Comparto la idea de Javier Martínez, Gerente de desarrollo de Proyectos de GEC (Chile), cuando afirma que “El papel del tutor virtual es (…) ayudar a que los alumnos aprendan y, más concretamente, favorecer que las personas aprendan a pensar y decidir por sí mismas. Los tutores van a tener que especializarse en aquello en que sean mejores que los ordenadores. Aspectos como relacionarse con los demás, comunicarse efectivamente, funcionar en la compleja sociedad actual o manejar el estrés son cruciales y tienen un componente humano muy importante. Podemos poner a los ordenadores a buscar, almacenar, memorizar y entregarnos información mientras las personas dedicamos nuestro tiempo, esfuerzo y cerebro a pensar, soñar e imaginar. Hay que dejar que los ordenadores hagan el trabajo sucio”. Creo que en estas breves líneas se resume el nuevo rol del profesor-tutor. Pasa de ser un controlador o director del aula a ser un entrenador, guía y acompañante en el proceso de descubrimiento o aprendizaje. Y más concretamente, el rol del profesor-tutor en un curso para dirección podemos definirlo como una persona-recurso que apoyará el trabajo del participante tanto a nivel individual como de grupo, y tanto en aspectos metodológicos, resolución de problemas asociados al contenido del curso y situaciones que tengan que ver con el manejo de la tecnología como en aspectos personales, empresariales y sociales.

El rol que desempeña el profesor como tutor virtual y presencial será fundamental para garantizar la calidad y eficacia del proceso formativo realizado por el empresario. Según Cabero se pueden distinguir cinco roles básicos a desempeñar por el tutor virtual:
• Rol de Diseñador
• Rol de Evaluador y Seleccionador de TIC
• Rol de Consultor de información
• Rol de Orientador
• Rol de Evaluador Continuo
En este sentido, y tal como señala Ryan y otros (2000) el rol del tutor contribuye a la creación del conocimiento especializado, centra la discusión sobre los puntos críticos, contesta a preguntas, responde a las diferentes contribuciones de los participantes y las sintetiza. También potencia una atmósfera de colaboración en línea entre los diferentes participantes, se lleva el tiempo de las intervenciones y se marca la agenda para el desarrollo y exposición de los temas, y por otro lado, se establecen las normas de funcionamiento del proceso formativo, y se orienta sobre el comportamiento técnico de las diferentes herramientas de comunicación que podrán ser utilizadas.
De lo anterior, según Cabero (2004), se derivan cinco funciones principales del tutor virtual: Función académica, social, organizativa, orientadora y técnica.
Haciendo un resumen de las competencias presentadas por Zabala (2007), Comisión Europea (2007), Torrego (2008), Baker (2002) podemos relacionarlas con las funciones que según Cabero debe tener el profesorado:
• Función Académica: Dominio académico, que llevará al profesor-tutor a realizar diferentes cuestiones, desde facilitar la comprensión y explicación de los contenidos, realizar seguimiento de la interiorización de dichos contenidos hasta la evaluación de los estudiantes, realizando actividades específicas para el afianzamiento de los contenidos.
• Función Social: Creación de un ambiente socioemocional positivo para el aprendizaje.
• Función Organizativa: Estructuración de las ejecuciones a desarrollar, con una explicación muy clara de las normas de funcionamiento, tiempos asignados o material necesario.
• Función Orientadora: Asesoramiento personalizado a los estudiantes en distintos aspectos referidos a las técnicas y estrategias de formación, así como a su motivación para la acción formativa en la que se encuentra inmerso y la realización de diferentes actividades.
• Función Técnica: Asegurarse de que los estudiantes tienen cierto dominio de las herramientas del entorno donde trabajarán (herramientas de comunicación (sincrónica y asincrónica) y de trabajo (descarga de ficheros, por ejemplo). Y resolución de dudas técnicas de poca envergadura.
Además de lo expuesto anteriormente y dada mi experiencia en el mundo de la empresa, creo que es interesante poner en paralelo las cualidades y habilidades que debe tener un buen líder y un entrenamiento efectivo con las cualidades y habilidades de un profesor (que debe ser líder en muchos aspectos) y un proceso de enseñanza-aprendizaje. De esta forma me gustaría contribuir a complementar la exposición anterior sobre el papel del profesor-tutor y con ello abrir una puerta a la reflexión.
El Prof. Jose Mª Rodríguez Porras (2004) enumeraba así las cualidades de un Buen Líder:
1. “Tiene los conocimientos y las habilidades propios de su ámbito de actividad, por lo que despierta confianza en su competencia”. Podríamos decir que cumple la función académica de profesor.
2. “Es íntegro, por lo que genera confianza en la rectitud de sus intenciones”. No hemos hablado explícitamente de la función motivadora del profesor-tutor, podría incluirse en la función orientadora.
3. “Es consciente de su propia valía, lo que permite asumir riesgos y responsabilidades”, esta forma de actuar por “contagio” llega a los estudiantes. Lo que les permite un desarrollo integral como personas.
4. “Es tenaz ante las dificultades, pues los procesos de cambio, cuya gestión le corresponde, son siempre dolorosos y cargados de incertidumbre”. En nuestro caso, el futuro que espera a los estudiantes es incierto y cambiante, por lo que el inculcar una predisposición al cambio y flexibilidad debe ser una de las tareas del profesor-tutor.
5. “Adopta iniciativas innovadoras y así marca el camino a seguir”. La imaginación es una poderosa herramienta para aprender y es una de las llaves para la innovación.
6. “Conoce a las personas, sus capacidades, sus aspiraciones y motivaciones, y trata a cada colaborador según sus peculiaridades personales”. Función esencial del profesor-tutor.
7. “Espera lo mejor de los demás, porque cuando tratamos a los demás como deberían ser, contribuimos a hacerlos mejores”
8. “Se interesa por sus colaboradores (estudiantes), por su bienestar y su desarrollo profesional, porque son personas y tienen un valor incalculable”.
9. “Escucha (o ene l caso del profesor virtual, en ocasiones lee o atiende) para conocer los problemas de los colaboradores (estudiantes) y prestarles el apoyo necesario”
10. “Acuerda metas alcanzables con los colaboradores (estudiantes), pues el éxito eleva las aspiraciones y alienta los logros más ambiciosos. Objetivos SMART (Specific, Measurable, Achievable, Relevant, Trackable)”
11. “Comunica las metas con claridad y con entusiasmo, para que los colaboradores sepan lo que está en juego (su aprendizaje) y conozcan el camino a seguir”.
12. “Reconoce los logros de los colaboradores (estudiantes), porque ello les alienta a seguir mejorando”.
13. “Es firme y considerado cuando llama la atención a un colaborador que no cumple los estándares establecidos. Al propio tiempo le orienta y le apoya”.
14. “Entrena con tacto y con paciencia, porque es quien está en mejor situación apra hacerlo y es su responsabilidad”.

