más destacados de su época.

En 1072, el rey Alfonso VI de Castilla lo nombró alférez real, un cargo equivalente al de capitán general del ejército. Rodrigo Díaz desempeñó un papel decisivo en la lucha contra los musulmanes, y sus victorias le granjearon el sobrenombre de «Campeador».

En 1081, Alfonso VI destituyó a Rodrigo Díaz de su cargo por razones que no están claras. El Cid fue desterrado de Castilla y se vio obligado a exiliarse en tierras musulmanas.

Durante su exilio, Rodrigo Díaz estableció un señorío independiente en el Levante de España. Llevó a cabo una serie de campañas militares contra los musulmanes, y sus victorias le permitieron conquistar Valencia en 1094. Gracias a esas victorias, el Cid se ganó otra vez el favor del rey, ya que le enviaba parte del botín ganado tras las batallas. 

En 1099, Rodrigo Díaz murió en Valencia. Su cuerpo fue trasladado a Burgos, donde fue enterrado en la catedral.

Por tanto, era un personaje histórico, pero su realidad fue mucho más compleja que la que nos da el cantar. El Cid era un hombre de acción, y su vida estuvo marcada por la violencia y la guerra. También era un hombre ambicioso, y no dudó en utilizar la fuerza para alcanzar sus objetivos.

El Cid es una figura histórica y legendaria que ha cautivado la imaginación de los españoles durante siglos. El Cantar de mio Cid es una obra maestra de la literatura española que ha contribuido a forjar la identidad nacional española. Tanto es así, que se han hecho películas sobre este libro, siendo la de Charlon Heston una de las más importantes, aunque incluso ha habido una de dibujos animados. 

Eso sí, el Cantar del Mio Cid es una obra literaria. No se puede considerar una fuente histórica a pesar de que trate de la vida de un personaje que realmente vivió en esa zona. Y es que la realidad histórica del Cid es mucho más compleja que la versión que nos ofrece la obra.