Después de años de experiencia trabajando en el mundo de la infancia, te das cuenta de que una de las principales preocupaciones que te llegan de las familias, así como de los maestros, acerca de sus hijos y/o alumnos, se centra en el desarrollo del lenguaje. Es muy frecuente escuchar frases como “es que aún no dice ni una palabra”, “lo entiende todo, pero no habla”, “no se le entiende, habla mal”.
Es importante discernir entre los que se puede considerar desarrollo normotípico o patológico. De tal manera podremos tranquilizar a nuestras familias en los casos cuyas sospechas se encuentren dentro del proceso madurativo de su hijo, o dar la voz de alarma para una posible derivación a la orientadora del centro y/o a la maestra de audición y lenguaje para una evaluación específica de cara a la toma de decisiones.
Por ello, es de suma importancia que los maestros de educación infantil conozcan las características del desarrollo evolutivo del lenguaje de los niños en esta etapa educativa. Y que sean conocedores de posibles signos de alarma que nos harán tomar las decisiones oportunas para ajustarnos a las necesidades de cada uno de nuestros alumnos.
En primer lugar, es imprescindible conocer la diferencia entre comunicación, lenguaje y habla. Entendemos por comunicación el proceso de intercambio de información, el cual no tiene por qué ser necesariamente a través de la palabra. Por ejemplo, un bebé cuando llora puede que esté intentando comunicar a su madre que tiene hambre, y la madre es capaz de interpretar dicho mensaje sin necesidad de que el bebé haya utilizado el lenguaje oral. El lenguaje es un código que se usa en un proceso comunicativo, el cual tiene unas reglas que las personas que lo usan deben conocer para que la comunicación sea eficaz. Este código puede ser a través de signos, palabras o imágenes. Y, por último, el habla, que se refiere al lenguaje oral, donde nuestros órganos bucofonatorios se mueven de manera coordinada para producir los diferentes fonemas que componen las palabras.
Si nos centramos en el desarrollo del lenguaje de segundo ciclo de Educación Infantil, es decir, de 3 a 6 años, es importante que conozcamos las principales características de estas edades y sus principales signos de alarma:
Cuando un niño tiene 3 años ya es capaz de comunicarse con frases sencillas, incluso va enriqueciendo estas con preposiciones. Aún presentan múltiples errores de articulación de los fonemas, ya que adquieren primero fonemas como /m/, /n/, /p/, /t/, /b/, /g/. Usan su lenguaje para hacer preguntas, expresar ideas y sentimientos o describir objetos por su uso. Tendremos en cuenta signos de alarma como que no se relacione con otros niños, que no haga frases sencillas, que su habla sea ininteligible o que confunda palabras por su significado.
A los 4 años continúan enriqueciendo su lenguaje, en el que ya hacen preguntas más complejas con la partícula interrogativa “¿por qué?”. Identifican adverbios de tiempo, elementos a partir de la escucha de su definición o ellos mismos definen objetos. Van adquiriendo fonemas más complejos como /f/, /d/, /l/, /z/, /r/, /s/.
Signos de alarma en esta edad serán si presentan dificultades para comprender frases largas, si no hacen preguntas, presentan un vocabulario reducido, o muestran un habla telegráfica.
Cuando hablamos de niños de 5 años, podemos decir que ya son capaces de articular los fonemas más complejos como son /rr/, /s/, /z/ o las sílabas trabadas. Utilizan su lenguaje para narrar cuentos o contar historias, contestan a preguntas complejas y entienden secuencias de tiempo. A esta edad debe preocuparnos si no son capaces de mantener una conversación, si no usan frases para comunicarse o si persisten errores articulatorios.
Es importante que se tenga en cuenta que cada niño tiene un ritmo evolutivo diferente y, por ello, debemos ser grandes observadores, detectando si las dificultades son puntuales, si se desvanecen en el tiempo con la maduración del niño, o si estas persisten. En el caso de que tengamos dudas o que veamos que las dificultades se mantienen es importante derivar al orientador del centro o a la maestra de audición y lenguaje, como se comentaba con anterioridad, siempre dependiendo de las características y recursos de cada centro educativo. En algunos colegios incluso no contarán con estos recursos, entonces deberemos derivar a las familias ante sospechas que pudieran surgir, a su pediatra habitual o al especialista de este ámbito: el logopeda.
Este texto únicamente describe pinceladas sobre la intervención temprana en el lenguaje, pero pretende despertar la curiosidad de todos los maestros y maestras de Educación Infantil para seguir ampliando los conocimientos en este ámbito, ya que la práctica profesional planteará diversas situaciones donde una respuesta precoz y eficaz solventará en los niños dificultades de autoestima, relaciones sociales y/o aprendizaje.