Los menores de 25 años y los millennials destacan por ser los grupos sociales más interesados en ‘disfrutar’ sus vacaciones o escapadas de ocio en el marco del llamado turismo negro o turismo oscuro. Pero, ¿de qué estamos hablando? ¿Qué es el tanatoturismo?
Si le dieran la opción de viajar a Wuhan, el corazón de la pandemia de la COVID 19, o de visitar la recién arrasada ciudad ucraniana de Mariupol por los bombardeos rusos, y en particular la Planta de Azovstal, donde se refugiaron y, posteriormente, rindieron, los supervivientes del batallón Azov ¿aceptaría el reto? ¿Con qué tipo de predisposición?
El autor de este artículo visitaba hace unos años Belchite, en Zaragoza, enclave histórico arrasado durante la guerra civil que resiste el paso del tiempo como recordatorio de los cruentos enfrentamientos que allí se saldaron con decenas de muertos. Esto es turismo oscuro, como el que no pocos cursan a la zona cero de Nueva York o al campo de concentración de Auschwitz. La cuestión es saber por qué acudimos a estos lugares.
Una encuesta online de photoAiD, llevada a cabo en mayo de este año a 937 personas a través de una herramienta de sondeo hecha a medida, ofrece luz sobre el turismo oscuro, si es que se disculpa el infantil juego de palabras. Empezando porque el 82% de los encuestados han visitado al menos un destino de turismo negro a lo largo de su vida, frente al 18% restante de viajeros que aún no han hecho turismo macabro. No obstante, entre estos últimos, el 63% dijo estar interesado en él.
Aunque pueda pensarse que el morbo mueve a este viajeros, lo cierto es que, según esta encuesta, las principales motivaciones para viajar a destinos macabros son el aspecto educativo que conlleva (52%) y el deseo de rendir homenaje a las personas afectadas por los eventos tristes (47%). La encuesta se llevó a cabo entre ciudadanos estadounidense, lo que explica que los tres destinos más populares del también llamado turismo macabro sean el Memorial Nacional de Pearl Harbor (45%), la Zona Cero (44%) y las Catacumbas de París (43%), la ciudad de la luz que tanto impresiona de siempre a los ciudadanos de este país.
La mayoría de los encuestados tienen una actitud positiva (46%) o muy positiva (18%) hacia el turismo oscuro, y solo el 9% está en contra. Eso sí, a un nada despreciable 57% de los viajeros no les gusta que sus compañeros de viaje se hagan selfies en destinos macabros. Prefieren que sea la memoria y las sensaciones las que tomen la auténtica imagen del lugar que visitan.
El estudio también ofrece respuestas a la pregunta de qué destinos resultan ser más atractivos como temática general. En este contexto, encabeza el ranking el turismo de guerra/campo de batalla (viajes recreativos a zonas de guerra activas o antiguas): 56%, seguido del turismo de catástrofes (visita a lugares en los que se produjeron catástrofes medioambientales, ya sean naturales o provocadas por el hombre): 56%, y el turismo de cementerios (tipo de viaje destinado a explorar los cementerios por su patrimonio artístico, arquitectónico, histórico y paisajístico): 53%.
Pero también llama el interés de los encuestados el turismo de fantasmas (cualquier forma de viaje que implique el encuentro o el aprendizaje de fantasmas o embrujos): 52%; el turismo nuclear (visita a lugares donde ha habido explosiones atómicas): 50%; el turismo del Holocausto/Genocidio (viajes a lugares asociados con la matanza deliberada de una nación o grupo étnico concreto con el objetivo de destruir esa nación o grupo): 49%, y el turismo de prisiones y lugares de persecución (implica visitas de ocio relacionadas con el patrimonio a museos/atracciones de prisiones o antiguos lugares de encarcelamiento): 48%.
Entre los destinos más deseados, y dado que los encuestados, insisto, son estadounidenses, la encuesta refleja que son, por este orden: Monumento Nacional de Pearl Harbor, Hawái: 45%; Zona Cero, Nueva York: 44%; Catacumbas de París, Francia: 43%; Hiroshima y Nagasaki, Japón: 42%: Naufragio del Titanic, Atlántico Norte: 41%; Penitenciaría Federal de Alcatraz, California: 40%; Campos de concentración de Auschwitz, Polonia: 39%; Castillo de Bran, Rumanía: 39%; Central nuclear de Chernóbil, Ucrania: 37%; Fukushima, Japón: 35%; Wuhan, China: 34%, y Choeung Ek, Camboya: 32%, el tristemente conocido huerto en el que se depositaron/escondieron centenares de miles de camboyanos masacrados por los jemeres rojos.
También gusta el Centro Conmemorativo del Genocidio de Kigali, Ruanda (un monumento conmemorativo del genocidio ruandés de 1994, que alberga los restos de más de 250.000 personas): 32%; el Bosque de Aokigahara, Japón (asociado con el suicidio y llegando a ser conocido por el apodo de «el bosque de los suicidas», el bosque se ha ganado la reputación de ser uno de los lugares de suicidio más frecuentados del mundo): 32%; más recientemente, la Planta de Azovstal en Mariupol, Ucrania (uno de los puntos más emblemáticos del Asedio de Mariupol durante la invasión rusa de Ucrania en 2022): 31%, y, por supuesto, siendo como son y de donde son los encuestados, el Memorial Nacional de Pearl Harbor (45%) y el sitio del World Trade Center (44%) ocupando los dos primeros puestos.
Pre-disculpado, de nuevo, este otro juego de palabras, en este ámbito no todo es negro o blanco, pues, aunque la mayoría de las personas tienen una actitud positiva (46%) o muy positiva (18%) hacia este tipo de turismo, algunos (9%) no tienen ningún interés en él, según este estudio.
Entre las razones de dicho desinterés, destaca que se aprovecha del sufrimiento humano: 22%; a veces se presentan con desviaciones de la realidad, diluyendo o blanqueando parte de la historia: 18%; se profanan los lugares de sufrimiento y muerte de humanos: 18%; no se enciente el atractivo: 16%; lo considera perverso o inapropiado: 13%, y es voyeurista para el 12%.
En lo que sí parecen estar todos de acuerdo es en que sacarse selfies en estos lugares es inapropiado. El ejemplo más paradigmático es sacarse fotos sonrientes en Chernóbil o en las puertas de Auschwitz.
Y aunque la mayoría de los espacios que se encuadran en este llamado tanatoturismo están regulados y son visitable, existen otros cuyo acceso está prohibido por evidentes razones de seguridad. Pero eso no frena a los turistas oscuros. Así, más de la mitad de los encuestados (51%) desaprueban de los viajeros que se saltan las normas de los lugares de turismo oscuro, como sería pasearse por la ciudad de Fukushima, en Japón.