El engaño es una conducta humana mediante la cual una persona de forma intencional trata de alcanzar una meta o de obtener un beneficio personal actuando de forma deshonesta, inmoral, rompiendo las reglas y obteniendo un beneficio no merecido.
Desde una perspectiva psicológica la trampa es una forma compleja de interacción social en la que una persona introduce en otra una serie de creencias falsas, manipulándole deliberadamente para obtener un beneficio personal (Rivière, 1991). El engaño se puede producir tanto en la vida cotidiana (infidelidad en la pareja, trampas económicas, fraude en los exámenes…) como en situaciones competitivas (deporte, juegos de azar…).
Una de las mayores aplicaciones del estudio psicológico de las conductas de engaño se ha dado en el desarrollo de medidas psicofisiológicas que resultan de mucha utilidad, especialmente en el ámbito de la psicología jurídica, para detectar el engaño y la mentira en situaciones jurídicas y éticas. Estas técnicas, que se han venido utilizando desde hace más un siglo, se basan en la medición de la actividad fisiológica-vegetativa como el ritmo cardíaco, la presión arterial, la respiración, la conductancia de la piel, la dilatación de las pupilas, la duración de la fijación de la mirada y durante la última década, la neuroimagen.
Los orígenes de la detección psicofisiológica del engaño se remontan a comienzos del SXX con la aparición de las primeras medidas de la presión sanguínea (Marston, 1917). Este autor (considerado el padre de la poligrafía moderna) reportó unas altas tasas de precisión en la detección que, sin embargo, no fueron corroboradas en investigaciones posteriores.
El siguiente paso fue el desarrollo de la técnica RIT (Relevant/Irrelevant-Technique; Larson, 1932) mediante la cual se compraran respuestas a preguntas relevantes (por ejemplo, aquellas necesarias para resolver un crimen) con respuestas irrelevantes, del tipo: ¿hoy estas vestido de rojo?, sin embargo, dichas técnicas también han sido criticadas dado que carecen de validez porque la pregunta relevante puede producir cambios fisiológicos por el mero hecho de tener un mayor contenido emocional.
Debido a esta falta de validez se genera hacia los años 50 una técnica con mayor control llamada CQT (Control Question Technique; Reid, 1947) que se basa en generar preguntas de comparación con mayor contenido emocional. La CQT es una vertiente del polígrafo que se viene utilizando hasta la actualidad en distintos países aunque de forma más sofisticada con puntuaciones cuantitativas originalmente propuestas por Backster (1962). Actualmente se cuenta también con sistemas de puntuación computarizados (Raskin, 1982).
En la década de los 60 Likken (1960) uno de los mayores detractores del polígrafo propone un paradigma alternativo para la detección psicofisiológica del engaño que actualmente se conoce como CIT (Concealed Information Test). La técnica propuesta por Likken se llamó originalmente GKT (Guilty Knowledge Test) y se diferencia del CTQ en que no usa preguntas directas sino indirectas sobre el suceso en cuestión (por ejemplo un crimen) que solo conocería alguien que ha estado implicado en el mismo. Las respuestas son de selección múltiple y se basan en la comparación de las opciones que proporcionan información pertinente con las opciones que contienen información irrelevante.
Un tercer paradigma en el estudio de la detección del engaño ha sido el DoD (Differentiation of Deception; Furedy, Davis, y Gurevich, 1988). El estudio del engaño a través del DoD consiste en formular al examinado una serie de preguntas (pueden ser de carácter autobiográfico) e instruirle para que responda con sinceridad a la mitad de ellas y de forma engañosa a la otra mitad. Actualmente se utiliza este mecanismo con algunas variantes como pedirle al examinado que conteste la misma pregunta de forma sincera y mediante engaño, este formato de prueba se ha llamado SLT (Sheffield Lie Test; Spense et al., 2001).
Las técnicas de medida de las variables dependientes (psicofisiológicas) también han cambiado con el tiempo. De las medidas iniciales basadas casi exclusivamente en la presión sanguínea, la respiración y la frecuencia cardíaca (medidas básicas del polígrafo), se ha pasado al uso de técnicas modernas de neuroimagen como la PET (Positron Emission Tomography) o la fMRI (functional Magnetic Resonance Imaging), este tipo de técnicas se incorporaron a la investigación científica sobre la década de los 90 (Farwell y Donchin, 1991; Rosenfeld, Angell, Johnson, y Qian, 1991) y se han venido utilizando cada vez con mayor frecuencia por investigadores interesados en la detección el engaño (Gamer, 2014; Ganis, 2015; Meijer y Verschuere, 2015).
Otras medidas utilizadas recientemente como variable dependiente que han revestido interés entre los investigadores han sido: los tiempos de respuesta (Seymour, Seifert, Mosmann, y Shafto, 2000), los movimientos oculares (ET; Eye Tracking; Schuetzler, 2012) y la detección del engaño mediante «jueces expertos» que son personas con habilidades especiales para la detección de tramposos (Vrij, Mann, Robbins y Robinson, 2006) , esta última técnica ha generado cierta controversia (Bond y Uysal, 2007; O’Sullivan, 2007).
