A diario, en los diferentes grupos de redes sociales en los que muchísimas personas participamos nos encontramos con noticias (muchas de ellas con vídeos, como para reforzar su veracidad), que nos hacen llegar supuestos casos o datos, casi todos ellos de carácter escandaloso o preocupante. El vídeo de un extranjero que, parece, agredir a dos enfermeras en una clínica española es uno de los últimos. Por suerte, ya no llegan cartas de escritores famosos, como la que se le atribuía a Gabriel García Márquez, sobre su supuesta enfermedad.
El incremento de falsas noticias, de mensajes que parecen noticia pero no lo son, es muy alto y tenderá a crecer. Algunas personas lo emplearán para atacar a otras, a empresas de la competencia (algo que en ocasiones y en menor número se hacía antes de la existencia de las redes sociales). Por eso es el momento de reivindicar el verdadero papel de los medios de comunicación social.
Muchos ejemplos podríamos añadir de casos de mala praxis periodística (la inventada por la prensa norteamericana guerra de los cubanos contra los españoles, por ejemplo). Ahora bien, los medios de comunicación pueden y deben actuar de varias maneras en su trabajo periodístico:
- Trabajar con la máxima preocupación por el interés general (inexistente en los mensajes individuales de las redes)
- Incrementar los filtros de verificación (inexistente en las redes sociales)
- Enmendar los errores (algo que no vemos en las redes sociales).
Por eso es importante desde la profesión periodística insistir en quién realmente se encarga de la Información, con mayúsculas; algo necesario para que la democracia se mantenga viva. Las redes sociales pueden hacer circular información y basura por igual. Los medios deben potenciar su credibilidad para que la sociedad tenga unos referentes informativos claros.