En los últimos años ha surgido, de manera imparable, una necesidad por entender el comportamiento social y buscar las causas del mismo. En ese afán, en esa búsqueda de conocimiento, el cerebro humano permanecía vedado para los psicólogos sociales, probablemente por la existencia de mucho escepticismo entre los neurocientíficos sobre estudiar cualquier cosa situada fuera del cráneo, en su interior. La neurociencia del siglo XX creía que el comportamiento social era demasiado complejo para ser estudiado. Sin embargo, en la actualidad, a comienzos de un nuevo siglo, podemos comenzar a encontrarle sentido a una doble implicación: cómo el cerebro dirige el comportamiento social y cómo nuestro mundo social influye en nuestro cerebro. Es el nuevo reto de los científicos sociales, la neurociencia socio-cognitiva. Sus objetivos de estudio: los mecanismos neurobiológicos de los procesos cognitivos superiores (empatía, autoconciencia, autoconcepto, identidad social). Para comenzar a recorrer este camino es una buena idea pasar un rato en la página web del laboratorio «Social Cognitive Neuroscience» de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA), dirigido por el Dr. Lieberman. Podemos visitarla, pulsando AQUÍ.