Llevan intentando enterrar el papel años y mira que se resiste. No recuerdo exactamente el año, pero sería allá por el 93 o el 94 -¡hace 20 años!- cuando en un Congreso o Jornada Internacional en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense (yo aún era un bisoño estudiante por aquel entonces), un editor norteamericano, tampoco recuerdo si era del New York Times o del The Washigton Post (sí recuerdo que estaba Pedro J. Ramírez) anunció solemnemente que allá por el en aquel momento lejano siglo XXI, desaparecería el papel. Han pasado  14 años del siglo XXI y el papel sigue ahí cual dinosaurio de Monterroso.

Hace unos días, el editor de «New York Times», Arthur O. Sulzberger Jr. ofreció una jugosa conferencia sobre el futuro del New York Times y sobre los medios impresos en general. En un arrebato de honestidad, tuvo que reconocer que se había equivocado hace un lustro cuando afirmó la extinción de la prensa en papel. Según recoge La Vanguardia, el editor afirmó: «Déjame decirlo claramente: el diario impreso no ha muerto. Hemos visto que hay gente que todavía le da un gran valor a la experiencia del papel. Las ventas en la calle bajan, pero el reparto a los suscriptores es remarcablemente fuerte». Se puede decir más alto pero no más claro.

Hace un par de años escribí un post sobre la obsesión pirómana de algunos por hacer desaparecer el papel, y sería un necio o un incorregible nostálgico si no reconociera la importancia creciente de los medios digitales, pero, no obstante, no me hartaré de pensar que aún hay espacio para el papel en determinados nichos. Estos son, a mi parecer, los de la exclusividad y la calidad máxima, y no digo con ello que los medios digitales tengan que ser necesariamente de baja calidad, si no que quien esté dispuesto a pagar lo hará por tener en sus manos un producto realmente exclusivo y con una calidad suficiente como para querer pagar por él.