¿Se muere la prensa escrita? Es la pregunta que se hacen los gurús del sector de la comunicación desde hace ya algunos años. Al menos, sí parece que esté en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), porque el paciente está enfermo y no se saben muy bien los síntomas. O sí pero no se quieren curar.

 Por primera vez el Estudio General de Medios (EGM), documento que elabora habitualmente la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación, señala que Internet ya gana a los diarios en papel en España, posicionándose con un porcentaje del 38,4%, cuatro puntos más que los lectores de periódicos. Dentro de la prensa escrita, el enfermo con peores síntomas son los gratuitos, que pierden en conjunto 477.000 lectores con respecto a la misma oleada del año anterior. De media han caído un 9,6%. Es evidente que los hábitos cambian a medida que el índice de penetración de la Red de redes aumenta; de los lectores que acceden a ambos tipos de soportes más de un 50% aseguran dedicar menos tiempo a leer las versiones impresas de los diarios. Casi la mitad de los encuestados continúan dedicando el mismo tiempo a la lectura de diarios impresos (48,4%).

Sin embargo, ése empuje de Internet, no es suficiente para desbancar a la radio, que cuenta con unos fieles oyentes que no cambian a su mejor compañía en el quehacer diario y un 73% de los que la escuchan  a través de los dos soportes asegura que no ha reducido su consumo. De los que sólo escuchan la radio a través del sistema tradicional, un 42% no lo escucha online porque utiliza equipos portátiles. La fuerza de lo online tampoco puede con las revistas, sobre todo con las del corazón, y es que prevalecen los lectores que prefieren la versión en papel y que no acceden a ninguna versión electrónica: el 63,1%. Los motivos principales son la comodidad del formato tradicional que les permite disfrutar de la lectura en cualquier lugar (41,6%) y que éste les resulta más divertido (27,2%).

¿Cómo será el futuro inmediato de los medios? ¿Se recuperará la información escrita, enferma de la precariedad de contenidos y de condiciones que imperan en las redacciones? Tratamiento hay para este convaleciente sector, cuestión distinta es que se quiera aplicar correctamente. En manos de los editores está.