En los últimos años, nuestros centros históricos están asistiendo a una revitalización, tras décadas de cierto abandono y escasa intervención urbanística. Se está logrando superar la idea anclada en la década de los 60-70, en la que para alcanzar los máximos niveles de modernidad, había que romper con etapas pasadas, y donde poseer patrimonio histórico arquitectónico, suponía un lastre en el desarrollo y crecimiento de la ciudad.
Hoy en día, los cambios en las políticas de intervención urbanística (a través de los Planes Especiales) y el entendimiento del patrimonio como un recurso que aporta beneficios para la ciudad, están permitiendo que los centros históricos vuelvan a ser espacios vivos, fundamentalmente, gracias a las llegadas de nuevos usos, que vienen a sustituir a las actividades tradicionales. Recuperar y mantener nuestro patrimonio es una ardua tarea que implica importantes costes, y en la mayor parte de los casos, la actividad turística es un «buen compañero de viaje» para sufragarlos. Y cuando hablamos de turismo, no sólo nos referimos a aquellos edificios que son visitados por miles de personas, sino a aquellos edificios monumentales que gracias a la inversión turística y a la adopción de usos vinculados con este sector, logran rehabilitarse y seguir viendo pasar el tiempo.
Numerosos son los ejemplos que nos podemos encontrar paseando por nuestros centros históricos de antiguas casonas, palacios, iglesias, conventos y monasterios que hoy en día albergan la función hotelera, o bien se han convertido en un restaurante, o son una franquicia de alguna conocida tienda de ropa. Todo ello ha permitido, no sólo recuperar el edificio, si no que ha logrado revitalizar ese espacio urbano, en múltiples ocasiones, con evidente signos de degradación.
Es precisamente la función hotelera, una de las fórmulas más exitosas en el proceso de recuperación de patrimonio, especialmente cuando hablamos de patrimonio de titularidad privada. Cada vez hay un mayor interés por las cadenas hoteleras de ubicarse en los cascos antiguos de las ciudades. Estos espacios en nuestro país, actúan por sí solos como reclamo y atractivo turístico para los visitantes. Cuando se decide viajar a un determinado destino, se busca una experiencia única, y qué mejor punto de partida, que alojarse en el área o entorno del origen de la ciudad. En la rehabilitación de estas edificaciones se trata de mantener al máximo la estructura original, especialmente si éstos, cuentan con algún tipo de protección, para conseguir así un alojamiento con encanto, que transporte al cliente a otra etapa histórica, pero con las comodidades y modernidades del siglo XXI.