La protección mediante la declaración de un Espacio Natural Protegido reconoce los destacados valores naturales y culturales de un determinado territorio. En España las Comunidades Autónomas desde los años ochenta del pasado siglo han desarrollado hasta 40 denominaciones diferentes para las figuras de protección de la naturaleza, sin contar con aquellas que atienden a la protección cultural, paisajística o de otro tipo (http://www.redeuroparc.org/quesonlosespaciosprotegidos.jsp). Este amplio abanico de denominaciones para las figuras de conservación puede provocar que los visitantes de estos espacios se sientan confundidos en la interpretación y valoración del espacio.
No ocurre lo mismo en los 15 Parques Nacionales, reconocidos con la máxima figura de protección para los espacios naturales en España, en los que se da por descontado que esos valores naturales alcanzan el más alto grado. Es fácil concluir, por tanto, que los Parques Nacionales son recursos turísticos de primer orden que ponen en el mapa a los territorios distinguidos con este sello de excelencia. Según la normativa vigente, los Parques Nacionales deben cumplir, primeramente, con un mandato de protección y preservación de los valores naturales del espacio protegido; pero, además, han de atender a una función de uso público y a una labor de mejora de la conciencia ambiental de la sociedad. En ese sentido, los usos turísticos pueden considerarse parte de ella, aparte de ser potenciales motores económicos para las poblaciones del entorno de las zonas protegidas.
El problema reside en cómo conjugar la protección y conservación de los espacios y el desarrollo de las actividades turísticas, algo que ha saltado a la palestra durante la actual tramitación del Anteproyecto de de Ley de Parques Nacionales, en cuyo debate se han opuesto aquellos que propugnan un aprovechamiento turístico más intenso de los Parques Nacionales, frente a quienes consideran que el fomento de determinadas actividades y usos como la caza y la pesca deportivas, como propone el texto, crea un peligroso precedente en los territorios que han alcanzado la máxima distinción natural en España.
Salvo en casos muy concretos, es evidente que frenar el flujo de turistas a los Parques Nacionales no es posible, como prueban los 9.549.083 visitantes de los Parques Nacionales en 2012 (Memoria de la Red de Parques Nacionales, 2012, http://www.magrama.gob.es/es/red-parques-nacionales/la-red/gestion/memoria-red-2012_tcm7-310110.pdf), cifra nada desdeñable, a pesar de que el máximo histórico se alcanzó en 2004 con más de 11 millones de visitas. El Parque con mayor afluencia anual es el del Teide en Tenerife (Islas Canarias), con más de 2,66 millones de visitantes, y en la Península destaca el de Picos de Europa (Asturias, Castilla y León y Cantabria) con 1,56 millones.
La declaración en el año 2013 del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, entre Segovia y Madrid, significará un aumento notabilísimo en las cifras de afluencia, dada la cercanía a la capital y su área metropolitana, con más de 5 millones de habitantes. Mejor que en ningún otro caso, en este nuevo Parque se explicitará la «esquizofrenia» de conjugar, según palabras de Eduardo Crespo (http://www.revistaambienta.es/WebAmbienta/marm/Dinamicas/pdfs/AM_2007_62_64_73.pdf), el uso y aprovechamiento con la conservación.
La Comunidad de Madrid no ha tardado en servirse del tirón de la declaración del nuevo Parque para fomentar la Sierra de Guadarrama como espacio turístico prioritario que debe ayudar a mejorar la maltrecha imagen del destino turístico de Madrid. Hace unos meses ha lanzado el “Bus del Parque Nacional” que ofrece una nueva opción de transporte público, económicamente atractiva, para acercarse a varios puntos del Parque y de su entorno inmediato. Más allá de la tensión entre la conservación de la naturaleza y promoción del turismo, hay que descartar, en todo caso, falsas ideas como que la declaración de que un Parque Nacional significa el empobrecimiento de la zona o que colabore en su destrucción. Precisamente, siguiendo con el ejemplo de la Sierra de Guadarrama lo que ha puesto, pone y pondrá en peligro los valores naturales de este espacio es la urbanización, tanto en los entornos de los pueblos, como en zonas aisladas o en los puertos y en zonas cimeras (http://www.revistaambienta.es/WebAmbienta/marm/Dinamicas/secciones/articulos/Saez.htm). Los desarrollos urbanos, que el Parque prohíbe taxativamente, corren el riesgo de llevarse a los límites de las zonas protegidas y degradar los valores del entorno.
Volviendo a los visitantes de los Espacios Naturales Protegidos, según los datos del Instituto de Estudios Turísticos, en el año 2012 el 87,4 % de los viajeros que pernoctaron en alojamientos de turismo rural eran españoles, a pesar de que nuestro país recibió 57,7 millones de turistas internacionales. Esos datos ponen de relieve que aún queda mucho trabajo por hacer para atraer a los visitantes extranjeros hacia zonas interiores del país. En ese sentido, no hay que perder de vista que la actividad turística ligada a los espacios de alto valor natural puede ser fundamental para el definitivo despegue de la diversificación del turismo en España.