Hace algunas semanas publiqué la entrada «Detección de mentiras con P300 para dummies» en el blog de Roberto Colom. Su propósito no era otro que describir la forma más habitual de realizar la denominada «prueba de la P300» en los laboratorios de Psicofisiología Cognitiva y matizar algunas afirmaciones recogidas por los medios de comunicación respecto a su fiabilidad y validez que no se sostienen si atendemos a los resultados publicados en la literatura científica. En esta ocasión, el objetivo también es doble: mostrar que las premisas en las que se basa la aplicación de la prueba no siempre se cumplen y explicar cómo influye en sus resultados el uso de contramedidas. Aunque se trata de una entrada independiente, quizá te resulte útil conocer el contenido del post anterior antes de continuar leyendo.

 

La aplicación de la «prueba de la P300» en el ámbito de la detección de recuerdos personales se fundamenta en la demostrada relación de este potencial eléctrico cerebral con la memoria de reconocimiento1,2. Sin embargo, la evidencia empírica obtenida mediante estudios de laboratorio en los que se recurre a grupos de voluntarios no basta para justificar su uso en investigaciones de campo. Para admitir que la «prueba de la P300» permite detectar recuerdos personales relacionados con la comisión de delitos, es necesario además aceptar como válidas las siguientes premisas:

 

  1. El culpable de un delito recordará automática e inevitablemente detalles del mismo si se le presenta información relacionada con el hecho en cuestión.
  2. Esos recuerdos incriminatorios producirán, también de forma automática, un potencial eléctrico cerebral característico (P300) cuyos parámetros no pueden ser alterados a voluntad.

 

En cuanto a la primera de ellas, asumir que los recuerdos relacionados con un crimen no pueden suprimirse intencionalmente pudiera constituir un grave error. Existe evidencia que sugiere la posibilidad de ejercer cierto control voluntario sobre el recuerdo de experiencias personales. Por ejemplo, impidiendo la recuperación de la información mediante mecanismos inhibitorios similares a los que utilizamos para detener una acción motora que ya hemos iniciado3. Aplicar reiteradamente esta inhibición de la recuperación a recuerdos concretos disminuiría su probabilidad de recuperación en el futuro, de forma que en último término podría lograrse su olvido intencional.

 

Si esto fuese así, ¿cómo afectaría al potencial P300? ¿Los patrones de actividad cerebral reflejarían el uso de dicha estrategia? Pues lo cierto es que la evidencia conductual avala la eficacia de esta estrategia y que los datos psicofisiológicos demuestran además que su utilización implica una reducción de la amplitud (magnitud) de la P300 y del resto de potenciales asociados a la memoria de reconocimiento4–6. Es decir, que los participantes de estos estudios no sólo no recuerdan la información, sino que sus patrones de actividad cerebral son los que cabría esperar de alguien que realmente ha olvidado.

 

Entonces, ¿podría esta estrategia servir para olvidar información relacionada con un delito? Eso parece. Los resultados de un estudio reciente7 sugieren que es posible suprimir recuerdos relacionados con un crimen y que los patrones de actividad cerebral de los sujetos culpables no pueden distinguirse entonces de los observados en personas inocentes, lo que hace imposible su identificación. Así pues, la posibilidad de obtener falsos negativos en estudios de campo (casos en los que el culpable supera la prueba sin ser descubierto) podría ser bastante más elevada de lo que hasta ahora se ha estimado. De hecho, los resultados de esta investigación cuestionan abiertamente la precisión de la prueba al determinar que un sospechoso es inocente o que cierta información no es relevante en el contexto de una investigación.

 

Respecto a la supuesta imposibilidad de modificar voluntariamente los parámetros del potencial P300, y contrariamente a lo que hemos podido leer últimamente en algunos medios de comunicación, existe amplia evidencia que demuestra que el uso de contramedidas disminuye notablemente las tasas de detección en este tipo de procedimientos8–10. El término contramedida se refiere a cualquier técnica o estrategia deliberada cuyo objetivo sea alterar las propias reacciones psicofisiológicas para evitar ser detectado en una prueba de estas características11. Estas técnicas pueden ser de naturaleza física o cognitiva, y para entender cómo funcionan antes es preciso conocer qué es la P300 y cuál es el procedimiento utilizado para registrarla.

