En el Grado en Periodismo de la UDIMA, los profesores nos esforzamos en compartir con nuestros estudiantes que la libertad de expresión es un bien de la democracia que debe ser usada adecuadamente. Porque no es que todo valga al albur de la libertad de expresión, es que todo no debe valer. Y en este cometido, el conjunto de los docentes que impartimos en la UDIMA conocimientos y experiencia en materia de periodismo coincidimos en que este derecho es, al mismo tiempo, un deber.

Un derecho y un deber que supone la herramienta fundamental que acredita nuestro trabajo. Sin libertad de expresión, nada es posible decir. Pero, llegado a este punto, resulta interesante que los propios periodistas reflexionemos sobre las rayas que no debemos cruzar, sobre los límites que no se han de pasar, sobre, si se quiere, la autocontención en favor del rigor y la verdad, el santo y seña del periodista, del periodismo.

Una autocontención que lo más sibilinos interpretan como una autocensura, pero nada más lejos de eso, aunque resulte cansino y baldío discutir con quien no se aviene a otras razones.

Entre tanto, entre el sentido común y el humor podemos encontrar un espacio que nos libere de nuestras ancestrales ataduras como periodistas, muchas veces, en forma de inútiles complejos. Historietistas como El Roto o Chumy Chúmez, que publicaron sus creaciones a diario en los medios de comunicación más relevantes del país, nos ponen a todos, periodistas y no periodistas, frente al espejo.

A toda una sociedad que se dice alegre de contar con la libertad de expresión como bandera, cuando no pocas veces la ondeamos solo para fastidiar al semejante, para liberar nuestros propios complejos o, sencillamente, para emponzoñar aún más la cosa: véanse, o léanse, las redes sociales. Pero ese otro debate, y tanto que da de sí para decenas de artículos.

Quedémonos ahora con la exposición que sobre este tema abrió este 14 de diciembre sus puertas en la sede de la Fundación Carlos de Amberes, en recuerdo por el 50 aniversario de la orden de cierre del mítico Diario Madrid. No en vano, parte del programa de actividades lo organiza la Fundación Diario Madrid y la Asociación de Periodistas Europeos, con el respaldo del Gobierno. Su ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, el socialista Félix Bolaños, la visitó este martes en la calle Claudio Coello, con abundante presencia policial, no muy lejos de donde fue asesinado por ETA el presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco, que no es que venga a cuento, o a lo mejor sí.