Con respecto a las condiciones de un entrenamiento efectivo podemos deducir que:
– El participante debe estar dispuesto a recibir el “entrenamiento”. Esta disposición sólo se producirá si el participante percibe el “entrenamiento” como una oportunidad de mejora
– El profesor: Actitud de respeto hacia el participante. Postura permanente de ayudarle a mejorar, huyendo de juicios personales.
– Pacto Profesor/Participante: Un “pacto” entre el profesor y el participante, por el que el primero se compromete a “entrenar” y el segundo a aprender el “entrenamiento”
– Ambiente: Un ambiente relajado que deja holgura suficiente para que el “entrenamiento” se desarrolle con la serenidad que requiere.
– Versatilidad: Un estilo de “acompañamiento” suficientemente versátil para incorporar funciones tan diferentes como dirigir, evaluar o “entrenar”.
Habilidades del “entrenador”/profesor:
– Habilidad para observar la actuación del estudiante para identificar áreas de mejora.
– Habilidad para identificar los factores determinantes de la carencia observada, siempre contemplada como una oportunidad de mejora.
– Habilidad para dar feed-back al estudiante a fin de que tome conciencia de los efectos positivos y negativos de su conducta y de la consiguiente oportunidad de mejora.
– Habilidad para mostrar al estudiante el modo de mejorar, dándole instrucciones precisas.
– Y en todo caso enseñando con su ejemplo.

Por último me gustaría resaltar el planteamiento de Salmon que es base de todo lo expuesto anteriormente: “…para que una situación de formación en línea funcione debe apoyarse en dos requisitos básicos: el profesor y el diseño de los materiales”