Pese a las importantes implicaciones que el estudio de la creatividad puede tener a lo largo de toda la vida, la investigación sobre la creatividad por lo general se ha centrado en el estudio de la creatividad infantil, existiendo pocos estudios que analicen cómo esta evoluciona con el
desarrollo  del  individuo.  Algunas  investigaciones  parecen  indicar  que  la  creatividad  en  los niños pequeños no siempre es un buen predictor de la creatividad en los adultos y que, una vez  que  el  niño  entra  en  la  educación  formal,    la  predominancia  del  pensamiento  lógico  y convergente,  la  predilección  por  los  problemas  bien  definidos  y  la  obsesión  por  las calificaciones, pueden dificultar la transformación del talento infantil en la creatividad adulta. A través de esta investigación realizada por Artola, Sánchez, Barraca, Poveda, Mosteiro y Ancillo (2011),  se pretende demostrar que la creatividad es una  capacidad universal  que  todos  tenemos  en  alguna  medida,  que  persiste  e  incluso  se  incrementa  en  la edad adulta, que cada día es más demandada en el ámbito laboral  y que resulta fundamental para llevar una vida plena y satisfactoria.

La investigación fue desarrollada con una muestra compuesta por 1767 sujetos: 697 niños de edades  comprendidas  entre  los  8  y  los  11  años,  582  adolescentes  de  edades  comprendidas entre 12 y 18 años y 488 adultos,  universitarios y profesionales de entre 18 y 75 años. Para la evaluación  de  la  creatividad  se  utilizaron  las  tres  versiones  de  la  Prueba  de  Imaginación Creativa PIC: La PIC-N (niños), la PIC-J (adolescentes  y jóvenes)  y la PIC-A (adultos).  A través  de  la  aplicación  de  estas  pruebas  se  obtuvieron  medidas  de  fluidez,  flexibilidad, originalidad,  fantasía  y  elaboración  en  tareas  tanto  verbales  como  gráficas.

De acuerdo con los resultados de la investigación, en líneas generales, la creatividad se incrementa con la edad, si bien cada edad parece mostrar unas características propias, destacando los adolescentes en la creatividad verbal y los adultos en la creatividad gráfica. La capacidad para utilizar el pensamiento divergente no sería, por tanto, exclusiva de los niños sino que persiste e incluso se incrementa en la edad adulta, resultando las diferencias en función de la edad más bien de carácter cualitativo que cuantitativo. En base a estos resultados, los niños destacan  por su capacidad de innovación y originalidad, especialmente en tareas gráficas, los adolescentes por su fluidez y flexibilidad en tareas verbales y los adultos por un equilibrio entre la creatividad verbal y gráfica, lo que les hace especialmente creativos.