Llevamos meses hablando de la inteligencia artificial (IA). De los retos y desafíos que supone en el mundo educativo y de los posibles cambios que sufrirá la actividad docente para afrontarlos, sobre todo en la educación superior. Si preguntamos a los docentes universitarios, en sus respuestas se vislumbra su preocupación frente a esta tecnología emergente, que parece avanzar sin control e incluso cuestionar el papel del profesor. Pero, ¿la IA supone realmente una amenaza o una oportunidad de mejora en el proceso de enseñanza y aprendizaje?
Según el informe anual elaborado por BlinkLearning sobre el uso de la tecnología en la educación, en el año 2022, 2 de cada 3 docentes considera que el uso de las TIC ha mejorado los niveles de motivación de los estudiantes. Y 9 de cada 10 utilizan contenidos digitales en sus clases, si bien en el caso de nuestro país esos contenidos son fundamentalmente los libros digitales de las editoriales. No podemos negar que las tecnologías están cambiando la forma en que enseñamos y aprendemos, y la IA se vislumbra como un titán en ese proceso transformador.
Una de las principales aplicaciones de la IA en la educación es la personalización del aprendizaje. Los educadores pueden adaptar el contenido, el ritmo y el enfoque de la enseñanza para satisfacer las necesidades y habilidades individuales de cada estudiante. Esto puede mejorar significativamente el rendimiento académico y la motivación. Además de la personalización, la IA también está siendo utilizada para la identificación temprana de problemas de aprendizaje. Los sistemas de inteligencia artificial pueden analizar los datos de los estudiantes para identificar patrones y señales tempranas de dificultades de aprendizaje, mejorando el éxito académico.
Inteligencia artificial: imitación humana
Ahora pensemos en estrategias concretas que pueden ofrecernos las herramientas de IA en el día a día del aula. Podemos crear preguntas sobre cualquier texto y proporcionar las claves de respuesta; crear rúbricas individualizadas, generando objetivos específicos para cada estudiante; lanzar nuevos debates para discusiones grupales en clase sobre cualquier tema; e incluso corregir exámenes con ayuda de la IA. En efecto, es una tecnología capaz de imitar las capacidades de la mente humana: puede pensar, aprender, crear y planear.
Entonces, ¿puede competir un profesor con una inteligencia artificial? Pues bien, solo podremos hacernos esta pregunta cuando una IA sea capaz de comprender, de tomar decisiones, de mirar a los ojos a un estudiante y de valorar todo lo que no puede expresarse con palabras. Sería un competidor si el profesor fuera un mero transmisor de contenido, pero afortunadamente todos sabemos que la labor docente está muy alejada de ese cliché.
No tengamos miedo. Ninguna inteligencia artificial es una fuerza destructiva por sí misma, sino una herramienta que puede ser utilizada para mejorar diversos aspectos de la vida, incluyendo la educación. Con eso en mente, ¿qué te parecería saber que parte de este texto ha sido escrito por una herramienta de inteligencia artificial?
¿Te sorprendería o te parecería algo natural en la era de la transformación digital que he venido defendiendo? Sea cual sea tu respuesta, lo que es seguro es que la tecnología seguirá evolucionando y cambiando nuestra forma de enseñar, comunicarnos y crear contenido en el futuro. Acerquémonos a ella de forma consciente y responsable.