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Con el avance de la formación oficial del Grado en Criminología se vuelve a abrir el debate del intrusismo. Los criminólogos/as reclaman su lugar en puestos laborales que, hasta la fecha, estaban ocupados principalmente por psicólogos. ¿Quiere esto decir que los psicólogos vamos a tener menos oportunidades? No, rotundamente no. Lo que busca la criminología, como cualquier ciencia, es encontrar su lugar y poder trabajar en su campo.

Debemos tener claro que estas dos ciencias tienen campos comunes, pero también diferenciados. Un criminólogo/a no puede hacer una intervención a una víctima o no puede diagnosticar a un agresor, igual que un psicólogo tampoco debe invadir el campo de trabajo de un criminólogo/a. Cada uno tiene su espacio y es especialista en su área. Sin embargo, esto no quiere decir que no se nutran unos de otros. En el mundo en el que vivimos es fundamental el trabajo multidisciplinar. La importancia de un equipo de trabajo compuesto por diferentes profesionales es que siempre será más efectivo que si se pone la lente únicamente desde un enfoque.

Existen múltiples situaciones en las que los psicólogos/as y criminólogos/as pueden trabajar conjuntamente:

  • Colaboración en entrevistas: la entrevista es un instrumento fundamental para conocer y extraer información. No cabe duda que en determinados ámbitos (como el criminal) interesa obtener toda la información posible. Así mismo, una entrevista mal planificada puede, desgraciadamente, provocar una doble victimización. Con base a la experiencia y a la teoría psicológica, los criminólogos y psicólogos pueden elaborar entrevistas que permitan un mejor acercamiento y recogida de datos.
  • Medidas de prevención: cada uno desde su especialidad puede realizar una identificación de factores condicionantes (factores de riesgo, factores de prevención y factores criminógenos) que permitan ajustar con más precisión las medidas preventivas o intervenciones penitenciarias.

Un ejemplo de esto queda reflejado en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de nuestro país donde existen unidades específicas que requieren la colaboración de ambos profesionales. Hace apenas una semana la Guardia Civil celebraba el 25 aniversario de la SACD (Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo) donde trabajan mano a mano psicólogos y criminólogos. Pioneros en este hermanamiento permitámonos extraer de ellos una consigna: la unión hace la fuerza.

Debido a que ambos profesionales son expertos en las ciencias de la conducta, una visión conjunta permitirá un mayor conocimiento sobre características, competencias, motivaciones o necesidades individuales (entre otras) que permita llevar a cabo de forma más efectiva propuestas de prevención o intervenciones.

Puede parecer a priori que este trabajo conjunto solo pudiera darse desde un campo concreto de la psicología (la psicología criminal), no obstante, esta colaboración puede desarrollarse desde otros muchos ámbitos:

  • Psicología social: el conocimiento del psicólogo sobre diversas teorías de los procesos grupales permite al criminólogo entender cómo la conducta criminal se ve influenciada por el grupo.
  • Psicología evolutiva: el conocimiento del psicólogo sobre la evolución del comportamiento humano permite al criminólogo conocer cómo dicha evolución puede relacionarse con su comportamiento criminal.
  • Psicología de la personalidad: el conocimiento del psicólogo sobre las diferencias individuales y los factores personales pueden ayudar a que el criminólogo relacione ciertos delitos o comportamientos violentos con perfiles de víctimas o victimarios.

Por todo ello: no veamos amenazas cuando debemos ver oportunidades.