La industria audiovisual ha recurrido frecuentemente a la escuela para contar toda clase de historias. Se trata de un marco tan cotidiano como reconocible, casi universal. Hay películas sobre la escuela y películas en la escuela. De las primeras, la mayoría se centran en la figura del docente, también en femenino. De las segundas, las encontramos de todo tipo: terror, ciencia ficción, drama, fantasía, comedia… y así hasta un largo etcétera. Su denominador común es que han contribuido a construir un imaginario sobre la cultura escolar, es decir, sobre la escolarización en todos y cada uno de sus aspectos y dimensiones.
Pero… ¿qué sucede si examinamos otras manifestaciones culturales? ¿Qué papel ha jugado la escuela, por ejemplo, en la música pop, el rock & roll y otros estilos musicales contemporáneos?
Al igual que el mundo de las series o las películas, la música pop y el rock & roll también han tenido a la escuela como leitmotiv, ofreciéndonos, a su vez, una rica y compleja narrativa de aquello a lo que Marx se refería como “la tradición de todas las generaciones muertas que oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”.
Sin embargo, poco nos hemos preguntado acerca de las representaciones que la música popular muestra sobre la escuela. A partir de un vastísimo catálogo que se remonta más allá de sesenta años, propongo una visita a la escuela a lomos del rock y del pop. Por motivos de espacio, cabe señalar que tan sólo voy a referirme a canciones en inglés. Además, dejo fuera otras tendencias contemporáneas como el hip hop, el trap o el reggaetón, también prolijos en referencias a la escuela; estilos que, por su propia idiosincrasia, bien merecen consideración aparte.
Días de escuela
Desde sus orígenes, considerando además que se trata de la primera gran manifestación de una cultura adolescente y juvenil, el rock & roll ha construido su imagen en oposición a los valores que tradicionalmente representaba la escuela, fuertemente ligados a la autoridad, la disciplina y el orden. Aunque podemos encontrar referencias a la escuela en ciertas composiciones de algunos pioneros del rock, Chuck Berry es el compositor que mejor se sirve de ella para ensalzar los valores de un género que, por entonces, comenzaba a definirse.
La letra de su canción Schooldays (Ring, ring goes the bell) es una inteligente disquisición que presenta las distintas actividades escolares que se suceden a lo largo de una jornada lectiva. En este caso, al estudiante (que puede ser cualquiera, puesto que Berry se dirige directamente al oyente, you) no le queda más remedio que soportar, mal que bien, la cotidianidad escolar: la continua sucesión de asignaturas, al tipo de atrás, ese que no le deja en paz, la masificación del comedor a la hora del almuerzo o la incompetencia de la profesora. Por suerte, finalmente suena la campana, comienza la vida: Rock! Rock! Rock ‘n’ roll The feeling is there body and soul.
Un ladrillo más en el muro
Canciones como las de Berry, a pesar de ser manifiestamente subversivas, no se oponían ni se resistían a la escuela, a pesar de la crítica que contenían o el malestar que provocaba a los personajes que pululaban por ellas (generalmente malos estudiantes). No es hasta la década de los setenta cuando comienzan a surgir canciones que manifiestan una crítica y una resistencia explícita a la institución escolar.
Existen dos canciones muy representativas de esta tendencia que, ¿curiosamente?, coincide con críticas provenientes de otros ámbitos. A partir de la década de los sesenta, el vapuleo que recibe la escuela comienza a ser considerable: a la estela del Informe Coleman (1966), se populariza el concepto de la educación bancaria de Paulo Freire o se publican trabajos como La sociedad desescolarizada (1971) de Ivan Illich.
Del mismo modo, se suceden investigaciones que demuestran el papel que juega la escuela en la reproducción de las desigualdades sociales o las maneras en que ejerce aquello que recibió el nombre de violencia simbólica.
La primera de estas canciones es School’s out (1972) de Alice Cooper. La segunda es Another Brick In The Wall Pt. 2 (1979) del grupo británico Pink Floyd. Mientras que la canción de Cooper, ciertamente, presenta una resistencia bastante rudimentaria, cuyo mensaje se limita a constatar su destrucción (sin especificar por qué ni quiénes son los artífices de hacer pedazos la escuela), la segunda apunta a la falta de libertad y al encorsetamiento al que es sometida la infancia bajo el yugo de la escuela.
Lo interesante de la canción de Pink Floyd radica, precisamente, en la metáfora que da nombre al título y que tan bien expresa lo que la mayoría de los críticos habían estado diciendo en la década de los setenta a través de sus largos e intricados trabajos: la escuela es una factoría burocráticamente organizada para producir insumos sociales y económicos. En una línea similar, posteriormente se publicaron canciones que subrayaron el lado más sombrío de la institución o que expresaron el desencanto con una educación desconectada de la vida como The Headmaster Ritual (The Smiths, 1985) o Education (Pearl Jam, 2003).
Amor de escuela
La escuela, sin embargo, es un lugar donde surgen y crecen amistades, algunas para toda la vida, y donde también es posible encontrar el amor. El romance escolar, al menos desde la música pop y el rock, se ha construido desde una óptica masculina y heterosexual, y en algunas ocasiones con claras connotaciones eróticas y sexuales.
Por una parte, encontramos todas esas canciones que abordan las relaciones entre colegiales, siempre desde un punto de vista adolescente. Estas suelen ser del tipo chico-le-pide-a-chica-salir o chico-sueña-con-chica. Ejemplo de ello son Hey, Schoolgirl (1957) de unos primitivos Simon & Garfunkel o Schoolboy Crush (1958) de Cliff Richard and The Drifters. Una excepción a este amor heterosexual la encontramos en otra composición de Paul Simon: Me and Julio down by the Schoolyard (1972). ¿Qué hicieron el protagonista de la canción y Julio que tanto escandalizó a todos? Aunque Simon nunca se molestó en averiguarlo, en una entrevista dio una pequeña pista: “algo sexual, supongo”.
Son más interesantes todas esas canciones que abordan el amor prohibido entre profesores y estudiantes, por la transgresión que suponen: Teacher, I need you (Elton John, 1973) o Hot for teacher (Van Halen, 1984) pueden ser dos ejemplos de ello. Sin embargo, entre estas canciones merece una mención especial Don’t stand so close to me (1984) de The Police.
Se distingue del resto por cómo aborda el conflicto que provoca transgredir las normas de la institución, haciéndolo, además, desde el punto de vista del profesor. En la canción vemos envidia, seducción, culpabilidad y chismorreos, entre otras cosas. En cualquier caso, tanto esta como las anteriores canciones contribuyen a visibilizar aspectos (romanticismo, sexualidad) que casi siempre se soslayan cuando se habla de la escuela.
En fin, a pesar de las críticas y la imagen negativa que transmiten sobre la escuela la mayoría de las canciones que se han ido señalando, el desafío a la escolarización que presentan, e incluso por más de que muchas de las insuficiencias que describen son ciertas, conviene no olvidar lo que un día escribiera Daniel Pennac en su libro Mal de escuela: «Todo lo malo que se dice de la escuela nos oculta el número de niños que ha salvado de las taras, los prejuicios, la altivez, la ignorancia, la estupidez, la codicia, la inmovilidad o el fatalismo de las familias».
PLAYLIST (Spotify) – Escuela de Rock