A pesar del reciente interés por la medición del engaño a través de técnicas más objetivas y sofisticadas como los sistemas ET, PET y fMRI son muchas las dudas que aún recaen sobre la fiabilidad y validez del proceso de medición del engaño. En una revisión bastante reciente de la literatura existente sobre el tema (Meijer et al., 2016) se llega a la conclusión de que la mayoría de la literatura científica que utiliza la neuroimagen para la detección del engaño tiene importantes problemas conceptuales y metodológicos, de los cuales el más importante es que no hay una diferenciación entre la variable dependiente y el paradigma.
Después de hacer esta breve reseña histórica de un tema tan estudiado y controvertido la autora de este post desea concluir con un pequeño aporte a futuro: los principales problemas de la medida del engaño residen en el vínculo entre la definición del constructo a nivel psicológico (su ontogenia, filogenia y sus implicaciones cognitivas y psicosociales), el paradigma desde el que se enmarca la tarea (CQT, CKT o DoD) y la medición de las variables dependientes. No existen aún nexos o vínculos claros entre los desarrollos de la psicología evolutiva, cognitiva, social y la psicometría que permitan una correcta utilización de estas sofisticadas técnicas. Es por ello tarea urgente de los investigadores del área comenzar a indagar en dichos vínculos para garantizar una medición fiable y sobre todo válida, mas aún si tenemos en cuenta las consecuencias sociales que puede llegar a tener una evaluación desfavorable en este tipo de contextos.
Referencias:
Backster, C. (1962). Methods of strengthening our polygraph technique. Police, 6, 61-68.
Bond J. Charles, F. & Uysal, A. (2007). On lie detection «wizards». Law and Human Behavior, 31(1), 109-115. doi:10.1107/s10979-006-9016-1
Farwell, L. A., & Donchin, E. (1991). The truth will out: Interrogative polygraphy (“lie detection”) with event-related potentials. Psychophysiology, 28, 531–547. doi: 10.1111/j.1469-8986.1991.tb01990.x
Furedy, J. J., Davis, C., & Gurevich, M. (1988). Differentiation of deception as a psychological process: A psychophysiological approach. Psychophysiology, 25, 683–688. doi: 10.1111/j.1469-8986.1988.tb01908.x
Gamer, M. (2014). Mind reading using neuroimaging: Is this the future of deception detection? European Psychologist, 19, 172–183. doi: 10.1027/1016-9040/a000193
Ganis, G. (2015) Deception detection using neuroimaging. En P. A. Granhag, A. Vrij, & B. Verschuere, Detecting deception: Current challenges and cognitive approaches. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.
Larson, I. A. (1932). Lying and its Detection: A Study of Deception and Deception Tests. Chicago, III.: University of Chicago Press.
Lykken, D.T. (1960). The validity of the guilty knowledge technique: The effects of faking. Journal of Applied Psychology, 44, 258-26
Marston, W.M. (1917). Systolic blood pressure changes in deception. Journal of Experimental Psychology, 2, 143-163.
Meijer, E. H., & Verschuere, B. (2015) The polygraph: Current practice and new approaches. En P. A. Granhag, A. Vrij, & B. Verschuere (Eds.), Detecting deception: Current challenges and cognitive approaches. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.
Meijer, E., Verschuere, B. Gamer, M., Merckelbach, H. y Ben-Shakar, G. (2016). Deception detection with behavioral, autonomic, and neural measures: Conceptual and methodological considerations that warrant modesty. Psychophysiology, 53, 593–604. doi: 10.1111/psyp.12609
O’Sullivan, M. (2007). Unicorns or Tiger Woods: Are lie detection wizards myths or rarities? A response to On Lie Detection “Wizards” by Bond and Uysal. Law & Human Behavior, 31, 117–123.
Raskin, D.C. (1982). The scientific basis of polygraph techniques and their uses in the judicial process. En A. Trankell (Ed.). Reconstructing the Past: The Role of Psychologists in the Criminal Trial. Suecia: Norsted & Soners.
Reid, IE. (1947). A revised questioning technique in lie-detection tests. Journal of Criminal Law and Criminology, 37, 542-547.
Rivière, A. (1991). Objetos con mente. Madrid: Alianza.
Rosenfeld, J. P., Angell, A., Johnson, M., & Qian, J. H. (1991). An ERPbased, control-question lie detector analog: Algorithms for discriminating effects within individuals’ average waveforms. Psychophysiology, 28, 319–335. doi: 10.1111/j.1469-8986.1991.tb02202.x
Schuetzler, R. M. (2012). Countermeasures and Eye Tracking Deception Detection. Information Systems and Quantitative Analysis Faculty Proceedings & Presentations. Paper 28. http://digitalcommons.unomaha.edu/isqafacproc/28
Spence, S. A., Farrow, T. F., Herford, A. E., Wilkinson, I. D., Zheng, Y., & Woodruff, P. W. (2001). Behavioural and functional anatomical correlates of deception in humans. NeuroReport, 12, 2849–2853. doi: 10.1097/00001756-200109170-00019
Vrij, A., Mann, S., Robbins, E., & Robinson, M. (2006). Police officers ability to detect deception in high stakes situations and in repeated lie detection tests. Applied Cognitive Psychology, 20, 741–755.
Doctora en Psicología. Profesora Titular en UDIMA Universidad a Distancia de Madrid