Catorce de diciembre de 1911. Cinco hombres y siete perros tiran de dos pesados trineos mientras avanzan, torpemente, sobre el hielo. La temperatura es de 40 grados bajo cero. Hace ya una semana que no sienten los dedos de sus pies pero siguen caminando. Solo su determinación los impulsa a seguir, desoyendo las súplicas de sus músculos helados. Hacia las tres de la tarde el grupo cruza una línea imaginaria y sus instrumentos les indican que ya han llegado, que están en el Polo Sur del planeta. El sueño se ha cumplido y el viaje ha terminado.
De esta forma culminaba la última de las grandes aventuras del ser humano en su afán por explorar la Tierra. Hasta esas fechas, el Polo Norte y el Polo Sur eran las grandes incógnitas que quedaban por descubrir. La expedición que llegó al Polo Sur estaba dirigida por el noruego Roald Amundsen y había partido tres meses y seis días antes, a bordo del barco de nombre Fram. El barco era propiedad del también explorador y diplomático noruego Fridtjof Nansen que contribuía de esta forma con el proyecto de su compatriota. Inicialmente su destino era alcanzar el Polo Norte pero durante los últimos preparativos de la expedición llegó la noticia de que el norteamericano Robert E. Peary había conquistado el Polo Norte. Amundsen cambió de planes y se dirigió hacia el sur.
Mientras tanto, otro veterano explorador, el británico Robert Falcon Scott, había fletado su barco, el Terranova, para intentar alcanzar, también, el codiciado Polo Sur. Superando las mismas condiciones extremas que su adversario Amundsen pero por un camino diferente, Scott y sus cuatro exploradores llegaron al Polo Sur un mes más tarde, el 17 de enero de 1912.
Cuando los cuatro hombres exhaustos alcanzaron los 90 grados, descubrieron la bandera noruega izada sobre la nieve y supieron que no eran los primeros. En el camino de regreso murieron a causa del frío, del cansancio y del hambre. Así lo dejó escrito Scott en su diario, encontrado unos meses más tarde.
De la llegada al Polo Sur se cumplirán 100 años el próximo catorce de diciembre. Un siglo desde que culminó una carrera entre dos hombres que perseguían el sueño de alcanzar el extremo más alejado de la civilización. Esa carrera por el polo ha servido para ejemplificar, entre los científicos, el llamado síndrome de Scott, que consiste en contemplar una investigación científica como una competición para ver quién llega antes al descubrimiento. El primero en llegar gana la gloria y el segundo lo puede perder todo, incluso la vida.
Para conmemorar el centenario del descubrimiento, Noruega reproducirá el viaje y la travesía de los exploradores. Una expedición que recorrerá el mismo camino pretende llegar el mismo día 14 de diciembre al Polo Sur, utilizando las mismas rutas que hace 100 años, esquiando sobre el hielo y soportando las mismas dificultades. Aunque algunas cosas cambiarán, por ejemplo ahora está prohibido usar perros en la Antártida por lo que, los modernos exploradores, tendrán que tirar ellos mismos de los trineos. A su favor contarán con la posibilidad de usar mejores instrumentos de medida y posicionamiento, como también mejores materiales de abrigo y ropas especiales contra el frío. Los pioneros de 1914 pasaron meses en el Ártico estudiando las ropas de los esquimales inuit, y cuando iniciaron su travesía antártica, iban vestidos exactamente igual que ellos. Esa fue una de las claves que los expertos apuntan como determinante en el éxito de su aventura.
En el marco de esta celebración, Bélgica ha emitido, en septiembre pasado, una serie limitada de 2.500 monedas de 50 euros de oro de 999 milésimas, con un precio real de 355 euros. La moneda representa el aniversario de los 100 años del descubrimiento del Polo Sur (1911-2011). En la imagen del anverso puede verse el rostro de Amundsen y una reproducción de la fotografía del equipo de Scott, desolados, cuando descubrieron que no fueron los primeros en llegar al ver la bandera de Noruega izada sobre el hielo.
En España, que cuenta ya con una significativa presencia investigadora en la Antártida, se pondrá en marcha una iniciativa singular para conmemorar el centenario del descubrimiento. Se trata de un proyecto liderado por el científico Javier Cacho, investigador del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial que ha sido varias veces jefe de la Base Antártica Española. En los próximos días saldrá a la luz el libro titulado La carrera al Polo, una aventura antártica (1911-2011), que narra los dos viajes en paralelo de Amundsen y Scott. El libro es un homenaje en toda regla a aquellas personas que arriesgaban sus vidas por un ideal y que eran capaces de arrastrar con su entusiasmo no solo a personas sino a países y gobiernos. Pero lo más interesante del proyecto es que Cacho va a reproducir los dos viajes de forma virtual, a través de Internet, con el formato de diario de los exploradores convertido a bitácoras, es decir, a blogs. Lo hará siguiendo fielmente las mismas fechas de los viajes reales y encastrará a un periodista en cada expedición para que pueda interactuar con los internautas. Esta expedición virtual, cien años después de las que alcanzaron el Polo Sur, está organizada por Instituciones como la FECYT, la Real Sociedad Española de Física, las universidades de Málaga y Zaragoza o la Academia General Militar del Ministerio de Defensa.
José Antonio Moya