Según el último Informe mundial sobre salarios 2018/2019 publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el crecimiento mundial del salario ha sido débil, mientras que las diferencias de remuneración entre hombres y mujeres, de alrededor 20 por ciento a escala mundial, siguen siendo inaceptablemente altas.

Entre las principales conclusiones que se extraen de informe, conviene destacar que el crecimiento mundial de los salarios en 2017 fue menor que en 2016 y además, registró la tasa de crecimiento más baja desde 2008, muy por debajo de los niveles alcanzados antes de la crisis financiera internacional. El términos reales, el crecimiento mundial de los salarios cayó del 2,4 por ciento en 2016 a un mero 1,8 por ciento en 2017.

Además, en los países de ingreso alto, y a pesar de la recuperación económica y de la disminución del desempleo, el crecimiento esperado de los salarios no tuvo lugar. En los países del G-20, el crecimiento de los salarios reales cayó del 1,7 por ciento en 2015 al 0,9 por ciento en 2016, y hasta el 0,4 por ciento en 2017. Desde la OIT se señala que algunas de las causas de este lento crecimiento de los salarios puede ser la intensificación de la competencia mundial, el recorte del poder de negociación de los trabajadores o unas perspectivas económicas inciertas.

Por el contrario, en países de ingreso bajo y mediano, el crecimiento de los salarios ha sido más sólido, si bien existen grandes diferencias entre regiones. Los resultados generales para este conjunto de países apuntan que en los países emergentes y en desarrollo del G-20, el crecimiento de los salarios reales ha pasado del 2,9 por ciento en 2015 al 4,9 por ciento en 2016, para disminuir al 4,3 por ciento en 2017. Y es precisamente en estos países de ingreso bajo y mediano donde la desigualdad salarial es mayor.

En relación con la brecha salarial de género, y según los salarios medios, el informe (con daros para 73 países y el 80 por ciento de los trabajadores del mundo), concluye que se sitúa en torno al 16 por ciento. Si se utiliza como indicador la mediana de los salarios, la brecha salarial de género asciende al 22 por ciento.

El informe señala que entre los países de ingreso alto se agranda la brecha salarial de género según ascendemos a los niveles superiores de la distribución salarial. En cambio, en los países de ingreso bajo y mediano, la brecha salarial de género es mayor en los niveles inferiores de la distribución salarial, donde las mujeres están sobrerrepresentadas. Pero la OIT alerta de un patrón común a todos los países, y es que según pasamos de los salarios por hora más bajos a los más altos, la proporción de mujeres disminuye siempre.

A la hora de explicar esta brecha salarial de género, el informe apunta a que la educación y otros atributos del mercado de trabajo explican poco el alcance de esa brecha salarial de género en los distintos lugares de la distribución salarial. En cambio, factores como la menor remuneración a las

mujeres por trabajo de igual valor, la infravaloración del trabajo de las mujeres en ocupaciones y empresas altamente feminizadas o la maternidad son causas fundamentales que explican importante de esa brecha salarial.

Por último, para reducir la brecha salarial entre las mujeres y los hombres en todo el mundo, la OIT propone una serie de medidas, obtener estadísticas más fiables y ajustadas a al realidad en los distintos países, analizar las composiciones de las diferentes estructuras salariales así como los factores que controlan los principales efectos de composición salarial, o revisar la eficacia de las instituciones del mercado de trabajo existentes, entre otras.

Para concluir, la OIT alerta de los avances en la reducción de la brecha salarial de género están siendo demasiado lentos, por lo que urge a adoptar medidas decisivas con enfoque transversal de la igualdad para acelerar los compromisos políticos y las trasformaciones sociales necesarias.

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