En un estudio, publicado el pasado Diciembre en la revista Political Psychology, firmado por George Bizer, Jeff Larsen y Richard Petty, se pone de manifiesto que es más fácil odiar a los políticos que amarlos. Este resultado ayuda a comprender por qué los insultos y la agresividad son características habituales en las contiendas políticas.
En general, las personas experimentan sentimientos más fuertes en relación con aquellos candidatos a los que se oponen, que respecto a los candidatos que apoyan, independientemente, además, de la información positiva o negativa que reciban respecto a los mismos, efecto éste que los autores denominan “Valence-Framing Effect”. Un estudio llevado a cabo en 2005 en los estados de Virginia y Nueva Jersey (USA), muestra a las claras el efecto de “Valence-Framing Effect” (Efecto de la Valencia del Enmarcamiento).
En dicho estudio los investigadores solicitaron a la mitad de las personas entrevistadas si ellos apoyaban o estaban en contra del candidato demócrata, mientras que a la otra mitad se les preguntó si estaban a favor en contra del candidato republicano. A todos ellos se les preguntó también por el grado de certeza que tenían en sus opiniones y por la probabilidad de que ellos fueran a votar por su candidato preferido.
En general, los resultados mostraron lo que era previsible, que los votantes demócratas votaron al candidato demócrata y los republicanos al candidato republicano. Sin embargo, tras análisis más refinados, se comprobó que algunos demócratas expresaron sus preferencias en términos de oposición ( “me opongo al candidato republicano”, una preferencia enmarcada negativamente), mientras que el resto de la muestra demócrata, expresó sus preferencias en términos de apoyo (“apoyo al candidato demócrata”, una preferencia enmarcada positivamente). Lo mismo sucedió entre los votantes republicanos.
Pues bien, los votantes que mostraron sus preferencias en términos de oposición, independientemente de su adscripción partidaria o preferencial, mostraron posteriormente mayor certeza en sus opiniones, y mayor resolución a votar a su candidato preferido, que los que habían mostrado sus preferencias en forma positiva.
Puede parecer ilógico que una sencilla pregunta de una encuesta afecte al sentido del voto que se ejercerá días o semanas después. Sin embargo, parece que los hábitos de pensar y hablar sobre los políticos en términos de oposición (sin mencionar la publicidad y las noticias políticas negativas) pueden interactuar con el “efecto de valencia del enmarcamiento” a lo largo de periodos de tiempo muy amplios. Generar rencor contra un candidato político puede, a lo largo del tiempo, hacer más probable que un elector elija votar el día de la elección al otro candidato.
El “efecto de valencia del enmarcamiento” ayuda a comprender por que la difamación, la demonización y las llamadas a la lucha política son tan utilizadas y tan efectivas en el contexto político. Las campañas negativas no sólo dañan la valoración de un candidato, también influyen sobre los votantes, enmarcando sus actitudes hacia una elección en términos de oposición. Lo cual hace más probable el voto por el candidato favorito.