La nueva realidad con la que hemos iniciado el curso escolar 2020/21 en el que todo está marcado por los protocolos puestos en marcha con motivo de la pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de reflexionar sobre múltiples aspectos. En este caso propongo una reflexión sobre el uso de las mascarillas obligatorias en edad escolar, a partir de los seis años de edad, y cómo puede influir en el proceso de aprendizaje y de relación social de un determinado número de alumnos.
Estoy haciendo referencia al alumnado con necesidades educativas especiales asociadas a Discapacidad auditiva, Trastorno del Espectro del Autismo y Trastornos del lenguaje.
El uso generalizado de mascarillas como método de protección frente al virus en los entornos educativos tanto por parte de profesores como de los propios alumnos ha distorsionado y dificultado el proceso de enseñanza- aprendizaje al limitar la información gestual y mímica que asociamos al lenguaje oral.
La COVID- 19 y el uso de mascarillas también está afectando a la relación social entre iguales, pues con las medidas impuestas se han limitado las interacciones espontáneas verbales entre los compañeros, los juegos y actividades de ocio en el recreo.
En nuestra experiencia cotidiana recibimos mensajes tanto de docentes como de alumnos en los que manifiestan las dificultades tanto para expresar y transmitir mensajes orales por parte de los primeros como para entender y descifrar dichos mensajes por parte de los segundos.
Muchos alumnos refieren que no oyen bien al profesor, sabiendo que su capacidad auditiva no ha variado desde el curso anterior, pero sí ha disminuido su capacidad de comprensión oral por la distorsión en el mensaje que produce el uso de mascarillas.
Como orientadora en ejercicio que asesora y hace seguimiento a alumnado con necesidades educativas especiales quiero compartir mi reflexión sobre el efecto que estos elementos (mascarillas) que han pasado a formar parte de nuestras vidas pueden generar en alumnos que presentan trastornos o discapacidad que afecta a la comunicación.
En el caso de alumnos con discapacidad auditiva que presentan dificultades para captar el mensaje verbal del profesor debido a su déficit sensorial, el uso de las mascarillas supone privarles del acceso a la información visual que complementa el lenguaje oral. Estos alumnos hacen uso de mecanismos de complementación visual, lectura labial, para poder entender y decodificar los mensajes orales. El no tener información visual de la posición diferenciadora de los órganos articulatorios para poder discriminar un determinado fonema puede repercutir negativamente en el acceso a la información verbal y por tanto disminuir su accesibilidad a la misma.
Otro grupo de alumnos que también verá comprometido el acceso a la información por el uso de la mascarilla son los alumnos con Trastorno del Espectro del Autismo. La información mímica y gestual que acompaña a nuestro discurso verbal es clave a la hora de interpretar los distintos mensajes que intercambiamos en el acto comunicativo. En el caso de alumnos con autismo afecta no solo al momento de las explicaciones por parte del profesor en el aula, sino también en el propio intercambio comunicativo entre alumnos en espacios no reglados como el recreo, comedor, etc.
Por último hacer referencia a aquellos alumnos con Trastornos del Lenguaje, tanto de la comprensión como de la expresión que con el uso de las mascarillas también están perdiendo información visual que complementa el discurso oral para su correcta interpretación o que añade una dificultad “accesoria” a la hora de expresarse ya que si su producción oral ya tenía dificultades para ser comprendida por su interlocutor de forma habitual el uso de esta barrera física que se sitúa en la cavidad oral puede ser un elemento que dificulte aún más su capacidad de hacerse entender en el contexto educativo.
No podría terminar esta reflexión sin hacer partícipes a los maestros que en estos días se enfrentan a la dura tarea de educar en el contexto COVID-19 a los que pido un esfuerzo extra en la atención a estos alumnos más vulnerables. El ser conscientes de sus dificultades, preguntarles si han comprendido bien el mensaje, hacer uso de herramientas alternativas como pictogramas, mímica o cualquier otro elemento que potencie la comunicación puede contribuir a mejorar la vida de estos niños, afianzar sus aprendizajes y mejorar sus competencias en el entorno escolar.