 

En «Detección de mentiras con P300 para dummies» definíamos el potencial P300 como una deflexión positiva del voltaje en la actividad eléctrica cerebral que se inicia aproximadamente 300 milisegundos después de que se detecte un estímulo relevante. Es decir, se produce cuando el cerebro procesa información que le resulta significativa. Recordemos además que los estudios que analizan la P300 en el contexto de la detección de mentiras/recuerdos utilizan una variante del Concealed Information Test11 en la que se presentan tres tipos de estímulos:

 

  • Objetivo. No guardan relación con el caso, pero poseen alguna característica distintiva que los diferencia del resto. Como la tarea consiste en identificarlos, son relevantes para cualquiera que se someta a la prueba.
  • Irrelevantes. No guardan relación con el caso y tampoco deben identificarse, de modo que no resultan relevantes para nadie.
  • Sonda. La tarea no requiere su identificación, pero guardan relación con el caso. Por tanto, sólo serán relevantes para alguien capaz de reconocerlos: el culpable.

 

Como la tarea consiste en responder únicamente ante los estímulos objetivo, estos ensayos se convierten en «especiales» para cualquiera que se someta a la prueba (relevantes en el contexto de la tarea), de modo que evocarán una onda P300 en todos los sujetos, ya sean culpables o inocentes. Los estímulos irrelevantes no serán «especiales» para nadie puesto que no guardan relación con el caso ni tampoco requieren una respuesta. Al no ser importantes en el contexto de la tarea ni en el de la investigación, nunca generan un potencial P300. Por último, los estímulos sonda son los que permitirían distinguir entre culpables e inocentes. El inocente ignora los detalles del crimen, así que para él no hay diferencia entre los ítems sonda y los irrelevantes. Por tanto, no mostrará un potencial P300 en ninguno de los dos casos. Por el contrario, el culpable mostrará un potencial P300 ante los ensayos sonda porque es el único capaz de reconocerlos e interpretarlos como relevantes en el contexto de la investigación. Además, la amplitud de la P300 ante los estímulos sonda caso será mayor que la generada por los estímulos objetivo.

 

E. OBJETIVO

E. IRRELEVANTE

E. SONDA

INOCENTE

P300

CULPABLE

P300

P300

 

¿Qué puede hacer el culpable para evitar ser descubierto? La estrategia más habitual es responder de forma encubierta a los estímulos irrelevantes para generar una P300 similar a la que provocarán de manera genuina los estímulos sonda8. Es decir, buscar la manera de convertir los estímulos irrelevantes en estímulos objetivo sin que el experimentador se percate de ello. Alternativamente, se puede responder de forma encubierta a los estímulos objetivo para tratar de aumentar su relevancia y así disponer de menos recursos atencionales para procesar el resto de estímulos (sonda e irrelevantes)10. Ambas estrategias han demostrado ser efectivas en estudios de laboratorio.

 

Una vez decidida la estrategia para tratar de burlar a la prueba, queda decidir cómo llevarla a cabo. Una primera opción es recurrir a contramedidas físicas. Por ejemplo, se puede apoyar una mano sobre el muslo y presionar ligeramente con el dedo cada vez que aparezca el estímulo8, mover los dedos de los pies8,10 o incluso morderse la lengua ligeramente11 (lo habitual es responder a la tarea pulsando un botón, no de forma verbal). Alternativamente, pueden utilizarse contramedidas de naturaleza cognitiva, obviamente más difíciles de detectar por los investigadores, como por ejemplo recordar experiencias con contenido emocional11, realizar operaciones aritméticas mentalmente o imaginar que el experimentador te abofetea8,10 cada vez que aparece el estímulo. Independientemente de si se han utilizado para responder encubiertamente a los estímulos distractores o a los ítems objetivo, estas contramedidas reducen sensiblemente la precisión de la prueba. Por ejemplo, una combinación de medidas físicas y cognitivas logró disminuir el porcentaje de detección de culpables de un 82% a un 18% en un estudio diseñado específicamente para comprobar sus efectos8. En otra investigación, la utilización de contramedidas como las mencionadas implicó tasas de detección entre el 7% y el 27% 10.

 

La buena noticia es que se están descubriendo diferentes correlatos neurales asociados al uso de contramedidas12, lo que sin duda facilitará su detección y permitirá desarrollar procedimientos de mayor precisión en un futuro próximo13.

