Siguiendo con el análisis de complejos personificados en seres mitológicos o históricos, cabe destacar aquéllos que han recibido el nombre de filósofos.
Así, encontramos el complejo de Aristóteles, que describe la rebelión del discípulo contra el maestro, en este caso, del Estagirita contra Platón.
El complejo de Empédocles designa la compulsión al suicidio por aparecer como un héroe ante los demás y ante sí mismo, pues Empédocles fue un filósofo griego del siglo V a.C. que se precipitó al cráter del volcán Etna para alcanzar fama.
Otros complejos ostentan el nombre de reyes. Es el caso del complejo de Alejandro, analizado en otra entrada de este blog, y el complejo de Creso, que designa la búsqueda patológica de superioridad por medio del mecenazgo y del derroche del dinero, deriva del último rey de Lidia, cuya etapa en el poder, entre el 560 y el 546 a.C., estuvo marcada por los placeres, las guerras y las artes. Las fuentes antiguas dan cuenta de los costosos regalos que el monarca dejó en Delfos para Apolo y del oro que entregó a los lacedemonios mucho tiempo antes de procurar una alianza con ellos. Creso ordenó la construcción del templo de Artemisa en Éfeso, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo, destruida por un pastor llamado Eróstrato que ha dado nombre a otro complejo.
María Lara Martínez.