El refrán encaja a la perfección si atendemos a la alimentación como fuente de la historia, que lo es, cuando menos, como complemento esencial para entender lo que somos y respuesta, muchas veces, para explicar lo que hemos creado como sociedad.

«Desde el momento del nacimiento, el ser humano siente necesidad de comer. Antes, en el proceso de gestación, el feto ya ha ido tomando nutrientes. Comer es un deleite para las personas, no solo una necesidad fisiológica. La nutrición es una función básica desde la Prehistoria, desde la aparición de la humanidad sobre la Tierra”, afirma Laura Lara, profesora del Grado en Historia de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, quien, no obstante, advierte que la apariencia de los individuos ha cambiado considerablemente desde el Pleistoceno.

“El hábitat ha cambiado y, como rey de la Creación o parte del ecosistema, si tenemos en cuenta paradigmas creacionistas o evolucionistas, el hombre y la mujer son permeables a los cambios ambientales y su alimentación queda condicionada por ellos”, agrega.

En este contexto, abunda la investigadora de la UDIMA, la búsqueda y la preparación de los alimentos “ha marcado la distribución de roles; la religión ha condicionado los usos gastronómicos; los aromas culinarios han servido de pista para los espías y familiares del Santo Oficio; cuando se investiga la etnografía de los pueblos, en la mayor parte de los casos aparece la cocina; y en multitud de refranes los platos están presentes, muestra del peso de la cuchara y del tenedor, o de las manos, porque hubo un tiempo pretérito en que no había cubiertos».  

De todo ello habló Laura Lara en el VII Congreso Internacional de Historia Comarcal ‘Antropología histórica de la Humanidad. De la depredación a los transgénicos’, organizado por la Universidad Católica de Valencia, bajo la dirección del Profesor Francisco Abelardo Cardells, y que han permitido explorar en clave histórica la utilización de los recursos de la naturaleza, así como el valor simbólico de los alimentos en las religiones, como el judaísmo, el cristianismo y el islam.

Laura Lara, profesora de Historia Contemporánea y de Historia de la Educación, pronunció la conferencia inaugural del Congreso, donde habló sobre ‘La alimentación en la Historia de la humanidad’ y, mediante un examen pormenorizado de fuentes sobre gastronomía, fue detallando los ingredientes empleados en distintas civilizaciones, con tratados como ‘De re coquinaria’ del romano Apicio, o legajos del Archivo de Indias acerca de las carencias nutritivas de los  tripulantes en las travesías a América, o documentación del Archivo General de la Administración sobre la evolución de la comida en el siglo XX.

Asimismo, focalizando en la Historia de España, rastreó el hambre y la opulencia en la Historia reciente, desde la Guerra Civil a nuestros días, a través del análisis del teatro, del cine y de la música.

Pero no fue la única profesora de la UDIMA en intervenir en este evento. María Lara, profesora de Historia Moderna y Antropología, impartió la conferencia ‘La dieta de Don Quijote. A través del estudio de las Novelas Ejemplares y de El Quijote’, en la que señaló los usos gastronómicos en el siglo XVII, detallando las recetas que se preparaban en época de Cervantes, las pautas alimenticias en la sociedad estamental y las expectativas que se tenían sobre la mesa en la sociedad preindustrial.

En paralelo, y basándose en el examen pormenorizado de las fuentes literarias, los documentos de archivo (especialmente inquisitoriales) y en el trabajo etnográfico, María Lara analizó cómo podría ser la casa ideal de Don Quijote.