 

¿Por qué escribir una entrada sobre el uso de contramedidas en la «prueba de la P300»? Pudiera parecer que difundir esta información servirá únicamente a los interesados en superarla. No, esto no es un tutorial para delincuentes sino todo lo contrario: la sociedad debe conocer cuáles son los límites de esta prueba para evitar que su aplicación prematura permita a los delincuentes burlar a la Justicia. Además, esta información está al alcance de cualquiera que se tome la molestia de revisar la literatura científica. Algo que, por cierto, deberían hacer algunos supuestos profesionales antes de realizar afirmaciones categóricas sobre la prueba en absoluto fundamentadas. Es responsabilidad de los científicos transmitir con absoluto rigor cuál es el estatus real de la prueba, especialmente cuando dicho rigor no se observa fuera de los laboratorios de Psicofisiología Cognitiva. Las exageraciones y manifestaciones equívocas realizadas desde posiciones de autoridad han facilitado que parte de la sociedad asuma la validez de este procedimiento de detección de recuerdos sin cuestionar sus limitaciones. Y aceptar prematuramente la validez de esta prueba tiene consecuencias:

 

tuit_IMCruz

 

Hace pocos días, vi a los familiares de una niña desaparecida en circunstancias trágicas sufrir y lamentarse amargamente en TV después de lo que parece un falso positivo. Ojalá el caso se resuelva con éxito. Al fin y al cabo, la prueba podría funcionar a pesar de todo. Pero ojalá alguien les hubiese explicado que la prueba no es, ni mucho menos, fiable al 99%. Que no se utiliza con éxito en otros países. Que burlarla es posible. Quien ha sufrido una pérdida como la suya, merece saber exactamente en qué está depositando sus esperanzas.

 

Manuel Sebastián es Doctor en Psicología, profesor de Psicología de la Memoria en la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) e investigador adscrito a la Unidad de Cartografía Cerebral del Instituto Pluridisciplinar de la Universidad Complutense de Madrid.

En twitter: @msebastian_psi

 

Referencias Bibliográficas

1. Johnson, R., Pfefferbaum, a & Kopell, B. S. P300 and long-term memory: latency predicts recognition performance. Psychophysiology 22, 497–507 (1985).

2. Rugg, M. D. & Curran, T. Event-related potentials and recognition memory. Trends Cogn. Sci. 11, 251–7 (2007).

3. Anderson, M. C. & Levy, B. J. Suppressing Unwanted Memories. Curr. Dir. Psychol. Sci. 18, 189–194 (2009).

4. Bergström, Z. M., Velmans, M., de Fockert, J. & Richardson-Klavehn, A. ERP evidence for successful voluntary avoidance of conscious recollection. Brain Res. 1151, 119–33 (2007).

5. Bergström, Z. M., de Fockert, J. W. & Richardson-Klavehn, A. ERP and behavioural evidence for direct suppression of unwanted memories. Neuroimage 48, 726–37 (2009).

6. Bergström, Z. M., de Fockert, J. & Richardson-Klavehn, A. Event-related potential evidence that automatic recollection can be voluntarily avoided. J. Cogn. Neurosci. 21, 1280–301 (2009).

7. Bergström, Z. M., Anderson, M. C., Buda, M., Simons, J. S. & Richardson-Klavehn, A. Intentional retrieval suppression can conceal guilty knowledge in ERP memory detection tests. Biol. Psychol. 94, 1–11 (2013).

8. Rosenfeld, J. P., Soskins, M., Bosh, G. & Ryan, A. Simple, effective countermeasures to P300-based tests of detection of concealed information. Psychophysiology 41, 205–19 (2004).

9. Rosenfeld, J. P., Hu, X., Labkovsky, E., Meixner, J. & Winograd, M. R. Review of recent studies and issues regarding the P300-based complex trial protocol for detection of concealed information. Int. J. Psychophysiol. 90, 118–134 (2013).

10. Mertens, R. & Allen, J. J. B. The role of psychophysiology in forensic assessments: deception detection, ERPs, and virtual reality mock crime scenarios. Psychophysiology 45, 286–98 (2008).

11.  Ben-Shakhar, G. Current research and potential applications of the concealed information test: an overview. Front. Psychol. 3, 342 (2012).

12.  Meixner, J. & Labkovsky, E. P900: a putative novel ERP component that indexes countermeasure use in the P300-based concealed information test. Appl. … 121–132 (2013). doi:10.1007/s10484-013-9216-7

13.  Rosenfeld, J. P. et al. The Complex Trial Protocol (CTP): a new, countermeasure-resistant, accurate, P300-based method for detection of concealed information. Psychophysiology 45, 906–19 (2008).